Capítulo 31 (Epílogo)
Apoyé mi cuerpo en la habitación de invitados donde estaba Malú, sentada en la cama, agachada, poniéndose los zapatos de princesa que iba a llevar para esta ocasión.
-Vanesa... (Sonreí) me vas a desgastar...
Me reí mientras entraba a la habitación y ella se levantaba poniéndose bien su vestido, me puse enfrente y nos miramos a los ojos. Nos sonreímos, me acerqué un poco más a ella y le susurré.
-Ahora mismo te desgastaría a besos.
Moví mi cabeza y fui directa a su cuello, se rio y se apartó.
-Ni se te ocurra liarme.
-Solo un poquito. (Negó sonriendo) Va...
-Que no Vane, además ¿te recuerdo dónde estamos?
Me separé con resignación y miré hacia la puerta, rasqué mi nuca y recordé perfectamente donde estábamos. Sonreí cuando oí a mi madre en el pasillo diciéndole a mi padre que se pusiera de una vez el traje, que en apenas unos minutos nos íbamos. Cerré los ojos y respiré la brisa que entraba por la ventana de aquella habitación, echaba de menos el mar de mi tierra. Sonreí cuando noté las manos de Malú rodeándome la cintura, mientras su mentón lo apoyaba en mi hombro.
-Ya era hora de estar aquí...
-Pues si (Le dije mientras giraba mi cuerpo y me quedaba frente a ella) Pero han tenido que pasar cuatro meses...
-Si no tuvieras tanto trabajo...
-¡Oye! (Le di un pequeño golpe) Es importante hacer una gran promoción para que me escuchen y vean mi música.
-Lo sé, lo sé... (Se rio) Perdone señorita cantautora. (Alcé una ceja y volvió a reír) Me gusta estar aquí por fin, y me encanta que hayan elegido tu playa para casarse...
Suspiré y sonreí. La apreté contra mi cuerpo y la besé. Se quejó por el maquillaje pero volví a besarla. Me reí mientras me separaba y ella se quedaba con ganas de más, 'esto no quedará así' me dijo mientras yo salía del cuarto. Me dirigí al fondo del pasillo, una niña pequeña salía de una habitación correteando para bajar la escalera, iba vestida de blanco, con unas florecillas en la cabeza, era castaña y risueña, una chica algo mayor que yo salió detrás de ella gritándole que vigilara que llevaba los anillos de las novias. No pude evitar sentir un cosquilleo y ponerme un poco nerviosa por lo que iba a pasar dentro de unos minutos. Respiré y di unos pasos, paré en la puerta para observar lo que pasaba ahí dentro. Una mujer mayor emocionada le estaba poniendo unos pequeños pendientes a la novia más guapa que había visto nunca. Noté como una lagrima bajaba por mi mejilla y la sequé rápido con mis dedos. Di un paso más y abrí la puerta. Se giraron y me sonrieron.
-Anda, pasa amiga...
Le hice caso, apoyé una de mis manos en el hombro de su abuela, aun emocionada, y cogí la mano de mi amiga. Le sonreí.
-Estás... estás increíble Alba...
Me sonrió y se giró de nuevo al espejo de pie que había en esa habitación. En mi habitación. Tragué el nudito que se me había formado en la garganta, di un paso atrás y la miré de arriba a abajo. Estaba radiante. Parecía que le habían cosido el vestido encima de su cuerpo. Blanco, con la espalda al descubierto, apretado hasta la cintura, con pocos detalles, con un simple y preciosa caída que hacía que aquel vestido pareciese el más mágico de todos. Respiré, no quería llorar, sonreí y la miré.
-¿Lo tienes todo?
-Si... (Dijo girándose) Lo nuevo es el vestido, y luego... (Miró a su abuela) Tengo estos pendientes (dijo tocándose ahora sus orejas) Azules, viejos y prestados.
Su abuela, aún más emocionada abrazó a Alba, y allí no pude reprimir más mis lágrimas y me uní a su abrazo. Acabamos riendo, mientras su abuela nos echaba la bronca porque íbamos a estropearnos todo el maquillaje.
-Vamos niñas, acabar y bajar. A un chico hay que hacerle esperar en el altar... pero a una mujer... ¡uy! ¡Tenemos mucho carácter!
Nos reímos mientras ella salía del cuarto haciendo mil gestos con las manos, di unos pasos y cerré la peurta, me giré y miré a Alba.
-Aun no te he dado las gracias...
-¿A mí? (Le pregunté mientras me acercaba y me ponía enfrente de ella)
-¡Claro! Gracias por prestarme un rato tu habitación para vestirme.
-No digas tonterías (sonreí), es una de las mejores cosas que pasaran en esta habitación en todo mi vida...
Me sonrió, me acerqué un poco y nos abrazamos fuerte. Apenas semanas antes habían decidido que se casaban allí, en Málaga. Alba, desde que vino por primera vez se había enamorado de mi tierra, de la temperatura, de la gente, de los jazmines... y de ese mar que tantos buenos ratos nos ha regalado. Me pareció tan bonito que lo hiciera en mi ciudad que lo único que podía hacer es que no se vistiera de blanco en un frio hotel, sino que lo hiciera en mi casa, y donde mejor que en mi habitación.
-Va... Basta...
Dije riendo mientras me separaba de ese abrazo. La miré y le sequé alguna lágrima que le bajaba de sus mejillas.
-Sonríe fuerte, (le dije) es tu día amiga. Ha llegado tu día.
Salí de esa habitación de la mano de Alba, me aseguré de que todos estaban ya en la puerta para que pudiera bajar, la miré y le sonreí. La dejé en el primer escalón y bajé. Me puse al lado de Malú, en silencio, y miré como bajaba sonriente del piso de arriba, apreté fuerte la mano de mi chica y nos miramos. Algún día, quizás, bajaré esas escaleras mientras mi padre me espera en la puerta para llevarme hasta al altar. Porque será él, solo él quien lo haga. Aunque al principio se sorprendió que le dijera que estaba enamorada de una chica, no se lo tomó nada mal. Me veía feliz, y eso, al fin y al cabo, es lo que le importaba.
Nos dirigimos a la playa, Alba acompañada en el coche por su padre y su abuela llegaorn diez minutos despues de todos nosotros.-¡Madame!
La saludé al llegar, eataba nerviosa, se lo noté cuando me abrazó sin pensarlo. Me separé y la miré.
-Que suerte tiene Alba al tenerte... (Sonrió y se sonrojó)
-¿Va a tardar mucho en llegar?
-No... No te preocupes...Apreté su mano antes de irme, di unos pasos y me senté al lado de mi madre mientras Malú iba a buscar a sus padres y ellos tambien se sentaban a nuestro lado.
La música sonó, y aunque todos se giraron, yo esperé un segundo. Ese segundo donde Madame vio por primera vez a la que minutos después seria su mujer. Se emocionó, sonrió tan fuerte como pudo. Llevaba un vestido muy sinole, de palabra de honor, con una caída de sus pechos hasta los pies. No necesitaba nada más.
Me giré para mirar a Alba, y me encontré con la mirada de Roberto, el tío segundo de Mada y ahora amigo también de la familia. Acompañado de su nueva pareja, Ana, la directora del hospital. Nos alegramos por él. Se le veía feliz, había reducido sus horas de hospital, y se le veía más tranquilo. Semanas antes le habia preguntado por Silvia, me alegré al saber que se habia tomado un año sabático. Lo necesitaba.
Alba llegó al pequeño altar llorando, me reí emocionada, miré a Malú y estaba igual. Nos sentamos cuando la ceremonia iba a empezar. Entrelacé mi mano con la de mi chica mientras viviamos el momento más especial de nuestras mejores amigas.
Después de mucha comida, algunas copas de vino, muchos regalos, llegaba sorpresa. Entramos al baile, besé la mejilla de Malú y me dirigí al escenario. Cogí mi guitarra y me puse delante del micro. Busqué a Alba y Madame y me dirigí a ellas.-Llegó el día, (el nudo se encontraba en mi garganta, carraspeé) gracias por hacernos participes de vuestra felicidad...
No podía hablar más, así que me callé, puse mis dedos en las cuerdas, cogí aire y empecé a tocar los acordes.
'Alguien que sepa frenar enero, alguien que sepa que viene fuerte...'
Alguien que venga tan fuerte como ella, no pude no llevar mi mirada a sus ojos. Malú, mi niña mimada. Llevábamos tantos meses sin separarnos que parecía un sueño del que nadie nos podía despertar, y si lo intentaban allí estaban nuestros cuerpos, nuestras ganas de seguir peleando y luchando por lo nuestro. Frenando enero, febrero, la primavera, hasta el invierno. Siempre encontrándonos con nuestros ojos, arañando el destino...
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No se si podré agradecer tanto vuestro cariño, regalándome vuestros minutos leyéndome y dejándome un comentario con un simple gracias...
Pero, no puedo hacer otra cosa...
¡¡GRACIAS UNA VEZ MÁS!!Nos vemos pronto... De verdad❤️
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El pasado nos aguanta
Fanfiction'Hoy camino entre ruinas, como un tempano de hielo estas paredes, esta cama que hoy te mira agoniza sin medida' Historia ficticia sobre Vanesa Martín y Malú, hecha con cariño y admiración.