Parte 18

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Me levante de la cama con cuidado de no despertar a Wen y comence a alistarme lo más rápido que pude. Tenía un camino demaciado largo para recorrer.

Tome las llaves de la camioneta de mi amiga junto algunas proviciones y su teléfono.

En lo que salía de la habitacion, marque el número de mi casa, resando mentalmente por que me responda.

Uno.

Dos.

Tres tonos. Contesto.

-Pero miren quien esta en apuros-contestó con su tenebrosa voz.

-¡Deja ir a Aiden! ¡Él no tenía nada que ver en esto!-le grité mientras me montaba en la camioneta e introducia las llaves.

-Ay, cariño, el imbécil Aiden tiene todo que ver en esto.

-¡Solo sueltalo maldita sea!

-¿Sabes? No quiero, de echo es grato tener su precencia, intenta escapar y gritar pero sabe que no lo va a lograr con sus dos piernas perforadas con cuchillos.

Al oír esas palabras se me helo la sangre y la mente comenzo a jugarme en contra.

-Voy a llamar a la policia-amenace.

-Hazlo y se muere, tú decides, cariño- y cortó.

Arroje el teléfono al asiento del copiloto y grite de frustración. Comence a golpear el volante y patalear. Estaba muy estresada.

"¡Calmate, maldita sea! ¡Así no vas a solucionar tus problemas!" Me gritó una voz en mi cabeza.

Y tenía razón. Así no iba a salvar a Aiden.

Arranque el auto y comencé la mi camino de vuelta a casa. ¿Quería su gran final? Ahora lo tendrá.

Narra Wendy

De a poco voy abriendo los ojos, los rayos de sol entraban por la ventana así que asumí que sería un hermoso día para viajar. En un par de horas, podríamos llegar a Nueva York.

-Oye Nina, creo que hoy va a ser un buen día, ¿No crees?-voltee esperando la aceptación de mi mejor amiga, pero esta no se encontraba en su cama.

-¿Nina? ¿Estas en el baño?-me levante la cama para abrir la puerta y descubrir que no estaba allí.

¿Dónde mierda se metió?

Mi mirada se poso en mi mesita de noche, allí, no estaban ni mi celular ni mis llaves.

Se escapó.

Salte sobre mi cama hasta la suya con la esperanza de encontrar algún indicio de porque se había ido. Busque debajo de la cama, el armario y en su mesita de noche. En esta ultima encontré una carta, una foto y una pieza de ajedrez.

La carta decía "el juego esta apunto de terminar, ¿te atreves a un último movimiento?" junto con una foto de Aiden en la sala de Nina, amordazado.

Santa mierda.

Solté todo y corrí hasta mi bolso, de allí, saqué unas monedas y salí del cuarto. Caminé hasta el teléfono de monedas que estaba en el estacionamiento del hotel e introduje las monedas con manos temblorosas. Temía que algo le ocurriera a Nina.

Marque mi número de celular y suplique para que contestara.

-¿Wen?

Solté el aire que mis pulmones retenían del susto.

-¡Nina por el amor de Dios, dime ahora dónde estas y que no vas sola a tu casa!

-¿Viste la foto, cierto?-preguntó con lástima.

-Si, la encontre en tu cómoda-pasé mi mano por mi frente por la frustración.-¿Por qué no me despertaste? Podría haberte ayudado.

Oí un suspiro al otro lado.

-Lo siento, en serio, pero este es el final, él mismo lo pacto, y si es el final va a hacer el último espectáculo, en el cual temo que alguien salga lastimado, incluyéndote.

Pude sentir la preocupación en su voz.

-No sé que voy a hacer contigo Nina, estas esperando un bebé, no puedes meterte en la boca del lobo así como si nada, es muy peligroso-advertí con las lágrimas a flor de piel.

-Voy a cuidarme bien, no voy a dejar que me dañe ni a Aiden ni al bebé, lo prometo-su voz se escuchó tan dolida como la mía.

Un momento de silencio se formulo entre las dos, creo ya ninguna tenía algo para decir.

-Te amo, mejor amiga.

Esas cuatro palabras bastaron para romper en llanto. No queria perderla.

-También te amo, mejor amiga.

Y colgó.

Dejándome con mi llanto y el mi miedo a perderla.

Este no iba a ser el fin, no podía permitirlo, tenía que ayudarla.

Narra Nina

Estaba cansada, muy cansada. Llevaba conduciendo hace más de cinco horas y todavía me quedaban dos.

En lo único que mi mente podía pensar es en el sufrimiento de Aiden. La imagen de el amarrado a un silla, siendo torturado por ese psicópata, me llenaba de rabia.

Queria ver a ese infeliz muerto.

Y yo misma me iba a encargar de eso.

Dos horas después...

Al estacionar frente a mi casa, baje del auto echando fuego por las orejas.

Estaba echa una furia.

Al llegar al porche me detuve a pensar.

¿Este en serio iba a ser el final? ¿O solo era un truco para seguir con mi eterna tortura?

Bueno, solo había una forma de saberlo.

Tome el picaporte y lo gire decidida a acabar con esto.

StalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora