CAPITULO 26

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El partido iba a la mitad del tercer tiempo cuando Camila entro a la alberca.

Era un espacio grande, azul, oloroso a cloro, y aunque había mucha gente se sentía vacío: menos de la mitad de las gradas estaban ocupadas. Camila escucho un silbato, aplausos, exclamaciones, un celular... el publico estaba pendiente de lo que ocurría en el agua.

Ella también miro hacia allá; no le interesaban los deportes, y de ese sabia aun menos que de los otros. Así que, donde los padres, madres, abuelos y hermanos veían una batalla decisiva, ella veía solo un montón de niños con gorros de natación azules y blancos, que chapoteaban en el agua con una pelota. Fijándose bien, noto que también habían dos con gorros rojos. Los porteros, concluyo por la posición en que se encontraban.

No le costó mucho encontrar a Julián. Se encontraba sentado en la tercera fila, con un suéter gris de cuello alto, al lado de una mujer y una niña que, dedujo Camila, eran su esposa y su hija. Empezó a caminar hacia ellos. No sabía exactamente que iba a decir o como iba a empezar; había ensayado varios diálogos en su mente, pero no se había decidido por ninguno.

Y ahora, de pronto, se le ocurrió que tal vez ese no era el mejor lugar para hablar con el tipo; estaba concentrado en el partido y no le haría caso. Se sintió insegura. Pero no podía echarse para atrás; ya se lo había hecho una vez a Lauren en la Plaza; si lo hacia otra vez, perdería toda credibilidad y ella con mayor razón preferiría a Normani. Se estrujo las manos una vez, respiro hondo y fue a sentarse a lado del hombre.

-Hola - le dijo.

-Hola- respondió Julián, distraído, pero cuando vio de quien se trataba, se puso pálido y decidió aparentar que estaba concentrado en el juego.

Camila espero unos instantes. En la alberca, uno de los chicos le dio un codazo en la boca a otro, se oyó el silbatazo del árbitro y la gente que estaba cerca empezó a discutir. El marcador iba 2-0, a favor alguien.

Viendo que no lograba entablar conversación, Camila considero la posibilidad de marcharse. Podría decirle a Lauren que lo intento. Pero luego pensó otra cosa: Julián ya era capaz de madrugarla; le hablaría a Sinuhe, le diría que se la había encontrado en la alberca cuando fue a ver jugar a un sobrino suyo... alguna trastada así. Y ella le creería todo, por supuesto, y el plan estaría arruinado para siempre. Debía evitar eso a como diera lugar.

La hija de Julián había notado su presencia y la miraba con cierta curiosidad. La esposa también la noto, pero enseguida se volvió hacia el juego. Se levanto del asiento y, abriéndose paso por la fila de atrás, se paso al otro lado, junto a la Señora. En un momento de menos tensión del partido, se volvió hacia ella y le dijo, en voz tan alta como pudo:

-¡Hola!

-¡Hola!- le respondió la mujer, sonriendo-. ¿Eres compañera de Juliancito?

-Si, señora. Y justo le estaba diciendo a "su esposo" que Juliancito esta jugando muy bien.

-¡Verdad que si!- exclamo la mujer, llena de orgullo-. Yo digo que aunque no ganen, están dando batalla y bueno, lo importante es competir.

-Así es. Oiga, ¿puedo tomarles una foto juntos? Para la revista de la escuela.

-Claro que si- la mujer abrazo a su marido, posando.

Camila saco su celular y tomo varias fotos de la feliz familia.

Julián actuaba como si no pasara nada, pero Camila estaba segura de que solo fingía. Como quiera, con eso era suficiente por el momento. El tipo se vería forzado a reaccionar de alguna manera: hablar con ella, negociar.

SÍNDROME DE MEURSAULT (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora