Capitulo 16

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Capítulo 16

Esa frase no la detuvo. Dos horas más tarde la cama seguía desecha, y yo me encontraba en el sofá, sentada con mi guitarra, a mi alrededor decenas de folios rotos, algunos mojados por mis lágrimas, mis manos tocaban algún acorde sin sentido, mi mente viajaba por mi salón esperando respuestas, esperando que el timbre sonase o que la pantalla de mi móvil se encendiera y pudiera leer el nombre de Malú en ella.

-Ey...

Me giré asustada, ni siquiera había oído la puerta. Alba se sentó a mi lado apartando alguna de las hojas que había en el sofá. Me miró y yo me volví a centrar en la guitarra.

-Vane... lo siento... debía de haberte dicho que era su prima... pero... joder... lo siento... no pensé que llegaría tan lejos todo esto... y...

Me giré, y seguía hablando, sonreí.

-No te preocupes.
-¿Seguro?

Asentí, dejé la guitarra a un lado y me giré para quedarme enfrente a ella. Apoyé mi brazo en el sofá, y puse mi cabeza en una de mis manos.

-¿Estás bien?

Me conocía muy bien, y se me notaba a kilómetros que no podía más.

-No... Creo... creo que me voy a ir...
-¿Irte? ¿Dónde?
-Madrid ya no es mi sitio...
-No digas tonterías Vanesa. Este es nuestro sitio.
-No Alba... Se acabó. No he conseguido mi sueño, y estoy cansada... yo no...
-¡Eh! No quiero volver a oírte decir eso. No has conseguido aun tu sueño, pero lo harás. ¿Entendido? (Negué con la cabeza) Vanesa. Basta.

Se levantó y cogió mi libreta, que aun seguía en la butaca donde la dejó Malú horas antes. La abrió y sonrió.

-Esto Vanesa... esto es magia que solo sabes crear tú. Pero aquí, encerrado en unos folios no va a hacer nada. Así que, ¡vamos!
-¿Vamos?
-¡Aja! ¡Dale!

No entendía nada. Solo veía a Alba sonreír. Se llevó la libreta y la metió en su bolso. Volvió a acercarse a mí, me quitó la guitarra que estaba mi lado, y la puso en la funda. Me miró.

-Dúchate, vístete, y vámonos.
-¿Dónde?
-A gritar tú sueño.

Le costó varios gritos y estirones para que me levantara del sofá y me dirigiese a la ducha. Pero lo consiguió. Salí y como no sabía dónde íbamos me puse arreglada pero informal. Unos pitillos negros, una blusa blanca y botines negros. Cogí una mochila también oscura, y un pañuelo por si refrescaba. Alba me obligó a maquillarme, así que no tuve más remedio que hacerlo. Minutos después salíamos de casa, un taxi nos esperaba.

-Aquí tiene señor. (Vi cómo le estiraba la mano con un papel)
-¿Qué es eso? (Pregunté)
-Toda una ruta de posibles locales donde cantantes sin experiencia pueden empezar.
-Pero Alba...
-Lo sé, el taxi me costará una pasta... Pero cuando seas famosa tendré pase vips en todos tus conciertos, ¿verdad?

Le sonreí y luego la abracé.


Narra Malú

Cuatro meses habían pasado desde aquel alocado día en el que volví a sentirme feliz. Aunque solo fueron unas horas. Porque volví a la realidad, a mi realidad. Mi rutina, mi presente y... mi futuro. Apenas faltaban unas semanas para la boda con Roberto. Sí. Iba a casarme con él. Desde aquel día no supe nada más sobre Vanesa, y apenas hablaba con Madame. Aun no sé porque me tuve que enfadar con ella ni porque me molestó tanto que me hablase así, quizás tenia razón pero... como ella dijo es su vida, y esta es la mía. La que he elegido. Junto con Roberto. Él me hace feliz, a su manera. Me hace sonreír, aunque poco. Apenas nos vemos en el hospital, algún día desayunamos juntos y con tantas guardias no tiene muchas horas libres, y yo intento coger días del hospital juntos para poder vernos, pero, o me ponen con diferentes médicos o él está en operaciones que a mí no me interesante para mi especialidad.

-No entiendo estos horarios... (Dije mientras lanzaba el folio encima de la mesa de la sala de descanso del hospital)
-Malú... Tenemos toda una vida para vernos (Me contestó Roberto mientras se sentaba a mi lado)
-Ya... (Bajé mi mirada hacia mi café, mientras le daba vueltas con la cucharita de plástico) Podría hablar con la jefa de departamento, quizás puede...
-Tranquila. (Me interrumpió) Yo hablaré con ella.

Respiré hondo. Odiaba que me interrumpiera, pero me callaba. Como siempre. Odiaba que fuera él quien solo pudiese hablar y yo me tuviera que mantener al margen de todo. Incluso en algunos detalles de la boda. Siempre había soñado con algo sencillo, y poder organizarlo con calma entre mi pareja y yo, pero no... apenas me había dejado elegir algo del menú, las flores, y mi vestido. La oda se había preparado en apenas unos meses, y de sencilla tenía más bien poco. Casi doscientos invitados asistirían, y muchos de ellos ni siquiera conocían. Pero, él lo quiso así. Su familia también. Y yo... yo acepté y seguí adelante. ¿Por qué? ¿Por qué no puedo decirle que no?

-¿Malú?

Interrumpió mis pensamientos, y le miré.

-Te estaba diciendo que me ha llamado Silvia.
-¿Silvia?
-Aja... mi sobrina. (Dejé de remover el café, y me senté recta en la silla, asentí y continuó) Me ha comentado que tiene una voz nueva y quiere que vayamos a verla.
-¿Nosotros? ¿Para qué?
-(Rio) ¿Para qué va a ser? Ay cariño... (Cogió su carpeta y se dirigió hacia la puerta) Para que actúe en nuestra boda.
-Pero...

No me dio tiempo a decirle nada más. Y seguramente que si hubiera tenido la oportunidad no lo hubiera hecho. No quería un grupo en mi boda. No quería nada especial. Y menos que viniese de Silvia.
Horas después, cuando ya estaba saliendo de mi turno, me llegó un mensaje, 'Te paso a recoger a las ocho, ponte guapa'. No solo no me había dejado ni opinar de si quería o no música que ya había quedado con su sobrina, y esta misma noche. Respiré hondo. Y de nuevo, callé. Me fui a casa, me di una ducha y me vestí. Me puse un vestido, estrecho, algo corto, me maquillé a conciencia, tacón alto, bolso pequeño, y pelo alborotado. Estaba lista. Me miré al espejo. Hacía mucho que no me arreglaba así. Quizás hoy iban a cambiar muchas cosas. Quizás hoy tenía la suficiente fuerza para enfrentarme a Roberto y decirle que no. Que no quiero una banda en mi boda. Que no quiero cientos de flores. Que no quiero tener a invitados que apenas conozco. Quizás hoy... vuelvo a ser valiente.
Subí al coche, y como esperaba y estaba acostumbrada a ello, Roberto apenas se fijó en mí. Me dio un beso suave en los labios, le miré dándole una oportunidad, pero nada. Arrancó, y nos fuimos al local. Aparcamos en la misma calle, cerca de la plaza del 2 de Mayo, apenas había coches, agosto en Madrid era así, solitario, como a mí me gusta. Llegamos a la puerta, el guardia nos saludó y dejó entrar dándole el nombre de Roberto. Local madrileño donde los haya, la sala Siroco. Sonreí al ver todos los carteles que había en las paredes, de grupos que apenas conocía como Pupila hasta Héroes del silencio o Pereza. Me sentí bien ahí dentro, di unos pasos entre la poca gente que había, seguí a Roberto hasta que visualicé un pequeño escenario.


-¡Chicos! ¡Aquí!

La voz inconfundible de Silvia nos saludaba, me giré y ahí la vi. La saludamos y nos dirigió a una pequeña mesa delante de las tablas.

-Os voy a presentar a unas amigas.

Y ahí, de espaldas a nosotros, dos chicas mirándose a los ojos, sonrientes, nos esperaban. Y al girar, yo hice lo mismo, las miré y sonreí. No podía hacer otra cosa.

-¿Malú?
-¿Os conocéis? (Preguntó Silvia)

Asentí sonriendo.

-Es... es mi prima Madame.

Di un paso y bajó del taburete en el que estaba sentada, alargué mi mano y la cogió, la estiré y la abracé. Fuerte. Le susurré un 'lo siento' que hacía tiempo que había de haber dicho. Abrí los ojos y sonreí a Alba. Me separé de mi prima y oí como Roberto carraspeaba. Me giré hacia él.

-Soy Roberto. (Dio dos besos a Madame) El futuro marido de Malú. (Se dirigió a Alba, que ni siquiera hizo el amago de levantarse de su taburete, le estiró la mano) ¿Y tú eres?
-Es la chica de Madame.

Lo dije rápido, sin respirar, y me sentí muy bien. Sonreí y me senté a su lado. Se giró hacia a mí.

-¿Todo bien? (Me susurró Alba, y asentí)
-Voy a buscar unos gin-tonics, (comentó Roberto detrás de mi)

Solo le comenté un 'muy bien' y dejé que se fuera. Volví a mirar a mi prima sonriente. Que bien tenerla cerca de nuevo.

-Estás impresionante. (Le sonreí a Alba y le di un golpe en el brazo) Cuando te vea Vanesa... no sé si va a poder cantar.

El pasado nos aguantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora