19. Un bollo de papel

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A Hermione le llamaba mucho la atención el hecho de que Lucius y Draco hayan estado pasando mucho tiempo juntos últimamente, principalmente porque Malfoy padre era un mortífago en secreto y de seguro quería reclutar a su hijo para que siguiera sus mismos pasos. La castaña se sentó en la larga y casi vacía mesa de Gryffindor, abrió un libro de par en par para estudiar y sacó un pergamino de su mochila para apuntar resúmenes.

Sin concentrarse nuevamente, comenzó a garabatear con su pluma en el blanco pergamino cosas sin sentido: primero dibujó unas líneas negras, luego un deformado corazón y por último y casi inconscientemente... una H y una D.

Hasta ella misma se sintió sorprendida después de haber escrito eso, entonces abolló el papel, guardó su libro y se dirigió a la torre de Gryffindor para ir a dormir; mientras subía notaba cómo la nieve rompía y golpeaba estrepitosamente en las ventanas y, entonces, alguien apareció en el pasillo. No pudo evitar sentir que el corazón se le paraba y frenó en seco.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó casi sin saber qué decir.

—El castillo no es tuyo, Granger—Respondió Malfoy, con una mirada misteriosa y fríamente calculadora.

—Pero aquí está nuestra torre—Dijo Hermione—Sé que estás tramando algo y yo...

—¿Tú qué? —Intervino el Slytherin con una sospechosa, malévola y juguetona sonrisa en su pálido rostro—¿Qué harás, leona?

El rubio se acercó disimuladamente hacia ella; Hermione sabía que el muchacho disfrutaba verla nerviosa y no iba a darle el gusto, por lo que tragó saliva y trató de mantener su respiración a un nivel normal, aunque estaba cien por ciento claro para ella que el príncipe de Slytherin no solo le movía el piso, sino que también el castillo entero si se pudiese.

—¿No estabas con tu papi? —Preguntó la castaña con una voz firme y bien lograda.

—Mi padre ya se ha ido.

—Entonces ¿Por qué no te vas tú también?

—Porque no se me da la gana, Granger, y yo hago lo que quiero—Afirmó Malfoy con una ceja levantada.

La castaña soltó una risotada.

—¿De qué te ríes? —Preguntó Draco con un tono más animado, aunque sin perder su actuación de seriedad.

—De nada, ya déjame en paz—Contestó Hermione y se dio media vuelta para entrar por el retrato.

Malfoy estiró su brazo y agarró la mochila de la Gryffindor jalándola lo suficientemente fuerte como para rasgarla. Las cosas de la castaña se dispersaron por el suelo, convirtiendo el piso del pasillo en una superficie cubierta de libros, plumas, tinteros, apuntes y... una bola de pergamino abollada.

Hermione se sobresaltó al recordar lo que había escrito en ella y se lanzó para agarrarla, pero Malfoy ya se había adelantado. El Slytherin recorrió el pergamino arrugado con la mirada y su expresión se fue tornando confusa y divertida.

—¿Hache y Dé? ¿Quién es Dé, Granger? —Preguntó con un tono burlón y extraño al mismo tiempo.

—Eso no te incumbe, sólo es... una fórmula—Pero los pómulos de la castaña ya se habían ruborizado; no lo pensó dos veces y le arrebató rápidamente el pergamino a Malfoy. ¡¿Cómo había podido ser tan idiota?!

—Claro... una fórmula. No te había imaginado tan infantil—Dijo Draco, mientras levantaba un grueso libro del piso.

—Dame mi libro, Malfoy—Le ordenó Hermione, mirándolo severamente. El rubio levantó la mirada.

—Y si no quiero, ¿Qué? —Insinuó.

La castaña se abalanzó sobre él (acción la cual el Slytherin no esperaba) y comenzó a forcejear para quitarle su libro de Historia de la Magia de las pálidas manos de Draco. Intentó doblarle un brazo para ganar posición, pero no logró conseguirlo, Mafoy tenía mucha más fuerza que ella y, además, reía divertidamente de como Hermione no lograba quitarle su preciado libro, como si un hermano mayor estuviese molestando a su hermanita pequeña.

De repente, la Gryffindor recordó que aún tenía su varita y la sacó de su bolsillo, pero los reflejos del rubio la traicionaron y Malfoy soltó el libro y apretó y separó los brazos de ella con un hábil movimiento y se quedaron mirando fijamente, ambos completamente inmóviles. Malfoy sentía la agitada respiración de Hermione y los latidos de su corazón que bombeaban con ímpetu dentro de ella... la castaña olía a fresas y a jazmines y Draco llevaba puesto un delicioso perfume seductor y varonil. Su aliento estaba cada vez más cerca... sus suspiros eran más audibles y el delicioso aroma que emanaba por cada poro de su piel acababan el perfecto complemento. Solo un poco más... solo un poco más... el cosquilleo en el estómago de Hermione se había vuelto una avalancha interna de emociones y sentimientos acumulados.

Las manos de Draco se aflojaron, soltando sus brazos. La castaña se sentía terriblemente atraída y confundida por ese adonis y no entendía por qué Merlines no lo había golpeado ya. Pero, para sorpresa de ambos, Malfoy se apartó primero, corriendo rápidamente por las escaleras hacia el piso superior, mientras su silueta desaparecía en la oscuridad que no alcanzaba a iluminar la última antorcha. 

♥Traición Mestiza♥ #DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora