Parte 5.

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Luego de mirar un rato las fotos y de ponerme triste, dedique a mirar la televisión. Estaban pasando uno de los viejos episodios de How I Meet Your Mother , cuando Ted busca a la chica disfrazada de calabaza facilona en la fiesta de Hallowen.

Me estaba riendo cuando un ruido en la cocina me hizo sobresaltar, algo se había caído.  Asustada, apague la tele y me escondí abajo de la pequeña mesa de café. Unos pasos se escucharon y luego la risa de un hombre.

Me quede congelada.

-Seguro que esta arriba.-Dijo y sentí como subía las escaleras.

Estaba aterrorizada, no podía moverme y ni siquiera podía respirar. Estaba aquí, en mi casa, en plena tarde, ¿Cómo mierda entro? Seguro forzó la cerradura...¡Al diablo! tengo que salir de este lugar.

Sigilosamente salí de abajo de la mesa y con cuidado tome el teléfono y corrí a esconderme en el armario de la sala. Mi respiración era agitada, por lo que trate de tranquilizarme para que no me encontrara.

Con las manos temblorosas, marque al novecientos once, ya que mi cerebro estaba lo suficiente aterrado como para olvidar el número de Aiden. El teléfono sonó y sonó pero nadie contesto. Fue entonces que lo escuche bajar las escaleras y quedarse quieto por un segundo.

-Vamos Nina, sal de donde quiera que estés.-Me llamo como si fuera un perro escondiéndose de su dueño.

Tape con mi mano mi boca y mi nariz, para disminuir el ruido al inhalar y exhalar, las lágrimas no tardaron en rodar por mis mejillas, ¿Por qué mierda me pasa esto a mi? ¿Por qué yo?.

-Bien, si no sales, tendré que encontrarte.-Anuncio y escuche como se paseaba por mi sala.

Se detuvo justo en frente al ropero y mis nervios aumentaron a mil, sentía su respiración contra la puerta y pude sentir como poso su mano en la perilla. Casi me da un infarto, pero luego saco su mano y se alejo de la puerta. Suspire de alivio.

Pero fue entonces que las puertas se abrieron por sorpresa y él me tomo de los brazos,  tratado de inmovilizarme. Intente gritar, pero fue inútil, me había puesto una cinta  en la boca.

-Te dije que te encontraría.-Susurro con su asquerosa boca pegada a mi oreja.

Él me arrastro hasta la cocina y de su bolsillo saco unas esposas y puso una en mis muñecas y las ato al rededor de la pata de una mesa. Intente patearlo, pero saco un cúter de su bolsillo y me lo clavo en la espalda sin siquiera pensarlo.

Mis lágrimas no dejaban de caer y mi desesperación crecía cada vez más. Tomo mis pantalones de piyama y los rompió, luego hizo lo mismo con mis bragas, dejándome desnuda de la cintura para abajo. Él tomo su pantalones y los bajo junto a su ropa interior. Allí comenzó mi infierno.

Comenzó a embestirme de atrás sin ninguna clase de cuidado, las embestidas me dolían cada vez más y lo peor es que no paraban. Sus gemidos entraban por mis oídos, provocando querer arrancármelos. Mis piernas dolían, la espalda me estaba matando y el trasero me ardía, quería que terminara de una puta vez.

No se cuanto paso, pero luego de un rato, se detuvo. Me tiro al suelo como un saco de papas y me dejo allí tirada, con las lágrimas en los ojos y mis manos atadas a la mesa. Luego se puso de cuclillas y me miro a los ojos con una estúpida sonrisa de satisfacción.

-Me encanta como follas, cariño. Como se que te gusto, un día volveré por más, te lo aseguro.-Susurro a mi oído. Esas palabras me quebraron y rompí en llanto. Él beso mi cabeza y salió por la ventana por la cual supongo había entrado.

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