cada dia de mi vida.

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PDV Gbriela.

Hicimos el amor. Hicimos el amor.
Estoy acostada en mí cama recordando todo este día. ¿Pudo haber sido mejor?. Creo que eso es imposible.
Dijo que me ama y yo tambien me confese.
Lo amo. Amo tanto a este hombre.

Estaba en mis mas profundos pensamientos pero un golpe en mi puerta me hizo levantar.
La abro y ahí está el.
Apollado en el marco de la entrada.

-buenas noches señorita Rodrigez.

-buenas noches su majestad. A que le debo el honor de su visita.

Una actuación perfecta para un oscar bueno no tanto.
Me sonrió y me tomó por la nuca para besarme.

-esta lloviendo.

Mire por la gran ventana y en esta se veía un hermoso cielo estrellado.

-wuau... es una gran tormenta.

El me abrazo y luego susurro.

-siempre estaré aquí para protegerte.
Los besos comenzaron y la ropa salió volando. Volvimos a hacer el amor. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces lo habiamos echo ese día. Pero me encantaba.

En todo ese momento tan lindo nunca nos soltamos las manos ni los ojos de encima

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En todo ese momento tan lindo nunca nos soltamos las manos ni los ojos de encima.

Estábamos durmiendo abrazados y desnudos cuando la puerta de mi habitación se  escuchó.
Me puse mi bata y abrí la puerta. La imagen que tenía en frente era de miedo.

-su... su majestad.

Frente a mi estaba el rey muy bien vestido pero eso no era lo unico que traía. Por que su rostro plasmaba enojo pero al mismo tiempo tranquilidad.

-señorita Rodrigez. Necesito hablar a solas con usted. ¿me puede acompañar?.

¿Que es lo que este hombre querría conmigo?.

-si... amm. Solo déjeme que me cambie.

Comencé a cerrar la puerta pero el me detuvo.

-y por sierto. No despierte a mi hijo.

Un peso calló sobre mí. Vergüenza o miedo. No lo se, lo único que mi cabeza logro responder fue un muy despacio.

-si.

Me cambié con lo primero que encontré. Ese hombre era intimidante.
Me fijé en la hora.
¡Las tres de la mañana!.
¿por qué este señor quiere hablar conmigo a las tres de la mañana?.
Mire a Erick antes de salir y seguía dormido. Tan perfecto como es el.
Abrí la puerta y el rey seguía parado de la misma forma en la cual lo había dejado. Firme y con la cabeza en alto. Se podría notar a un millon de años luz que fue a una de esas escuelas de modales, las de cual me hablo Erick esta tarde.

Me hizo un ademán para que lo siguiera y eso hise.
Pero antes de salir tome mi gas pimienta, nunca se sabe que quiere un hombre a las tres de la mañana y yo no soy tan estúpida para confiar ni siquiera en un rey.

Su Majestad Y La Chica Plus Size (editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora