Capitulo 25

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Capitulo 25

Me reí cuando lo leí. Me parecía todo tan surrealista que no pude no reírme. Le miré y estaba sonriendo.

-¿Esto es verdad? (Le pregunté) Es gracioso...
-¿Estás contenta? (Me dijo sonriente)
-No... (Dejé de reír, no lo entendería)
-Pero Malú... es lo que querías... que pasáramos más tiempo juntos, que te hiciera caso...
-No... ¡No Roberto! (Alcé la voz, respiré e intenté tranquilizarme) No puedes cambiar todos mis turnos. (Tiré la carpeta encima de la mesa) Ya no puedes hacerlo Roberto... No puedes manejar mi vida a tu antojo... Ya no...
-Malú, estás exagerando... yo nunca...
-¡Ja! Tu siempre lo has hecho. Y decidí que no quería más errores en mi vida.

Volví a coger mi bolsa, y me marché. Me dirigí a la directora para a ver si podía hacer algo con ello. Toqué la puerta y esperé que me diera paso. Siempre me daba mucho respeto aquella mujer, alta, morena, siempre llevaba faldas y blusas, encima su bata de doctora e sus gafas. Nunca llevaba zapato plano, e iba maquillada a la perfección. Cuando entré no se movió de su silla, me extendió la mano y me indicó que me sentará.

-Verá... quería... yo... (Carraspeé y respiré) Quería pedirle un cambio de tutor.
-Vaya, (abrió una libreta, imaginé que miraría los horarios de aquella semana) ¿No está contenta con el doctor Lorenzo?
-Bueno... si... pero... me gustaría acabar de formarme con José, (me miró por encima de sus gafas) con el doctor Martínez. Está haciendo una investigación increíble sobre una operación a corazón abierto que va a hacer y...
-Doctora Sánchez... (Me coloqué de nuevo en la silla, la miré y sonrió) Miraré que puedo hacer, pero no le prometo nada.

Sonreí. Me sorprendió que dijera eso. No me esperaba que fuera amable conmigo, pero fue así. Quizás solo lo usaba para que me callase y me fuera de su despacho, y ni siquiera se miraría los horarios. Pero... me sorprendió aún más cuando vino a buscarme un par de horas después para decirme que al día siguiente tenia fiesta, y el próximo continuaría con el doctor Martínez, para mi, José. Estaba tan contenta que me levanté del sillón y me fui a buscar a Roberto, solo eran unas horas y algo, quizás, aprendería. Llegué al bóxer donde se encontraba el paciente, una mal caída jugando con un patinete tenía la culpa de aquella pierna rota por tres sitios diferentes, me puse los guantes, la mascarilla, y me coloqué al lado de Roberto, que se encontraba sentado en un taburete.

-Vamos chaval, esto va a doler un poco...

Sonreí, siempre intentaba calmar los nervios a los pacientes, em gustaba eso de él. Me había enseñado mucho esos meses, de cerrar una herida en un brazo, a imputar un dedo... Habíamos pasado muchas horas juntos, aunque quizás lo que necesitábamos era pasarlas fuera de aquellas paredes. Dejé de pensar en eso, y me centre en el paciente. Cogí su cabeza y la inmovilicé.

-Tienes que relajarte. El doctor sabe hacer muy bien su trabajo.

Noté que me miraba, me giré y así era. Sonreí, y aunque con las mascarillas no nos viéramos supe que él también lo hizo. Siempre pensé que hacíamos un buen equipo, aunque yo no sirviera para estabilizar huesos rotos. Él era un genio del cuerpo, y lo demostraba cada vez que tenía un caso.
Las horas fueron pasando, y el paciente reaccionaba bien a los medicamentos, entre café y café, hicimos las pruebas, me enseñó como tendría que estar la pierna alineada correctamente y como lo haría dentro de un par de días. Además, utilizaría una técnica nueva que había hecho un amigo suyo de Estados Unidos. No era muy complicada, pero si salía bien, podría ser una de las recuperaciones más rápidas en lesiones de huesos. Solo faltaba convencer a los padres, y la operación estaría en proceso.

-Bueno... (Dije levantándome del sillón de la sala donde estábamos descansando después de la última visita al chico) Me voy a cambiar, ha sido una buena noche...
-Si... Yo también me voy. (Se levantó también) ¿Quieres que quedemos en la cafetería, desayunar y luego te llevo a casa?

Sonreí,  le iba a decir que si cuando mi móvil sonó. Lo cogí de mi bolsillo y lo desbloqueé. 'Tengo churros y chocolate calentito, te espero en el parking'. Mierda, me había olvidado completamente que me venía a buscar. Le contesté un 'Ahora salgo', miré a Roberto que esperaba una respuesta.

-Mejor otro día... ya he quedado.

Dejó de sonreír, y no me gustó verle así. Pero, él había perdido su oportunidad. Salí por la puerta, y me fui a cambiar. Unos minutos después cruzaba la salida del hospital, oí mi nombre y me giré.

-Perdona... no quería gritar tan fuerte.
-(Me reí) No pasa nada Roberto, dime.
-Acabo de hablar con los padres del chico, me han dado su aprobación (añadió sonriendo). Mañana por la noche entramos a quirófano.
-¡Eso es increíble! Me alegro mucho... (Le contesté sonriente)
-Me gustaría que estuvieras ahí, pero...

Bajé mi cabeza y seguimos el camino. Llegamos al parking, y yo seguía pensando en aquello. ¿Por qué no iba a presenciar aquella operación? Sería interesante y abrir mi mente a posibles opciones en mi futuro nunca estaba de más. El claxon de un coche me volvió a la realidad.

-Creo... creo que te están esperando... (Dijo Roberto, le miré)
-Si... Yo...
-Toma. (Extendió su brazo y me dio un papel) Me olvidaba esto. La chica de recepción me ha dado tus horarios nuevos.

Sonreí, lo cogí y los miré. La directora había cambiado de nuevo mis horarios, está vez estaría con José. Le miré, estaba a punto de irse.

-Roberto... (Se giró) Ya tengo horarios (Le devolví el papel y sonreímos) Nos vemos mañana en la operación.

El pasado nos aguantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora