CAPITULO 5

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Cuándo se levantó al día siguiente, como a las 10 am, llamó a Camila para ver si se le había pasado el berrinche, pero ella no contestó. Lauren pensó que más tarde le devolvería la llamada.

No fue así y luego se quedó sin saldo y ya no pudo intentarlo. Se le ocurrió que tal vez le hubiera pasado algo a Camila : era muy raro no poder comunicarse con ella.
Por supuesto que no estaba preocupada, pero no le gustaban los sucesos fuera de la rutina; que Camila no la llamará le resultaba tan molesto como irse a dormir sin revisar que todas sus cosas estuvieran en orden.

Así que, cuando vio en el célular que eran la 1 pm, decidió ir a buscarla, lo cual significaba cruzar la mitad de la ciudad: cuatro o cinco kilómetros.

Llegó hasta la unidad habitacional dónde vivía Camila, caminando. Era un conjunto de seis edificios de diez pisos cada uno, todos grises y en malas condiciones, con la planta baja totalmente grafiteada.

Al llegar a la entrada del D, Lauren vio que el interfón estaba roto y casi arrancado de su base; sin embargo parecía servir. En todo caso preguntaría; al lado había un salón de belleza.

-¿Quién es?- le contestó una voz ya conocida; era Sinuhe, la madre de Camila.
Le extrañó porque era entre semana.

-Soy yo, señora. Lauren.

Se oyó un timbre debil, trabajoso.

Lauren empujó la puerta. El elevador aprestaba a orines y a cigarro, y las paredes rojas estaban cubiertas de anuncios obscenos denunciando que tal o cual vecina era una puta. En el piso había volantes del supermercado, todos pisoteados.

Por la cara de Sinu cuando salió a abrirle, Lauren supo que la causa de que hubiera faltado a su trabajo era Camila.

-Pasa, Lauren- la señora estaba vestida con un largo y vaporoso camisón blanco que parecía sacado de una telenovela de los años sesenta. Por supuesto, cuidadosamente peinada y maquillada - A ver si a ti te deja verla.

-¿Qué tiene?

-Pues a estado llorando todo el día, a ratitos, y está es la hora en que no ha comido.

A Lauren le gruňeron las tripas al oír la referencia: ella tampoco había comido.

Se dirigió al pasillo dónde se hallaba la habitación de Camila y llamó a la puerta. Nadie le contestó.

-Camila-grito

Nada.

-¡Camz! ¡Karlaaa!

-¿Para qué quieres verme?- le contestó una voz gangosa de llanto -No soportas las lágrimas, ¿no?

Lauren supo que era inútil insistir.

Como inútil y estúpido había sido caminar hasta allá: sólo sirvió para que le diera hambre.

-¿No te quiere abrir, verdad?

-No.

-Le da vergüenza que la vean así. Se le hinchan horrible los ojos. Pobre de mi bebé.

Sinu parecía a punto de llorar ella también.

Lauren se encogió de hombros y dio unos pasos hacia la puerta antes de que la telenovela se pusiera más lacrimógena.

-Espera, no te vayas. ¿Ya comiste?

-Este...

-Hice pastel de carne del que le gusta a Camila. ¿No quieres probarlo? A ver si en lo que comemos, ella se siente mejor.

SÍNDROME DE MEURSAULT (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora