Capítulo IX

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--Shhh no te alteres cariño, sólo soy yo. -- Dijo una familiar voz por alguna parte de la casa.

--¿Quién eres y dónde estás?-- Pregunté al aire.

--Ohh sabes muy bien quién soy, no te hagas la tonta. --Dijo la voz cerca de mí. --Odio cuando haces eso. -- Siguió hablando.

--¿Por qué no das la cara al menos? --Más que miedo, me sentía irritada. ¿Quién se creía que era para entrar sin permiso a mi casa y intentar asustarme?

--Para qué quieres verme si ya sabes quién soy. --Contestó la voz muy cerca mío, demasiado cerca.

--Sí, pero no sé dónde estás. --Dije mirando por toda la salita.

--Bueno... Te daré pistas. Estoy muy cerca. --Comenzó a decir. --Mucho más cerca de lo que piensas. --Siguió diciendo.

--Eres un cobarde. --Logré articular en un acto de valor.

--Uy que la pequeña se pone valiente. --Se burló de mí. --¿Qué sabes hacer?

De improvisto salí corriendo hacia la cocina. Empecé a abrir todos los cajones que veía, hasta que encontré un cuchillo. Y apunté hacia dónde creía que seguía la voz.

--Vale, vale... Tengo que reconocer que eso no me lo esperaba. --Escuché, un poco más lejos que antes. -- Pero cariño, ¿De qué te sirve un cuchillo si no sabes dónde se esconde tu contrincante?--Preguntó retóricamente.

--Puedo estar en cualquier sitio. --Susurró lo suficiente alto para que yo lo escuchara. --Puedo estar en un momento al lado del sofá... Y al otro... -- Siguió hablando. --Aquí. --Sentí su aliento en mi cuello, lo tenía justo detrás. Eso hizo que gritara y en consecuencia, que mi única arma se cayera al suelo, muy muy cerca de mis pies.

--Qué fácil es asustarte. --Susurró de nuevo. --Me encanta. --Dijo riendo. Aproveché que parecía ocupado y salí corriendo a abrir la puerta. Pero estaba cerrada con llave.

 __Joder mama, tenías que llevarte mis llaves justamente hoy. __ Dije para mi misma.

Intenté pensar, de verdad que lo hice, pero se me hizo imposible. La situación me superaba, nunca había vivido algo así y no sabía como tenía que actuar. Ni si quiera sabía con qué estaba lidiando. ¿Se suponía que era un fantasma? ¿Qué es? ¿ Qué tengo que hacer? ¿Por qué nadie me podía contestar?

--¿Qué quieres? --Le grité desesperada.

--¿Otra vez con la preguntita? Ya te lo dije. A ti cariño. --Contestó tan fresco.

Lo que pasó a continuación lo viví a cámara lenta.

Miré hacia la persona que se encontraba dónde hace un minuto estaba yo. No cualquier persona, era justo la que me imaginaba que era.

Derek.

Sí, el Derek con k.

Cuando se dio cuenta de mi cara de asombro me sonrió de una forma perturbadora y lo siguiente que pasó no sé como describirlo.

Se agachó como si tuviera todo el tiempo del mundo, cogió el cuchillo y se lo pasó a la mano derecha, y después a la izquierda, cómo si fuera una especie de juego. Porque, para él, esto es lo que era. Un juego.

No tuve tiempo a reaccionar, ni si quiera sé cómo pasó. Lo único que recuerdo es su sonrisa justo antes de lanzarme ese cuchillo en dirección exacta a mi cabeza. ¿Sabes lo típico que ponen en los libros del último pensamiento de la persona? Algo tipo "yo sólo pensaba en mi familia" o " vi toda mi vida pasar por delante de mis ojos". Pues a mi no me pasó eso. 

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