20. Incomodidad extrema

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—No debiste acompañarme hasta la puerta—volvió a decir mientras buscaba sus llaves en el bolsillo de su chaqueta—Con que me hayas traído es suficiente.

—El típico chico de siempre probablemente ni siquiera te hubiese traído—opiné sonriendo un poco—Recuerda que somos diferentes.

—Sí, lo sé—sonrió mirándome en cuanto tuvo sus llaves en la mano—¿Has tomado muy enserio lo de ser diferentes, no es así?

Me encogí de hombros cruzándome de brazos. Comenzaba a hacer mucho frío, su sonrisa fue disminuyendo poco a poco pero sus ojos se mantuvieron fijos en los míos.

—¿Todo bien?

—Sí. Sólo...estaba pensando lo de tu habitación—sus mejillas se tornaron rosa. Sonreí algo apenado ante el momento incómodo de mi hermana—Fue extraño.

—Lo siento, prometo que hablaré con Delia...

—No, no—me interrumpió rápidamente. Colocó su mano en mi brazo—No es eso. Me refiero a extraño porque nunca pensé que podría...hacer algo así.

—Creo que ya lo sabemos, debería disculparme por haberme sobrepasado...

—En ningún momento lo hiciste, Darío—sonrió dulcemente—Nunca lo has hecho.

Miré sus ojos asintiendo, se inclinó un poco de puntitas para alcanzar mis labios, el beso fue corto y dulce. Se alejó prometiendo verme el lunes, en cuanto desapareció por la puerta, regresé al auto con una leve sonrisa en mis labios.


Desperté algo agitado luego de el sueño, no recordé que sucedía en él pero imaginé que no era algo bueno. Me incorporé caminando al baño mientras pasaba mi mano por mi cabello, limpié mis dientes y luego mi rostro intentando despertar completamente. Al regresar a la habitación tomé mi celular encendiéndolo mientras salía del cuarto bajando a la cocina.

—Buenos días, cariño—saludó mi madre al verme. Servía algunos huevos revueltos junto al pan tostado y algo de tocino.

—Buenos días—me acerqué a una de las sillas del comedor.

—¿Todo bien con Jazmín?—preguntó mi padre que esperaba ansioso su desayuno.

—Sí, eso creo—miré mi celular verificando si tenía mensajes nuevos pero todo seguía igual.

—Espero que le hayamos agradado—mi madre colocó frente a mis ojos un buen plato de comida, mi padre no dudó en devorar todo lo que había. Acerqué la jarra de jugo para servirme un poco y en ese momento mi hermana apareció completamente adormilada, su cabello estaba despeinado cayendo suelto.

Todos comenzamos el desayuno en silencio, se hacían algunas preguntas triviales cuando era necesario, por alguna razón sentía algo extraño. Decidí escribirle a Jazmín pensando si quizás estaría dormida aún, según el reloj, eran las once de la mañana. Los ojos de Delia se fijaron en mí, no me gustó esa pequeña sonrisa.

—¿Qué hacían Jazmín y tú encerrados en la habitación?

Mis padres levantaron la vista hacia mí, sabía que algo así pasaría. Delia no se quedaría callada tan fácilmente, intenté mostrarme despreocupado ante el tema. No había hecho algo malo.

—Estaba enseñándole mi cuarto—me encogí de hombros mordiendo algo de pan tostado.

—Espero que hayas tenido todo arreglado—dijo apenada mi madre.

—Un poco.

—¿Y por qué tardaron tanto?—volvió a insistir inocentemente. El pedazo de pan bajó costosamente por mi garganta, tuve que tomar el vaso con jugo para beber un poco.

Déjame Conocerte (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora