Capítulo XXIX

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POV'S NATHAN

Lo sentía.

Sentía que ya entraba.

La humanidad me entraba por la sangre y se esparcía por todo el cuerpo hasta que llegar al corazón. Y latía fuertemente como hacia años que no hacía.

Así que esto es lo que se sentía. Esto era lo que los humanos sentían.

Tantos años de dolor, tantos años esperando que llegase este momento y así se sentía.

Tampoco estaba mal, era cuestión de acostumbrarse.

¿Problemas?

Oh sí, siempre habían problemas, pero tampoco  me importaban. Prefería haber perdido mis poderes de raza superior a seguir con las tareas que los malditos superiores mandaban.
 ¡Ni que a mí me importara que un tal Josh muriera de un accidente si yo no le salvaba!

Malditos humanos siempre teníamos que protegerlos. Pero por eso un día se cansaron los de arriba de ver que no hacía nada al respecto y me convertí en lo que soy, bueno, en lo que era. Yo no era ese tipo de ángel custodio, yo era el otro, el que estaba al lado del bueno pero hacía que mi víctima sufriera. Dolorosamente.

Y me encantaba.

Visto de esta forma era algo cruel.

¿Remordimientos? ¿Acaso era esto lo que sentía?

Mejor ser humano que lo que era, después de todo el sacrificio tanto mío, Laura y Derek, estaba bien. Aún que echaba de menos borrar mentes y leerlas, me resultaba divertido ver como Laura se estresaba por no saber que sucedía cuando lo tenía justo delante de sus narices.

Laura.

¿Qué fue de ella?

Supongo que haber muerto por culpa mía le habrá convertido en alguien como yo, pero de los buenos ya que tenía demasiada humanidad para no dejarme morir en más de una ocasión. Pobre e inocente Laura.

Sentimientos.

¿Para qué quería yo eso? ¿Sirven para algo más que llorar por cosas inútiles?

Los humanos no saben lo que se perdían sin éstos. Aún que bueno, ahora lo sabría.

Ahora mismo me encontraba en el salón de mi nueva casa, no era demasiado grande ni bonita, pero era lo mejor que podía conseguir en menos de una semana de haberme transformado y intentar asimilar lo que esto conllevaba.

Miré hacia el gran aparato negro que se encontraba enfrente del sofá. Televisión, la caja tonta, Laura se pasaba horas delante de esta viendo estúpidas películas de miedo.

¿Por qué volvía a pensar en ella?

Me acuerdo de aquella vez cuando ésta estaba sentada viendo "The Poltergeist" en el sofá de su casa y comenzó a tener miedo porque sentía una presencia a su lado, es decir, yo a su lado. Que tonta. Pero que mona parecía con su manta aquella noche de pleno invierno cuando la ventana estaba abierta y pequeñas gotas rebotaban y le daban de pleno en su pequeña nariz...

¿Por qué todo me recordaba a ella?

Acaso yo...

¿Qué? Claro que no.

Todo era fingido.

Incluso los besos y los abrazos no pedidos. Todo era fingido.

Aún que siempre quería más, siempre necesitaba más de ella, por pequeño que fuese, siempre pedía más. Era como una droga. Mi pequeña adicción.

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