Capítulo XXIII

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Me sentía observada.

No, no me sentía observada como cuando era Nathan. Me sentía mal, con miedo. El problema es que no estaba en mi casa, ni cerca de ésta. Me encontraba en la calle, sola y en una calle bastante desierta. ¿Siempre tenía que meterme en sitios como estos?

Anduve más deprisa. Siempre hacía eso. ¿No tenía otra cosa mejor que hacer?

Pasos.

Otra vez esos pasos.

¿Era quien yo creía que era?¿O era mi imaginación?

Tenía que averiguarlo.

Con disimulo giré mi cara hacia la derecha, observando de reojo lo que tenía atrás. Mis sospechas eran tan ciertas como siempre, el encapuchado estaba ahí.

__¿Y ahora que hago? __Pregunté en busca de una respuesta.

¿Debía correr? ¿Debía plantarle cara? Quería saber quien era, pero me daba miedo. No tenía nada para defenderme, ni si quiera el correr me serviría.

Decidí seguir andando, giré hacia el callejón a mi derecha, con otro mal plan en mi cabeza. Sabía que me seguiría y por lo que pude observar el otro día, no era muy hábil con la lucha cuerpo a cuerpo, así que necesitaba una distracción, una que me sirviera para derribarlo. Y una vez en suelo poder quitarle la careta y ver quién es. Y después de eso...No sabía lo que haría, pero ya se me ocurriría alguna cosa.

Me escondí en la portería que había justo en la esquina del callejón, para pillarlo desprevenido. Y funcionó, por primera vez, mis locos planes funcionaban. Nada más verlo girar, me eché encima de él y cayó al suelo con un fuerte golpe, que a mí no me dolió porque le tenía a él como colchón.

Ya tenía justo donde lo quería tener. Funcionaba. Realmente funcionaba.

Pero algo no estaba en mis planes.

¿Y ese líquido rojo espeso...?

Era sangre.

¿Pero de dónde salía ésta? ¿Y por qué salía?

¿Acaso era mía? Si no me dolía nada.

Me inspeccioné el cuerpo con un rápido vistazo, pero no encontré rastro de ninguna herida. Entonces sólo podía significa que...

El encapuchado sangraba. De la parte derecha de su cabeza salía el líquido. ¿Tan fuerte había caído?

Me sentía mal. Tampoco quería hacerle daño.

Tenía que quitarle la careta, tenía que saber quién era. Y así poder ayudarle, o lo que fuese.

No.

No.

No podía ser real.

No tenía que ser real.

¿Quién se creía que era?

¿Le tenía que tratar bien ahora que ya sabía quién era?

Encima... Con los sustos que me ha dado.

Aún que bueno... Le había hecho daño, no podía ser mala con él. ¿No?

¿O sí?

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La música sonaba fuerte. Demasiado. Pero no me importaban los vecinos, ni que al día siguiente mi madre se quejara. Sólo quería bailar.

"Bad Habit" de The Kooks sonaba en mi altavoz, esa canción me hacía bailar hasta que me dolieran los pies, y aún así seguía bailando. Realmente me encantaba.

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