XXXI

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  A Adrien no le gustaban las pasarelas, no del todo.

  Había demasiada gente, el flash de las cámaras era cegador, la ropa era demasiado apretada y costosa y tenía que vivir con el inminente miedo de ser molido a palazos si tan solo desgarraba una costura, las modelos se le iban encima, las fanáticas se le iban encima, la prensa [léase como: el señor Agreste] estaría atenta al menor error que cometiera y se convertiría en el hazmerreír de toda una nación si tan sólo hacía un paso mal.

  Así que no, no le gustaba la presión y no le gustaban las pasarelas.

  No le gustaba todo lo que implicaban, las largas horas de probarse atuendos y distintos maquillajes. No le gustaba tener que ensayar una y otra y otra vez el cómo cambiarse en menos de diez segundos y no le gustaba tener a diseñadoras estresadas paseándose tras bambalinas y amenazando a todo el mundo con no estropear su única oportunidad en el mundo de la moda.

  No le gustaba hacer el esfuerzo de lucir tierno y adorable para que señoras engreídas [vuélvase a leer como: Gabriel Agreste] lo retaran por "no esforzarse lo suficiente".

  Pero, mirando hacia el frente donde Marinette se encontraba arreglando los vestidos en algunas modelos y corrigiendo el maquillaje de otras, a partes iguales nerviosa y emocionada porque sus diseños serían exhibidos en una pasarela. Saltándose por completo los pasos de las engreídas diseñadoras que le antecedieron y en cambio ofreciendo cumplidos y palabras de aliento a las modelos, se dijo que podía hacer un esfuerzo.

  Se dijo que, por Marinette Dupain-Cheng, valía la pena el sacrificio.

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Vuelvo a la escuela el lunes ;-; 

¿Alguien más o sólo yo? :v


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