12. La lágrima y el pañuelo

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Hermione había estado meditando lo que le había dicho Harry sobre Malfoy, pero no le veía sentido. ¿Por qué Malfoy iba a querer darle respiración boca a boca si la odiaba? ¿O acaso no la odiaba tanto como parecía? La cabeza de la leona daba vueltas cada vez que lo pensaba, por suerte no tenían Pociones de nuevo hasta el miércoles y, si tenía éxito, lograría evitarlo.

Aun así, la "sangre sucia", como diría su enemigo, se dirigió a la biblioteca el martes por la tarde en su hora libre para encontrar más información acerca de la Poción de los Muertos en Vida; donde se llevó una gran sorpresa al ver al rubio también allí, solo y leyendo un grueso y viejo libro.

El Slytherin levantó la mirada cuando Hermione entró, se la quedó viendo por un segundo y luego volvió a sumergirse en su lectura, mientras la Gryffindor buscaba el material que necesitaba para el ensayo que le había pedido Snape.

—Granger—Dijo Malfoy sin quitar la vista de su libro.

—¿Qué? —Preguntó Hermione, casi de mala gana.

—No quería molestarte—Dijo el rubio con sarcasmo—, pero le pregunté al profesor Snape si la tarea que nos pidió había que hacerla en pareja y me dijo que sí.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir—Apartó la vista de su libro, fijándose en Hermione—que tendremos que hacerlo juntos.

—¡Ni hablar! —Se quejó la Gryffindor, y estaba a punto de darse vuelta cuando las palabras de Malfoy la retuvieron.

—A mí también me molestaría estar con una sangre sucia todo el tiempo y que la gente tenga que verme contigo, pero no tengo otra opción. Supongo que no querrás que tu querido profesor Snape te ponga una calificación de Troll en tus exámenes de ÉXTASIS, ¿No, Granger?

Hermione permaneció muda, tenía razón, no podía permitirse bajar sus calificaciones por un capricho. Al final (y a regañadientes), aceptó.

—¿Cuándo lo haremos? —Volvió a decir con pocas ganas.

—¿Mañana estás libre?

—Por la tarde sí.

—Muy bien—Afirmó—Entonces nos vemos mañana, Granger—Y el rubio tomó su gran libro y salió de la biblioteca, Hermione protestaba en sus adentros contra Malfoy, Snape y toda la mala suerte que tenía últimamente.

Pasó media hora tratando de recolectar información, pero no encontró mucho más de lo que ya sabía. Además, no podía concentrarse completamente. Salió de la biblioteca con un humor de perros y se encontró a Luna en el pasillo.

—¡Hola, Hermione! —Le dijo la rubia.

—Hola, Luna, ¿Cómo estás? —Dijo Hermione solo por cortesía, ya que no tenía ganas de hablar con nadie.

—Bien, estoy planteándome una teoría sobre los nargles... ¿Tú, qué haces?

—Tarea—Dijo la castaña—Bueno, debo irme a clases de Artimancia, nos vemos.

—Adiós—Se despidió Luna Lovegood antes de doblar la esquina dando pequeños saltitos.

Hermione suspiró y entró al aula de Artimancia, que, por suerte, compartían con Hufflepuff. La clase no fue para nada interesante y ella se aburrió bastante, aunque no menos que Harry y Ron; este último aún seguía algo enfadado con la castaña.

—Oigan—Les susurró Ron a ambos, Harry y Hermione acercaron las cabezas—¿Qué les parece si mañana, en nuestra hora libre, vamos a tomar algo con Hagrid? Hace mucho que no lo vemos...

Hermione se ruborizó.

—Bien, yo no tengo nada qué hacer—Dijo Harry, también en voz baja.

—Yo... No puedo—Dijo Hermione—Vayan ustedes...

—¿Qué? ¿Por qué? —Cuestionó Ron, que al parecer no se esperaba esa respuesta.

—Tengo que hacer la tarea de Pociones...—Susurró la castaña—...Con Malfoy.

—¿En serio? —Saltó Ron en voz lo suficientemente alta como para que todos giren a verlo—¡No lo puedo creer, Hermione!

—¿Qué te molesta tanto, Ronald? —Preguntó Hermione enfadada, tratando de que el pelirrojo baje la voz.

—¿A ti que te pasa? ¡Últimamente pasas mucho tiempo con ese idiota! ¡No sé si recuerdas que es Draco Malfoy! ¡Hasta podría pensar que tienes algo con él!

—¡Baja la voz y no digas estupideces! —Le reprochó su amiga; Harry parecía sapo de otro pozo en esa discusión.

—¡¿Te gusta verdad?! ¡Por eso ya no lo insultas, incluso lo defiendes! ¡Te gusta Malfoy! —Esta vez todas las caras, incluso la de la profesora Vector, los miraron.

Hermione parecía como si lanzase humo de la cabeza, estaba roja de la vergüenza y del enojo que sentía contra Ron. Recogió sus cosas rápidamente y salió del aula sin decir nada, sus pasos resonaron en todo el salón; y el pelirrojo la vio alejarse con el ceño fruncido. Por un momento pensó que su amigo saldría a disculparse, pero no lo hizo.

La Gryffindor caminó por los pasillos vacíos, esquivó a Peeves (el molesto poltergeist) y se encerró en el baño de prefectos, donde no pudo contener más las ganas de llorar. Fue un llanto de rabia, dolor y tristeza; estaba cansada, estaba harta de todo.

Se apoyó contra los azulejos y fue deslizando su espalda poco a poco contra la pared hasta quedar sentada en el piso. Notó su reflejo en un charco y vio su rostro, con sus ojos hinchados, enrojecidos y cubierto de lágrimas que caían ferozmente por su mejilla. De repente, oyó un ruido proveniente de la puerta.

—¡Lárgate! ¡Quienquiera que seas, lárgate de aquí! —Gritó furiosa, ahogándose en su llanto.

Una figura alta, de corbata verde y plateada y de cabello rubio claro la vio. Sus ojos chocaron por un momento, marrones y grises haciendo una extraña combinación de emociones enjuagadas en lágrimas de por medio.

—Yo también soy prefecto y tengo todo el derecho de entrar aquí—Dijo Malfoy, sin poder ocultar su mirada de sorpresa y conmoción por ver a Hermione en esas condiciones.

—¡Vete! ¡¿No lo entiendes?! ¡Qué te vayas! —Le gritó la castaña, que lo que menos quería era que Malfoy la viese llorando como una niñita.

—Solo quiero usar el lavabo—Dijo Malfoy serenamente, y se acercó al lavamanos, donde abrió suavemente la canilla y mojó su rostro, dejando algunos cabellos empapados y pegados en su frente. —¿Por qué lloras? Eso te hace ver débil. Bueno, aunque ya sabía que lo eras—Le dijo, apoyado con un hombro en la pared.

—¿No me entendiste? Déjame sola, Malfoy —El tonto de Draco no entendía que en el fondo estaba llorando por su culpa. Pero aun así el rubio no le hizo caso.

El Slytherin hizo un suave y ligero movimiento con su varita haciendo flotar un pañuelo hasta el regazo de Hermione. La castaña lo miró, pero Malfoy no le hizo ningún gesto.

—Para que te limpies los mocos—Le dijo Draco, y Hermione esbozó una sonrisa.

Se limpió las lágrimas con el sedoso pañuelo, pero no se volvió a atrever a mirarlo, cohibida por sus párpados hinchados.

—Espero que no estés mal mañana—Continuó el hijo de Lucius—Te necesito concentrada.

Y dicho esto, el príncipe de Slytherin se retiró. Hermione se alivió de que se marchara y también se incorporó, lavó su rostro en el mismo sitio donde lo había hecho Malfoy y volvió a sentir esa extraña punzada en el estómago... ¿Qué demonios le sucedía? Tomó el pañuelo con fuerza y, por un segundo sintió ganas de tirarlo, pero, por sorpresa también para ella, se lo guardó en el bolsillo de la túnica.


♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora