Capitulo 19

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Capítulo 19


Un par de días después, sentada en una cafetería, con un cortado con hielo enfrente de mí, esperaba ansiosa a David. Me contestó esa misma madrugada, '¡Me acabas de alegrar la vida! ¿Cuándo quedamos para firmar?' Recuerdo aquel mensaje sonriendo. Había pasado todo tan rápido, apenas 48 horas antes estaba despidiéndome de Silvia y de su discográfica, incluso me gasté el poco dinero que tenía en comprarme aquel single que no había salido a la venta. La maqueta era mía, y me sentí muy orgullosa de ello.

-¡Vanesa!

Levanté la cabeza al oír mi nombre, David se acercaba corriendo hacia mí. Me reí cuando tropezó con una de las sillas del lugar. Me levanté y llegó a mí, me dio un par de besos, cogió fuerte mis hombros y me tambaleó.

-¡Bien! ¡Estoy muy contento!

Volví a reírme. Estaba loco. Un loco encantador, por cierto. Alto, moreno, siempre iba arreglado, hoy se había puesto unos pantalones beige con un polo de color azul, llevaba una bandolera, y los zapatos eran marrones y azules. Y una de las cosas que más me gustaban eran sus ojos, su mirada. Una mirada real, divertida, intensa, bonita, de esas que te sonríen. Mágica.

-Vamos a empezar... Por cierto, otro día quedamos en el centro.
-¿Te has perdido? (Le comenté riendo)
-Muy graciosa... Pero no me gusta mucho estar cerca de un hospital... me da cosa...

Volví a reírme. Vino el camarero y se pidió un té. Empezó a sacar papeles.

-Vamos a empezar...

Y eso hizo, empezó a hablar, a explicarme como sería aquello que estaba a punto de empezar. Pero a los dos minutos dejé de escucharle y me centré en la mesa del fondo, en el cuadro que había encima de ella, en el borde de las sillas, en las flores que el dueño había cambiado desde la primera y última vez que vine. Y me acordé de ella. De la persona que me trajo aquí. No podía elegir otro lugar para empezar de nuevo, tenía que ser este. El lugar donde volví a ser un poco feliz. Donde volví a hablar con Malú, mientras comíamos aquel mediodía. 

-Luego podríamos centrarnos en el mercado chino... Creo que te quedaría muy bien un kimono...

¿Kimono? Un momento. Miré a David.

-¿Perdón?
-No me escuchabas Vanesa...
-Lo siento... es que... bueno...
-Vamos hacer una cosa, es demasiada información, lo sé. Te voy a dejar todos los papeles, los lees, lo consultas con la almohada (sonreí) y mañana me llamas. ¿Te parece bien?

Asentí, ordenó los papeles, los puso en una carpeta con el logo de la discográfica, Benort Records. Lo cogí mientras él se levantaba, dejó unas monedas sobre la mesa y me miró sonriente.

-Tranquila... el kimono lo dejamos para más adelante.

Se rio mientras se iba alejando de mí. Le vi salir por la puerta, después me centré en la carpeta. Acaricié las letras del logotipo con mis dedos. Un escalofrío entró por mi cuerpo. Sonreí. Segundos después me levanté, pagué y me fui. Paseé un rato por aquellas calles que apenas conocía. Llegué a la parada de metro más cercana, y me fui a casa.

-¡Ya estoy aquí Alba!

Cerré la puerta, y giré mi cuerpo hacia el sofá. Paré. Mis ojos se clavaron en la persona que estaba de pie delante del sofá. Sonrió al verme. Desarmándome con su mirada. Intensa. Temblé. Siempre lo hacía cuando la tenía cerca.

-Hola... (Dijo) Alba no está... Había quedado con Madame y...
-¿Qué haces aquí?
-Necesitaba verte.

Sonreí. Dejé el bolso en la encimera junto con las llaves y la carpeta con el contrato. Levanté de nuevo mi cabeza y ella se había movido. Estaba viniendo hacia mí. Me puse nerviosa, un nudo en la garganta había aparecido. Y ella seguía sonriendo. Tan bonita.

-Siento no haberte dicho nada... pero... tenía que acabar con algunas cosas antes de dar este paso.
-(Asentí) Y... ¿Lo has hecho?

Asintió, sin dejar de sonreír. Como había echado de menos su sonrisa. Como la había echado de menos. Se acercó y me cogió de las manos.

-Siento mucho... (Dejó de mirarme, y se centró en el suelo) Todo lo que ha pasado...
-No... Malú... (Levanté su cabeza y volvió a mirarme) Fui yo la que hace años dejé escaparte. Fui una cobarde y no te merecías eso.
-No dejé que te explicaras...
-Ey... Lo estás haciendo ahora. Tenía que ser valiente, mirar a los ojos a mis padres y presentarte como lo que eras.
-(Sonrió) y... ¿Qué era?
-Mi chica. Eras... lo más bonito que me había pasado en aquellos cuatro años de universidad.
-¿Era?
-(Sonreí, se había puesto tensa, acaricié su mejilla) Malú... Eras, eres y lo serás siempre. Porque volvería a encontrarme contigo en uno y cientos de atardeceres. Volvería a querer que me abrazaras desde atrás y me hablaras al oído. (Sonrió) Atrincheras en alguna de nuestras habitaciones, despeinadas, confesándonos nuestros miedos.
-¿Sigues teniendo miedo?
-(Negué con la cabeza) Cuando nos separamos (bajé mi cabeza y cerré fuerte los ojos) Me di cuenta que el mayor miedo que tenía era perderte... Fue el peor verano de mi vida... (Volví a mirarla) Volví a subir a Madrid. (Dejó de sonreír, esperó que continuase) Si... Tenía tu dirección y fui a tu casa. Pero... Te habías mudado...
-Nos cambiamos de urbanización aquel verano. (Dijo recordando) Pero... ¿Por qué viniste?
-Venía a presentarte a mi madre. (Sonreí y me sonrojé) Una noche me pilló llorando en mi habitación, viendo nuestras fotos... y le expliqué todo lo que había pasado. Quería conocerte...
-Vanesa... yo...
-No. No pasa nada. Siempre he creído en el destino. En el karma. Y ahí estaba el mío. No tienes culpa de nada Malú...
-Hemos sido muy cobardes las dos, Vanesa... (Me sonrió y me calmé, siempre conseguía eso) Y no quiero serlo más.

Le sonreí, me moría de ganas de besarla. De volver a respirar de ella. Antes de hacerlo, necesitaba saber si todo había terminado, tenía que preguntarle algo pero no me atrevía. Cogí aire, habíamos decidido ser valientes, ¿no?

-Malú... (Me separé un poco de ella) Necesito... necesito saber algo más... (Dejé de tocar sus manos, me di la vuelta nerviosa, volví a girarme, Malú seguía quieta, seria, esperándome) Y... ¿Y Roberto?

Sonrió, cogió aire, dio un paso y volvió a coger mis manos, mi miró a los ojos.

-Se acabó Vanesa. Te dije que se habían terminado los errores, ¿no? (Asentí) Él era uno de ellos... No el peor, pero si el principal...
-¿Cuál es el peor?

Mierda. ¿Por qué preguntas Vanesa? Pensé después de Hablar. Cerré los ojos y bajé la cabeza, oí a Malú reír.

-Lo siento...
-(Me cogió la cara e hizo que la mirara de nuevo, estaba sonriendo) El peor fue no dejarte explicar... Lo peor fue dejarte ir Vanesa...

Sonreí y no esperé más. No dejé que de su boca saliese ni una palabra de nuevo, separé mis manos de las suyas, cogí su cara y la besé.
Noté como sonreía y me apretaba la nuca, y nuestras lenguas se apoderaron de nuestras bocas. La respiración agitada de ambas se oía por toda la sala, cogió mi cintura con un brazo y me acercó todo mi cuerpo al suyo. Dio un paso hacia atrás y la seguí. Sin separar nuestros labios. Chocó con mi sofá, y nos separamos. Me miró y me sonrió. Se mordió el labio cuando bajó sus ojos a mi camiseta, y sus manos se colaron por ella rozando mi piel. Me estremecí y me reí. Las tenía frías, y mi cuerpo... mi cuerpo ya había subido unas décimas al tenerla tan cerca. La miré cuando me quitó la primera prenda, e hizo que me sentara en sus piernas. La besé, pero dejó mis labios para centrarse en mi cuello, en mis pechos, mientras con sus manos me quitaba el sujetador, arqueé mi espalda cuando noté que este caía al suelo. Y fui mala cuando, con una de mis manos, fui directa a su zona más íntima, aun con la ropa puesta, lo acaricié y de su boca salió un suspiró. Me reí, la había sorprendido, y se separó de mis pechos dejándome espacio para quitarle su camiseta. Y volví a devorarle la boca. Se levantó cogiéndome por mi trasero, dio unos pasos hasta que me dejó estirada en el sofá. Repartió besos por todo mi cuerpo hasta que llegó a los pantalones, le molestaban y en un abrir y cerrar los ojos habían desaparecido. Volvió a subir y me besó de nuevo, aproveché para darme la vuelta, con cuidado, el sofá no era muy grande, me reí cuando intentaba hacerlo, y ella también se rio. Cuando lo conseguí, la miré a los ojos, acaricié su cara, besé su cuello, le susurré te quiero al oído, bajé por todo su torso, su barriga, paré en su ombligo, que recorrieron mis dedos acariciándolo, mis dedos bajaron hasta su pantalón. Lo desabroché y mientras lo iba bajando besé sus piernas hasta llegar a sus pies. Volví a subir y me quedé en su ropa interior. Se la quité despacio, sonreí cuando apretó sus manos en la tela del sofá, mientras mi lengua hacía de las suyas, subí y la besé mientras mis dedos seguían el trabajo. Me giró de lado, dejando mi cuerpo de espaldas al respaldo del sofá, me quitó la única prenda que me quedaba, y mientras sus dedos se apoderaban de mí, suspiré y grité su nombre hasta que me quedé sin reparación y quedé rendida encima de su pecho mientras olía su piel.

El pasado nos aguantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora