Capítulo 24

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Aron

Así es, soy adoptado. No sé nada de mis padres biológicos y la verdad nunca me ha interesado en saber algo de ellos. Cuando los Simons me adoptaron me sentí el niño más feliz de toda la vida. Me dieron una buena vida, una buena educación, una buena familia. Pero las cosas comenzaron a desmoronarse frente a mí. Mis padres siempre fueron el matrimonio ejemplar, yo los admiraba tanto. Pero poco sabía que eso solo era una fachada. A la edad de once años fui más consciente de cómo eran las cosas en realidad.

El matrimonio de mis padres se estaba haciendo pedazos. Peleaban constantemente por cualquier cosa. Me enteré de que se decidieron a adoptar porque creyeron que eso podría de alguna forma salvar su matrimonio. No sé si mi llegada ayudó un poco por un tiempo o solo empeoró las cosas. Mi padre jamás mencionó algo al respecto y en sus peleas fue muy cuidadoso de no involucrarme. Desde que los conocí, con quien conecté mejor fue con mi padre. Mi madre al principio era un poco fría, supongo que no sabía cómo tratar con un niño. Yo me sentía igual, no sabía cómo tratar con ella. Con el tiempo nos hicimos cercanos, pero nunca se comparó con la relación que tengo con mi padre.

Mis padres decidieron divorciarse años después, yo tenía trece. Me sentía asustado, creí que iban a devolverme al orfanato. Incluso lloré tanto cuando mi padre entró a mi habitación esa noche cuando me dieron la noticia de su divorcio. Creí que ese era el momento en el que me diría que empacara mis cosas. No dejé que hablara, comencé a agradecerle y a disculparme por todo.

-¿Pero de qué hablas mi niño? -preguntó mi padre con su tono cariñoso. Se sentó conmigo en la cama y me abrazó.

-¿Me dejas despedirme de mis amigos antes de que me lleves de vuelta? -le pedí.

-¿De vuelta a dónde?

-Al... o-orfanato

-¿Pero qué dices? -me separó de él de manera suave y me hizo prestarle atención- Aron, ¿de dónde sacaste esa idea? ¿Tu madre te dijo algo? -negué con la cabeza

-Es que... ustedes y-ya no estarán juntos y y-yo...

-Y tú seguirás siendo nuestro hijo. -me interrumpió- Aron, el hecho de que tu madre y yo nos divorciemos no quiere decir que renunciemos a ti. Seguirás siendo parte de nosotros. Eres mi hijo. No voy a cambiar eso. ¿Está claro? -asentí- Bien. Vine aquí a pedirte un favor.

-¿Qué necesitas?

-Necesito que cuides de tu madre. Quiero que vivas con ella. -eso no me gustó- No quiero que se quede sola.

-Pero tú estarás solo entonces.

-No, no lo estaré. Vendré a verte todos los días. En cambio tu madre es muy orgullosa. Si te vas conmigo, no iría a verte tan seguido solo porque no quiere toparse conmigo. Te prometo que seguiré presente en tu vida, Aron. ¿Puedes hacer eso por mí?

-Lo haré -prometí y abracé fuertemente a mi padre.

Mi padre tenía razón, mi madre es muy orgullosa y muy rencorosa. Y yo no fui fácil tampoco. La ausencia de mi padre, su divorcio, el hecho de que no fuera a vivir con él de alguna manera hizo crecer enojo en mí. Aunque no se lo demostré a mi padre, estaba molesto por toda la situación. Comencé a pensar que hubiera sido mejor que no me adoptaran si de todos modos se iban a divorciar. Me convertí en el típico adolescente rebelde, comencé a escaparme de noche para salir con mis amigos, para nada una buena influencia, y descubrí el poder de la música.

Mi padre me regaló mi primera guitarra, y con mis amigos formamos una banda. Tocábamos en los bares más bajos de la ciudad, pero éramos lo máximo. A mi madre le enfurecía cuando me escuchaba practicar en mi habitación y cuando me miraba salir de casa con mi guitarra colgada en mi espalda.

-¡Ni se te ocurra salir por esa puerta Aron!

-¿O qué? ¿Me acusarás con mi padre? Anda, llámalo. Trágate tu orgullo y llámalo -la reté

-No me hables así jovencito. No tienes derecho.

-Lo tengo claro, madre. Que no tengo ningún derecho en esta casa. Si quieres puedes intentar detenerme. -salí de la casa.

-¡Aron! ¡Regresa aquí!

Si antes a penas teníamos una relación madre e hijo, ahora ya no existe nada. Nos volvimos unos completos extraños. Y todo se rompió una noche, en la que me metí en el mayor de los problemas. Nunca olvidaré esa noche, y nunca olvidaré lo que ella me dijo:

-Ojalá te hubiera devuelto al siguiente día que tu padre te llevó a casa.

Luego de eso mi madre me envió a vivir con mi tía Ingrid. Finjo que estoy bien frente a todos, pero en realidad me estoy desmoronando poco a poco. Estaba decidido a escapar de casa de tía Ingrid. De hecho ya había hablado con uno de mis amigos para que me ayudara a dejar el país, pero entonces la vi. Vi a esa chica tratando de salir del jardín de su casa y todo cambió. Mi vida se llenó de luz y calma. Si sigo de pie es gracias a Lizi.

Esta mañana mi padre me visitó. No lo había visto en un buen tiempo, estuvo de viaje por trabajo cuando todo explotó con mi madre. Ni siquiera estaba enterado que estaba viviendo con tía Ingrid, hasta que fue a buscarme ayer en casa de mi madre. Cuando lo vi, me sentí como ese niño de cinco años. Corrí hacia él y lo abracé como nunca, incluso lloré un poco. Me sentía a salvo.

-Ya pasó, hijo. Tranquilo -me consoló como siempre- Ven, vamos a comer algo.

-¿No quieres hablar con tía Ingrid primero?

-No, quiero escucharlo todo de ti. -nos subimos a su auto para ir a un restaurante. Durante la comida le conté todo lo que pasó, y por qué estaba con tía Ingrid ahora. Me temblaba la voz mientras relataba lo sucedido esa noche,no quería verlo a los ojos y observar decepción en ellos. Pero nada de eso pasó.

-Lo lamento, nada de eso hubiera pasado si te hubiera llevado conmigo desde un principio.

-No es tu culpa, por favor no digas eso. No quiero que te culpes. Yo tengo la culpa, yo... yo me metí en eso. Papá... no fui el mejor hijo... y-yo...

-Lo se. Se todo sobre tu etapa rebelde -dijo con diversión.

-¿Cómo...

-Tu madre llamaba a Ingrid cada vez que discutía contigo. 

-Lo siento.

-¿Aprendiste la lección? -asentí avergonzado- Bien, ahora se que eres mayor de edad y todo eso, pero en verdad me gustaría que vivieras conmigo. Van a trasladarme a la sucursal en Londres, quiero que vengas conmigo. -eso era lo que siempre había querido pero...

-No puedo. Yo... no quiero irme de aquí. No es porque no quiera estar contigo, es que... hay una chica... -mi padre sonrió abiertamente.

-Lo entiendo. ¿Es la que Ingrid me mencionó? ¿La de la situación difícil?

-Ya decía yo. No quisiste entrar a hablar con tía Ingrid porque ella te lo ha contado todo ya.

-No le dejé otra opción, me molesté mucho porque no me dijo que estabas con ella.

-En fin, sí. Lizi tiene una situación difícil. Me necesita y yo... también la necesito a ella. Lizi ha sido ese rayo de luz en la oscuridad en la que me sumergí. No quiero dejarla. Y he pensado en llamarte y pedirte ayuda...

-¿Quieres sacarla de aquí?

-Sí, pero ella aún no está lista. Aún tiene mucho miedo.

-De acuerdo. Solo prométeme que no estás bajo ningun riesgo.

-No es nada de eso -creo

-Está bien. Cuando decidan irse, llámame. Con gusto los ayudaré.

-Gracias papá.

Te Amo en Silencio [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora