Capítulo 1

265 11 3
                                    


El silencio. El silencio es un obstáculo en el camino de la buena comunicación. Con el silencio, es muy difícil expresar tus pensamientos y sentimientos. La mayoría de las personas no pueden permanecer sin decir absolutamente nada por unos minutos, para ellos es imposible, para mí es algo normal. He pasado 18 años sin decir absolutamente nada. 

No tengo memoria de si alguna vez dije algo. Solo recuerdo a mi madre tratando deseperadamente de hacerme hablar. Se rindió cuando un doctor le dijo que para mí era imposible todo intento de habla, yo tenía 5 años. Después de eso todo empeoró en casa, mi impedimento ha causado peleas entre mis padres. Siempre que discuten mi padre dice que la única razón por la que no se ha ido es para que no me sienta sola, pero la verdad es que sabe que si se divorcian mi madre conseguiría que de algún modo él tuviera que pagar una gran cantidad de dinero por mí, a pesar de ser mayor de edad, para darme los cuidados que ellos piensan que se debe dar a una persona muda.

Según mis padres cuidar a alguien con impedimento de habla es evitar que salga de casa. No me dejan siquiera salir a caminar por el vecindario para despejarme, mi única conexión con el exterior es el jardín. Salgo a leer o a escuchar música, y la mayor parte del tiempo salgo cuando mis padres pelean. Gracias a su forma de "cuidarme", se han creado rumores de que en esta casa hay una chica fantasma que murió y a quien a veces pueden ver trepada en el gigantesco árbol que hay en el jardín.

Así es, me mantengo arriba de ese árbol para observar el mundo. Todos los días veo a los niños jugar, a familias caminando, y a los chicos de mi edad disfrutando de la vida de afuera. Me pregunto qué se sentirá poner un pie fuera de la propiedad de mis padres.  Hay una rama del árbol que conecta con la calle, podría salir por ahí fácilmente sin que me vean mis padres.

Pero es ridículo, no me atrevería a salir sola a un lugar que no conozco, pienso mientras bajo las escaleras. No puedo ser tan tonta como para salir sin nadie que me acompañe, aunque soy muy buena para memorizar cosas, podría memorizar el camino de regreso a casa, no me perdería, es una preocupación menos. Salgo, me dirijo al árbol y empiezo a trepar. Mis padres se enojarán mucho conmigo si salgo sabiendo que me prohíben hacerlo, aunque en este momento mi padre no está y mi madre está encerrada en su habitación,  puedo ir y venir sin que se den cuenta. Me coloco en la rama que da a la calle, me preparo para saltar. Puedo ser libre por unas horas...solo tengo que saltar...solo un salto...¡Vamos!.....¡Solo salta!

 -¿Vas a saltar o qué? -dice una voz grave y desconocida para mí. Me asusto, empiezo a retroceder pero pierdo el equilibrio y caigo al suelo. He de agregar que dolió mucho.

-¿Estás bien? -esa voz de nuevo- No era mi intención asustarte -me dice mientras salta la cerca que separa el jardín de la calle. Extiende su mano y me ayuda a ponerme de pie. Levanto la mirada y veo a un sujeto alto, con cabello negro, ojos marrones con una mirada intensa, piel blanca, musculoso. Me mira con preocupación y un toque de burla, me imagino que mi caída fue cómica para él. 

-La mayoría saldría por la puerta, pero me gusta tu ingenio -solo lo observo sin decir nada, como si pudiera hacerlo, y aunque pudiera hablar creo que igual no hubiera salido nada de mi boca. ¡Una persona me está hablando!- No te juzgo, yo me he escapado de casa un par de veces... en-se rasca la nuca con incomodidad por mi falta de respuesta- ¡Claro! No me he presentado. Soy Aron, me acabo de mudar, vivo a tres casas de la tuya del otro lado de la calle. Mucho gusto...-se queda en silencio un momento esperando que me presente- ¿No vas a decirme cómo te llamas? -lo único que puedo hacer es verlo, se aclara la garganta- Entonces...adiós.

Se aleja de mí, solo entonces me siento apta para respirar, siento mis piernas temblar de los nervios. Soy tan tonta, cómo se me ocurre intentar escapar sin asegurarme primero de que no hubiera nadie observando. Entro a casa y me encuentro con el escenario de siempre. Mi madre le está gritando a mi padre como de costumbre. Subo prácticamente corriendo sin que me noten, aunque difícilmente me notan cuando discuten. No me gusta escuchar a mis padres gritarse entre ellos, y mucho menos sabiendo que la mayoría de las discusiones son por mí. Me pongo a escuchar música, así puedo estar tranquila mientras todo se calma allá abajo. Pero en lugar de calmarme solo pienso en ese chico llamado Aron, su mirada era de incomodidad y rechazo porque no le dije absolutamente nada. Ni siquiera pude explicar la situación, no sabía cómo. Nunca me he visto en la necesidad de explicarle a alguien mi discapacidad. Seguramente piensa que soy una retrasada o algo así. Mi primer contacto con el exterior y fue un desastre. No me extraña que mis padres me mantengan encerrada.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Te Amo en Silencio [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora