Capitulo 5

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Capítulo 5

Llegué a casa, y al cerrar la puerta y girarme me encontré a Alba sonriente en el sofá. Apoyé la espalda en la puerta, mi amiga dejó de sonreír cuando oyó mi bolso caer al suelo y mi cuerpo se desvanecía acabando en el mismo lugar.

-Vane...

Oí sus pasos corriendo hacia mí, se sentó y me abrazó. Cómo tantas veces había hecho. Protegiéndome.

-Llora todo lo que tengas que llorar pequeña...

Sí, necesitaba llorar, de rabia, de impotencia y sobre todo de dolor. De arrepentimiento. Aquel que siento cada vez que veo a Malú, aquel que sentí desde que la presenté a mis padres como una compañera cuando era mi chica. Aún recuerdo su mirada de desilusión, la defraudé tanto como lo hice conmigo misma. Era el puro sueño de mi almohada, aquella que apretaba fuerte todas las noches mientras lloraba, y volvía a arrepentirme de lo que no hice.

-Lo siento Vanesa... no quería que esto pasara...
-No... (Intenté respirar, y calmarme) No tienes la culpa. La cagué, (la miré) y tú estabas ahí. Y recuerdo como me repetías una y otra vez que fuera corriendo a buscarla y me enfrentara a mis padres, a mis miedos, a mi vida. Y no... (Me separé de Alba) no te hice caso... (Me levanté)
-Quizás si me hubieras hecho caso no habrías vivido tu vida.

Me giré hacia ella, que estaba levantándose del suelo, la miré seria, buscando en mi cabeza las palabras adecuadas para contestarle.

-¿Qué vida, Alba? ¿Mi gran trabajo en una discográfica sirviendo cafés? ¿Seguir mintiendo a mis padres? ¡Ni mi hermano sabe apenas nada de mí! ¿Qué vida, Alba? (Me di la vuelta para irme a la habitación, di un paso) Mi vida se esfumó cuando se despidió de mi...

Flashback

-Malú, por favor, escúchame...

La perseguí por todo el parque de la universidad mientras gritaba su nombre, había dejado a mis padres hacia unos minutos en el coche, dentro de dos días nos volveríamos a ver.

-Malú.

Cada vez iba más deprisa, mi respiración agitada cada vez más. La había cagado, y esas eran las consecuencias. Volví a decir su nombre, y esta vez paró en seco. Pude ponerme a su lado, le acaricié el brazo pero se apartó rápido, me miró y noté como algo dentro de mí se rompía.

-Déjame en paz Vanesa.
-Escúchame...
-No, no...
-Si... lo siento... yo...
-¿Tu qué? ¿Eh?

Bajé mi cabeza y miré el suelo, no podía mantener su mirada con la mía. Algo cambio en ella, algo cambio en nosotras. En unas horas, cenamos la noche anterior entre risas y besos. Y ahora...

-No tenía que haber dicho eso...
-Pero lo has hecho.

La miré de nuevo, estaba desafiante, pero a punto de romperse. Estaba siendo fuerte, y luchando contra ella misma.

-Te prometo que se lo voy a contar... Yo... algún día...
-(Rio) Algún día...
-Malú...
-Hasta aquí. (Dejé de respirar) Tú no estás lista para decirle a tus padres que tienes novia, muy bien... Yo no estoy lista para estar con alguien que se avergüenza de ello.

Fin del flashback

Nunca volví a pisar un parque, hasta hoy que lo he vuelto hacer, y con ella. Y ahora estoy en la cama, tumbada mientras miro fotos de lo que fue de nosotras y quizás nunca volverá a ser, como hice aquel día después de verla correr alejándose de mí. Y Alba a mi lado, en silencio, como aquella tarde, mientras en la misma minicadena suena Alejandro Sanz.

Me desperté cuando oí mi teléfono sonar a lo lejos, lo encontré en mi bolso, aun en el suelo de la entrada, apagué la alarma y lo dejé en la encimera. Me fui a la ducha, me vestí, desayuné un poco, recogí el bolso, cogí el teléfono y salí por la puerta. Me puse música y volví a guardar el móvil. Subí al metro y me dirigí a trabajar.

-Buenos días...

Dije al llegar saludando a las cuatro personas que siempre hacían el café en aquella máquina de la entrada, y que apenas conocía. Me senté en mi silla, encendí el ordenador. Ningún correo nuevo. Cogí mi móvil y lo puse a cargar. Oí como se abría la puerta y levanté la cabeza, mientras Miriam pasaba por delante de mí sin mirarme.

-Miriam...

Se paró y se giró, vino hacia mí.

-¿Qué quieres?
-Bueno... bueno días...
-No te creo Vanesa... (Soltó el bolso encima de mi mesa) ¿No vas ni a disculparte?

No entendí porque lo tenía que hacer, la miré esperando que hablara.

-Te esperé en casa a la hora de siempre, y no apareciste. (Clic. Cerré los ojos recordando que habíamos quedado) Te envié varios mensajes y nada. (Cogí el móvil y miré WhatsApp) Te llamé también...
-Joder Miriam, lo siento...
-Si no tenías ganas de quedar, lo podrías haber dicho.
-¡No! Tenía ganas pero me surgieron otras cosas y no pude...
-Ya... (Cogió su bolso de nuevo)
-Lo siento, de verdad. (Me levanté y miré hacia los lados, no había nadie) ¿Puedo... (Puse mi dedo en su muslo) invitarte... (Empecé a subirlo hacia su cintura) a comer... (Lo dejé en el borde del pantalón, la miré y sonrió) al salir?
-Me parece bien.

Sonreí, oímos la puerta y separé mi mano de su cuerpo, se giró y se fue a su despacho. Volví a sentarme en mi sitio, la mañana pasó entre cafés, sonrisas forzadas que dedicaba a la gente que entraba y salía por la puerta de la discográfica y alguna que otra llamada.

-Vanesa...

Desvié mi cabeza del ordenador y miré a Miriam que venía hacia mí.

-Voy a salir unos minutos tarde, ¿me esperas donde siempre?

Le sonreí y asentí. Era hora de irse, así que cerré lo que estaba haciendo, recogí y me fui por la puerta. Llegué al restaurante y me senté en una de las mesas que me habían indicado, me pedí una copa de vino y esperé mientras miraba la carta.

-¡Ya estoy aquí!

Levanté la cabeza sonriente, hasta que vi a Miriam y a sus acompañantes.

El pasado nos aguantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora