26. Armario de escobas

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Eso había sido real. Definitivamente, porque un sueño no podría ser tan emotivo. La castaña había vuelto a tener a Draco entre sus brazos y eso era lo único que necesitaba; era feliz tan solo sintiendo de cerca aquel perfume que tanto la hipnotizaba. Lo amaba más que a nadie en ese inmenso castillo.

Caminaron juntos por las escaleras movedizas, tomados de la mano por primera vez con seguridad.

—Sólo te pido que aún mantengamos el secreto, no es algo muy importante pero necesito tiempo para que todo se acomode un poco...—Le dijo el rubio.

—Está bien, te entiendo, Draco.

Y los escalones volvieron a dar un giro drástico.

—¿Nos vemos mañana? —Preguntó el Slytherin mientras se separaba de la escalera donde estaba Hermione.

—Siempre—Y un ruido de movimiento volvió a distanciarlos. Draco por su parte y la castaña en otra, pero sin perder el contacto con la mirada.

Un mes pasó normalmente y el amor clandestino de la extraña pareja que había surgido era cada vez más necesario. Draco y Hermione se veían en secreto, a veces por la noche (tratando de evitar a Peeves y a Filch) y otras veces escondidos detrás de las gradas del campo de Quidditch o en los bordes del Bosque Prohibido.

Los exámenes comenzaban a venirse encima de todos como una avalancha, y sexto año no era relativamente fácil... Harry y Ron parecían completamente desquiciados tratando de aprenderse los hechizos de memoria, las fórmulas de las pociones y las reglas básicas de aparición; mientras que Hermione se las apañaba bastante bien ya que, a pesar de tener un romance secreto, también ponía actitud con sus estudios.

Esa tarde de viernes tenían una hora libre, por lo que la castaña aprovechó a reunirse con Draco mientras sus amigos entrenaban y Ginny estudiaba en la recámara. Hermione caminó por los pasillos hasta llegar al armario de escobas, Dios, eso era muy peligroso. Draco ya estaba allí dentro, parado con cara de disgusto por ser un espacio tan pequeño, pero su expresión cambió al ver a su novia.

—Hermione—Dijo con una sonrisa.

—Hola. Este es un lugar un poco extraño, ¿No? —Preguntó la muchacha, arqueando una ceja.

—No debemos arriesgarnos, Herms. A mí tampoco me encanta este lugar pero...—Se acercó elegantemente hacia la castaña—...Si estoy contigo es mucho mejor.

Hermione lo tomó del rostro y le dio un beso, luego se separó y rozaron sus narices.

—Te entiendo, no te preocupes—Y la castaña lanzó un conjuro para trancar la cerradura—Por si acaso...

—Tienes razón—Respondió el rubio, que volvió a besarla más apasionadamente pero esta vez tomándola por la cintura. —Lo único bueno de que lo nuestro sea secreto es que cada vez que te veo es como una recompensa. Todo es más emocionante así ¿No?

La castaña le sonrió y rozó con sus labios su pálida mejilla.

—Te quiero mucho, tanto que creo que ya me estás volviendo boba.

—No lo creo—Remató Draco, sonriéndole—Tú me vuelves loco a mí. Eres como una droga que me vuelve demente.

—¿De verdad? —Preguntó Hermione melodramáticamente.

Y Malfoy volvió a abrazarla, tanto que ambos perdieron el equilibrio y cayeron encima de las escobas.

—¡Auch! —Se quejó Draco mientras se sobaba la cabeza. Le prestó tanta atención al golpe que ni se dio cuenta de que la muchacha había caído encima de él. Ambos comenzaron a reír.

—No hagamos tanto ruido—Le susurró Hermione. —Podría venir alguien...

—Creo que madame Hooch está demasiado ocupada con sus clases a los de primero, yo diría que tenemos tiempo—Le dijo el rubio con una pícara sonrisa y una tierna mirada en sus ojos grises.

Él acarició el ondulado cabello de la chica y volvieron a conectar sus miradas. Hermione no podía ocultar su nerviosismo. Pero fueron interrumpidos por un ruido que los sobresaltó. Alguien estaba intentando abrir la puerta.

—Draco...—Le dijo Hermione, asustada y en voz sumamente baja.

—Shh...

Guardaron silencio por un instante, mientras sentían el ruido del picaporte.

—¿Estás seguro de que dijo que estaban aquí? —Preguntó la voz de un niño, proveniente de afuera.

—Sí. Madame Hooch dijo que aquí estaban las Barredoras.

A ambos les latía el corazón muy fuerte.

—Pues ve a llamarla—Dijo el niño de la primera voz—Yo intentaré con Alohomora, pero ese hechizo aún no lo perfecciono.

Hermione agradeció en sus adentros de que se tratase de un par de alumnos de primer año. Y escucharon como uno de los niños salía corriendo mientras que el otro lanzaba inútiles hechizos a la cerradura.

—Podría intentar algo...—Le susurró la castaña al rubio, que también tenía expresión nerviosa.

Y la muchacha se acercó hacia el agujero de la cerradura, asomó un ojo y allí lo vio. Efectivamente, era un tonto niño de primero. Ella sacó su varita del bolsillo y le apuntó a través del agujerito.

Confundus—Conjuró, y el hechizo hizo un rápido efecto en el niño, el cual dio media vuelta y salió caminando hacia otra parte.

Draco y Hermione no tardaron en salir rápidamente de allí y cuando doblaron en el corredor notaron que a lo lejos venía madame Hooch junto a otro pequeño estudiante.

—Eso estuvo cerca—Dijo Malfoy.

—Demasiado diría yo—Ambos sonrieron.—Es una pena.

—¿Irás conmigo a Hogsmeade mañana? —Preguntó la muchacha antes de que el chico desapareciera.

—Claro que sí—Y los dos se dedicaron una sonrisa antes de despedirse y volver a clase.


♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora