♧Capítulo 34♧

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Mientras observaba cada escena, mi imaginación voló y por un momento me vi a mí misma representada en esa película con Samuel y Rubén. Jamás había visto algo como lo que salía en esa pantalla. Ambos la abrazaban y acariciaban su cuerpo, mientras ella gemía de placer al estar rodeada por ellos dos. Se tumbaron sobre una cama redonda y ella besó a uno, mientras le masturbaba con la mano, y el otro se sumergía con la boca entre sus labios vaginales. Cambiaron de postura al poco tiempo y ella se subió a horcajadas sobre uno de ellos. Ambos la penetraron simultáneamente. Mis ojos se abrieron de par en par al ver cómo tenía un pene en su vagina y otro en el interior de su ano. Los tres gemían de placer, mientras se movían al compás, como si escuchasen una canción. Cuando llegaron al clímax, de forma escandalosa y simultáneamente, terminó la escena.

— Por favor, Samuel, apaga el televisor y suelta mis manos. – Dije intentando mantener el tipo.

— ¿Por qué? – Me preguntó y me besó en los labios -. ¿Qué te ha parecido?

— No me ha gustado.

Soltó mis manos e introdujo una de las suyas entre mis piernas. Cuando sus dedos se mojaron por la humedad que impregnaba mi ropa interior, rió.

— Mentirosa... - Me acusó y se tumbó sobre mí.

— Vamos a dormir. – Le dije, sin ninguna convicción.

— Eso no te lo crees ni tú. ¿Has visto cómo tienes las bragas? Vamos, nena, tú lo necesitas tanto como yo.

Cogió mis bragas y las deslizó rápidamente. Las tiró al suelo y se deshizo de su ropa interior. Se tumbó sobre mí, sin previos de ningún tipo, pues no nos hacían falta, y me penetró con fuerza. Gemí de placer al sentir cómo resbalaba en mi interior y rodeé su cintura con mis piernas. Giró hasta situarse debajo de mí, y me senté a horcajadas. Tras dejar caer su espalda en el cabecero, flexionó las rodillas, apoyando los pies sobre el colchón, y noté cómo su pene entraba con más profundidad. Cogió mis manos y las entrelazó con las suyas, entonces, tiró de mí hasta situarme pegada a él y moví las caderas lentamente, haciendo que ambos nos sumergiésemos en las sensaciones que nos dominaban. Jugó con mis pezones, alternando uno tras otro y gemí de placer.

Nos besamos y cerramos los ojos, mientras Samuel dirigía mis movimientos. Cuando llegamos al clímax, me abrazó con fuerza y nos besamos más apasionadamente que antes.

Aquella noche dormí como nunca. Me invadía una paz interior que fue interrumpida por el sonido de la corneta que despertaba a los soldados. No lo esperaba y me llevé un susto terrible. Tanto, que me caí de la cama. Samuel rió a carcajadas al verme tirada en el suelo y se levantó. Me ofreció su mano para ayuda a ponerme en pie, y me abrazó y besó en los labios.

— Buenos días, princesa.

— ¿Princesa? – Reí -. ¿Has bajado mi categoría?

— Aún te queda mucho para ser reina. Quizás, en un futuro, si te casas conmigo, lograrás el cargo.

— ¿Casarme? Comencemos por vivir juntos a ver qué tal nos va.

Samuel abrió el armario y se puso un chándal. Le miré sorprendida y fruncí el ceño.

— ¿Te pones un chándal para ir a trabajar?

— No. – Rió -. Todas las mañanas hacemos ejercicio y corremos unos kilómetros. Nos vemos esta tarde.

— Pero, ¿no tomas nada antes de irte?

— No. Avisaré para que te dejen entrar y salir de la base libremente. Bueno, me marcho.

Me dio un beso de despedida y salió de la casa. Entré en el baño y tras darme una ducha rápida, me vestí, desayuné, y me fui a trabajar. Tenía que haber salido antes de la base militar porque me pilló un atasco increíble en la entrada de la ciudad. Me excusé en la escuela infantil, por mi tardanza, y lo compensé quedándome un poco más. Cuando salí del trabajo, pensé en ir a una tienda y comprarme un teléfono. Necesitaba un número nuevo ya que la tarjeta del anterior móvil la tiré a la basura, y ahora estaba incomunicada.

Nuestra primera semana de convivencia fue genial. Me encantaba vivir con Samuel. Hacía que me sintiese como una reina, aunque él me llamaba "princesa". Rubén, en todos esos días, había estado poco presente en mi cabeza. Me negué a pesar en él, aunque no lo conseguí.

Un mes después de la boda de Mabel y Erick, volví a ver a la que había sido mi mejor amiga. Salía de trabajar, cuando vi que me esperaba, justo frente a mí, apoyada en su coche. Su mirada estaba encendida. Parecía enfadada. Se acercó y sin dejarme mediar palabra, me habló, furiosa.

— ¿Así se acaba todo? ¿Sin más? ¿Después de tantos años de amistad?

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Muy buenas criaturitas del señor!
Bien pues... como saben para mí... los votos son importantes pero mucho más los comentarios #NoLectorasFantasmas es bueno ver un comentario que diga al menos "sigue" "esta bien" o te hagan notat que hubo un fallo de ortografía por algún lado... debía decirlo.
Bien pues eso.

Mirad que carita 😻😻😻

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Mirad que carita 😻😻😻

Tuya En La Oscuridad - ADAPTADA -(Rubius,Samuel & Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora