7. Un saludo intimidante

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—No te me acerques, Malfoy... o lo pagarás muy caro—Amenazó Hermione.

—No necesito acercarme a ti para hechizarte—Dijo Draco perversamente y con mirada maligna.

El Slytherin sacó la varita del bolsillo de su túnica y se colocó la punta en el mentón, pensativo.

—Hum... ¿Qué podría hacer contigo, Granger?

—Que te esfumes sería lo mejor—Repuso la castaña tratando el temblor de su voz.

Malfoy levantó su varita y apuntó a Hermione con una sonrisa malvada.

—¡Hey! ¡¿Qué haces?! ¡Déjala! —Dijo una voz que se acercaba detrás de ellos.

Cormac agarró a Hermione del hombro y miró a Malfoy severamente.

—¡Lárgate! —Le espetó McLaggen.

Draco seguía mirando a la sangre sucia con media sonrisa, pero no se resistió; guardó su varita y caminó de regreso al castillo, no sin antes dar media vuelta y decir:

—Nos vemos luego, Granger—Sin siquiera mirar a Cormac.

Hermione se tranquilizó de haber zafado de esa, pero tampoco le apetecía que alguien la encontrase escondida detrás de las gradas con Cormac McLaggen, que encima era un año mayor.

—Supongo que ahora que te he librado de ese tonto aceptarás salir conmigo, ¿No? —Le preguntó el jugador de Quidditch (Si es que había sido aprobado por Harry).

—Eh... gracias, Cormac, pero ya te dije que no puedo ¿Sí? —Contestó Hermione—Mejor voy a ver las pruebas...

La Gryffindor se dirigió a las gradas que estaban en frente y se sentó a ver cómo practicaban, Katie Bell le lanzaba quaffles a Ron, que estaba parado en frente de los tres aros. McLaggen había vuelto al campo de juego y siguió practicando con los demás, la verdad era que lo hacía bastante bien. Cuando Harry gritó "¡Tiempo!" todos se reunieron en el centro y esperaron a que el capitán Potter les diga quien había quedado o no en el equipo.

—A ver... ¡Silencio, por favor! —Gritó Harry por encima del barullo—Los que quedaron fueron Peakes y Coote como bateadores; Katie, Ginny y Demelza como cazadoras y Ron como guardián—Después de decir esto algunos festejaron y otros refunfuñaban o se quejaban en voz baja.

Luego, el nuevo equipo de Gryffindor se fue al vestuario para cambiarse y festejar en la Sala Común, bebiendo cerveza de mantequilla y comiendo tarta de calabaza y melaza.

—¡Por Gryffindor! —Exclamó Ginny, y después todos levantaron sus vasos y brindaron gritando "¡Por Gryffindor!".

La tarde pasó de lo más normal, Hermione se alegró un poco de que Ron estuviera pasando tiempo con Lavender Brown para que no sienta tristeza cuando se entere de que ella ya no gusta de él (Si es que ya no lo sabía). McLaggen se le acercó unas tres veces ofreciéndole cerveza de mantequilla y bocadillos, pero Hermione se hartó y terminó saliendo de la Sala Común para alejarse del ruido y tomar aire.

Miró su reloj, eran las cinco de la tarde; era un hermoso día y los alumnos estaban sentados en el patio, charlando en los pasillos o disfrutando cerca del lago. Hermione distinguió la sedosa cabellera platinada de Malfoy a unos escasos metros de ella, por lo que decidió ir a otro sitio, pero ya era demasiado tarde. Draco se apartó de Crabbe, Goyle y Zabini y se dirigió a la castaña con aire arrogante y temerario.

—¿Qué quieres? —Le espetó Hermione con la mirada seria.

—¿No saludas? ¿Qué modales son esos, Granger?

Y Malfoy se le acercó tanto repentinamente que le dio un beso en la mejilla. Hermione quedó paralizada, ¿Qué había pasado? Cuando quiso dar cuenta las mejillas le ardían porque estaba tan sonrojada que no lo pudo evitar. Quería replicarle pero no podía argumentar ninguna frase coherente, ¿Qué le iba a decir? ¿"Te golpearé por saludarme"? No... sin duda no. Draco estaba disfrutando en sus adentros y sonreía maliciosamente, al Slytherin le causaba un inmenso placer verla incómoda y ruborizada, sabía que ese era su punto débil.

Hermione sin decir nada más se dio media vuelta y caminó lo más rápido que pudo hacia un lugar, cualquier lugar estaba bien con tal de que Malfoy no esté allí. Casi pudo sentir la risa de Malfoy, quizá era de burla o quizá le había dado gracia verla retirarse de esa manera... ¡Por Merlín! ¡Hermione Granger se había dejado intimidar por Draco Malfoy por tan solo un beso en la mejilla! ¿Qué pretendía aquél imbécil?

La castaña iba tan absorta en sus pensamientos que casi ni se da cuenta de que Ron y Lavender estaban besándose apasionadamente en un corredor (Lo cual le dio nauseas) y se dirigió inmediatamente hacia otro sitio. No quería pensar en nada, pero simplemente no podía.

Finalmente encontró un lugar, se sentó con la espalda apoyada en un muro del castillo con una vista perfecta hacia el Sauce Boxeador. La brisa que rompía en su rostro era reconfortante, además no había nadie más por allí.

Pasó sentada largos minutos, contemplando el paisaje, pensando en lo ocurrido, hasta que una voz la interrumpió.

—Creí que no serías capaz de huír.

La Gryffindor volteó, sobresaltada y miró hacia su alrededor, pero no había nadie, entonces giró su cabeza hacia arriba y vio que Malfoy la observaba apoyado en el alféizar de una ventana que se encontraba a unos dos metros de ella.

—Yo no hui de ti—Contestó sin moverse de su lugar.

—¿Eres capaz de golpear a alguien cuando se meten contigo pero no de decir algo cuando un chico te besa? —Dijo Malfoy, burlón. —Espero que no lo interpretes mal, solo quería verte incómoda, nada más.

—¿Interpretar qué? ¡Jamás imaginaría en tener algo contigo! ¡Y mucho menos en besarte!

—Mejor así—Dijo Draco, y esta vez fue él quien se retiró primero.

♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora