Capitulo 13

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Capítulo 13

No me quería separar de sus labios, era el mejor sitio donde vivir, los recordaba tal y como lo estaba sintiendo. Pasó de ser apasionado y rabioso a amor puro. Así sabia el amor. A ese beso que ahora nos estábamos dando, en medio de la calle, contra una pared mientras su mano sigue enredada en mi coleta. Paró de jugar con mi lengua para morder mi labio, sonreí, y ella hizo lo mismo. Abrí mis ojos y me estaba clavando los suyos en mi retina. Se separó y apoyó su frente en mi hombro.

-Yo...
-No digas nada, por favor...

No era el momento de arrepentirse, era momento de vivir.

-¿Puedo pedirte algo?

Levantó la cabeza cuando le pregunté aquello, asintió sonriente, le brillaban los ojos, tanto como la primera vez que nos besamos, en aquel árbol del parque universitario. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

-Quiero enseñarte algo... Está en mi piso, cruzando la calle...
-Vanesa... (Bajó la cabeza)
-Tranquila... Lo entiendo... No tengo derecho a...

Levantó su cabeza, y volvió a mirarme, sonrió.

-Vamos.

Cogió mi mano después de decir eso, empujó mi cuerpo hacia ella, me sonrió, le besé rápido los labios y corrí para cruzar la calle.
Llegamos a casa con mi vestido medio desabrochado, igual que su falda, nos sacamos los zapatos al entrar en casa, riéndonos y siendo cómplices de aquella locura. Por un momento la miré, me quedé quieta en mitad de mi salón, y observé cómo se quitaba su segundo zapato, levantó la cabeza y la risa se esfumó. Había pasado tanto tiempo de nuestra última vez...

Flashback

-No sé cómo te puede gustar estas películas...
-Ay Vanesa, pues son súper cuquis.
-Tú sí que eres cuqui.

Me reí cuando Malú dijo aquello, y la abracé fuerte por la espalda. Estábamos en mi cama, ese cuarto que tantas cosas había visto en apenas unos meses de universidad, Alba no estaba ese fin de semana y nosotras decidimos quedarnos ahí, juntas, sin nada más que hacer que querernos.
Acabó la película, pero ninguna de las dos se movió de la cama para apagar la televisión. Yo estaba distraída oliendo su pelo y rozando su brazo con las yemas de mis dedos, y ella cerró los ojos para disfrutarlo. Sonreí cuando la noté respirar tranquila, el silencio de la habitación acompañaba la calma que sentíamos cuando no necesitábamos nada más que a nosotras.

-Vanesa... (Susurró)
-Dime.

Se movió y dejé de acariciar su piel, se sentó delante de mí.

-Tu... Tú ya...

Dejó de mirarme y se centró en sus manos que acariciaban las sabanas de mi cama, estaba sonrojada, sonreí porque ya sabía que iba a preguntarme. Cogí sus manos, e hice que me mirará.

-Malú... ¿Quieres hablar de eso?
-Sí. Necesito saber si... (Volvió a dejar de mirarme, moví su brazo y subió la cabeza, sonreí)
-¿Si he tenido relaciones con una chica? (Asintió y dejó que siguiera) Pues... no... He besado a una chica, a varias... Pero, nada más.
-¿Sería la primera? (Dijo más sonrojada aun, asentí) Bien...

Sonreí y me acerqué a ella rodeándola con mis piernas, cogí las suyas e hice que me abrazaran por la cintura.

-Todo llegará... (Susurré muy cerca de su oreja)

No me contestó, o sí... pero no con palabras. Atacó mi cuello, besándolo suavemente primero para luego acabar mordiéndolo.

-Malú... (Dije controlando mi respiración) No hagas eso...

No me hizo caso y lo mordió aún más fuerte y mi primer gemido llegó. Se rio aun en mi cuello, y subió a mi oreja.

-Quiero hacerlo...

No podía más, cogí su cara y la besé. Con ganas, con pasión, y con mucho amor. Todo aquel que sentía hacia ella. Me reí, y susurré un 'estás loca'. Me levanté y cerré la puerta con llave. Cerré la luz, pero ella la volvió a encender. La miré, se mordió el labio, se arrodilló en la cama, se quitó la camiseta tirándola al suelo, mientras reía nerviosa y se sonrojaba. Me acerqué a ella, y la observé. Era perfecta. Y era mía.

Fin del flashback

Sonreí cuando volví a la realidad y seguía allí, delante de mí. Sonriendo como aquel día, se quitó la camiseta, igual de sonrojada que la primera vez, la tiró en el suelo, y antes de que cayera me acerqué y la apreté contra mi cuerpo, la besé mientras le subía las faldas y ella se enredaba con sus piernas a mi cintura. Caminé hacia la habitación mientras disfrutaba de sus pechos y de su respiración agitada contra mi oreja. La dejé en el suelo, en los pies de la cama, me giré, subí mi coleta y le dejé hacer lo que quiera con mi vestido, bajó la cremallera mientras besaba mi clavícula, bajó los tirantes junto los de mi sujetador, que también había desabrochado, se sentó en la cama mientras acariciaba mi espalda, llegó hasta el final e hizo que cayera al suelo, me giré y me observó desde abajo, sonreí y me sonrojé. Nadie más me había mirado así. Solo ella. Me senté a horcajas encima de sus piernas, acaricié su cara, mientras iba dejando pequeños besos que seguían el recorrido de mis dedos, que siguieron por su cuello, su escote, sus pechos. Se estiró en mi colchón, y ahí aproveché para deshacerme de su falda. Besé sus muslos, mientras mi mano ya acariciaba sin control su parte más íntima, y ella gemía mientras cogía con fuerzas las sabanas. Sonreí cuando subí de nuevo a su cara, y la vi disfrutar. Abrió sus ojos y me miró. La besé y sin apenas dejarla un segundo más sin mi contacto, aparté su ropa interior y mis dedos entraron en su zona más prohibida. Gritó, no se esperaba aquello, me miró y sonreí, Llevó una de sus manos a mi cabeza, entrelazó sus dedos en mi pelo e hizo que la besara. Apartando mi cabeza para que ese beso fuera eterno. Noté que estaba a punto de llegar a los más alto cuando su mano dejo de apretar mi pelo, y su boca dejó de basarme para volver a gritar, esta vez acompañado de mí nombre. Sonreí, aparté mi mano y la subí mientras volvía acariciar su cuerpo. Respiró, y unos segundos más tarde eran sus dedos los que estaban dentro de mí. Y mi cuerpo quien pedía más. Mientras gritaba su nombre y arañaba su espalda.
Y ahí en mi habitación, volví a estar más viva que nunca, volví a vivir aquello que nunca olvidé, volví a sentirme suya, aunque esta vez ella no era mía.

El pasado nos aguantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora