Capítulo XIII

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No tenía ningunas ganas de hablar con nadie. Y dentro de un par de horas Eric vendría a mi casa.

Fui a la cocina y abrí el congelador. Ahí estaba mi salvación. Una hermosa tarrina grande de Stracciatella se encontraba debajo de la carne congelada que guardaba mi madre. Cogí una cuchara sopera y fui a sentarme al sofá. No sabía por qué pero no me encontraba de humor.

Decidí avisar a Eric para que no viniese.

"Eric lo siento pero al final no puedo quedar :(. "Mentí. Al cabo de un par de minutos me llegó la contestación.

"No te preocupes quedamos otro día :p. " Respondió amablemente. Me caía bien.

Sólo podía comer helado y mirar a la nada mientras una canción de Coldplay sonaba en mi móvil. No tenía ganas de nada.

Bufé mientras me levantaba del sofá y dejaba en su sitio la Stracciatella. Cuando di la vuelta para volver a mi sitio, me encontré con un Nathan salvaje en mi sitio.

--Oh Nathan que agradable sorpresa. ¿Quién te ha dejado pasar esta vez? ¿Ha sido el gato o el perro? --Saludé con unos de mis comentarios. --Ah no que no tengo. --Seguí.

--Siempre es un placer entrar sin permiso. --Dijo haciéndome sitio en el sofá.

--Bueno ¿Y a qué se debe esta fantástica compañía?-- Comenté sarcásticamente llegando al comedor.

--Por nada en especial. --Respondió. --Me aburría. --Dijo subiendo los hombros.

--Oh claro porque no hay nada mejor que venir a molestar a una pobre e inocente Laura. --Seguí con la ironía.

--Exacto. --Comentó aparentemente sin entender mis intenciones.

Me senté a su lado y me lo quedé mirando. No podía negar lo guapo que era, por mucho que me molestase. Nathan me devolvió la mirada y estuvimos un rato así, parecía que llevábamos una eternidad mirándonos, hasta que habló.

--¿Por qué me miras? --Preguntó sin apartar la mirada.

--¿Por qué me miras tú? --Contesté con la misma pregunta.

--Pregunté primero. --Siguió.

--Y a mi qué. --No iba a perder.

--¿A qué juegas? --Preguntó.

--Yo a nada ¿ Y tú? --Contesté sin entender las segundas intenciones de esas palabras.

--Me gustan tus ojos. --Me halagó.

--Diría lo mismo, pero ya sabes, no es así. --Mentí. Me encantaban sus ojos.

--Y ese pelo... --Dijo enrrollando un mechón de mi cabello en su dedo.

--Él tuyo es negro. --Afirmé lo obvio sin saber bien que decir.

--Y esa cara tan suave... --Dijo mientras me acariciaba la mejilla. ¿Des de cuando estábamos tan cerca?

---Ummm yo... eh...-- Comencé a tartamudear nerviosa.

--Laura yo... --Comenzó a decir. Pero sus palabras nunca salieron de su boca.

--Me voy. --Dijo levantándose de repente del sofá y poniéndose serio. Y con esas palabras se fue. Se esfumó del comedor.

¿Pero qué le pasaba a este chico? ¿Bipolaridad dónde?

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Hacia días que no le veía. Que no le escuchaba. Días que no le sentía.

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