Cuatro.

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—¿Cómo diablos lograste escaparte de la cárcel? —preguntó dándome un pequeño beso en los labios.

—Bueno, ya sabes —jugué con mis dedos un poco nerviosa— Tengo mis trucos y mis encantos —sonreí al recodar como conquisté a John.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a cuatro policías y uno más que jamás en la vida había visto. Los miré escondiendo mi rostro en las sabanas que tenía encima. El policía nuevo era guapo, alto, cabello castaño claro, piel blanca y llevaba una sonrisa encantadora. Me tapé por completo con la blanca sabana y logré escuchar varios pasos cerca de mí.

—Déjenme solo con ella, por favor —habló alguien.

Escuche nuevamente pasos que se alejaban y se cerró fuertemente la puerta. Unos segundos después se escuchó la misma voz que habló hace unos segundos.

—¿___? —su voz era jodidamente linda, como si un ángel hablará— ¿Puedes salir un momento? Quiero conocerte.

—¿Conocerme a mi? Pero si todos ya me conocen —saqué mi cabeza para mirarlo de cerca.

Una sonrisa apareció en sus labios— Si, todos ya te conocen por ser la hermosa novia del psicópata.

¿Hermosa qué?

—Espera, espera —saque por completo la sabana de mi cuerpo y me senté sobre mis rodillas en la cama— Dijiste ¿hermosa novia? —deje salir una sonrisa, la sonrisa de inocencia— ¿Tú crees que soy hermosa?

—¿Hermosa? Eres más que hermosa —se puso en cuclillas.

Me acerqué gateando hasta llegar al frente de los barrotes y poder estar frente a él. Mi cabello tapaba gran parte de mi rostro y yo lo miraba sin ninguna expresión en el rostro.

—¿Eres el diablo? —salió de mis labios sin pensarlo.

—No, no soy el diablo —soltó una pequeña risa— Soy John, el que está ahora encargado de ti.

—Ah —susurré— No dejaras que me hagan daño ¿o si?

—¿Daño? ¿Te han echo daño? —frunció el ceño.

—Mucho —dije con voz triste y baje la mirada.

Metió su mano por los barrotes y sentí como algo rozaba contra mi mejilla, era su mano. Lo miré y pude notar cariño en su mirada.

—Te prometo que conmigo aquí, nadie te hará daño.

Dylan bajó su mirada y sentía como se tensaba bajo mi tacto.

—No te habrás acostado con alguien ¿verdad? —levantó lentamente su mirada, su voz trasmitía veneno.

Entrecerró sus ojos, su mandíbula estaba apretada y sus manos empuñadas, sentía como mi respiración se agitada

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Entrecerró sus ojos, su mandíbula estaba apretada y sus manos empuñadas, sentía como mi respiración se agitada.

Corre que te golpeara; esta enojadoooo —canturreo la voz en mi cabeza.

Disaster II • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora