Quince.

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Tomaba fuertemente la mano de Dylan que se aferraba a la mía como si nuestras vidas dependieran de eso. Como si con ese apretón de manos me transmitiera todo el amor que me tenía. Como si no quisiera que nadie más nos separara.

—¿Qué harán con Mike? —susurré en un hilo de voz, pero sabía que me habían logrado escuchar.

Me sentía completamente asustada, temblaba del frío que hacía esta noche. A pesar de llevar puesta la chaqueta de cuero de Dylan, el frío se apoderaba de mis piernas desnudas. Hace tres días que no sentía absolutamente nada de viento. Pero ahora me sentía completamente segura con Dylan a mi lado y al otro lado se encontraba John.

—Yo me encargaré de él —habló alguien más, no era ni Dylan ni John. Pero esa voz era sumamente familiar y sabía que a la persona que le pertenecía, le tenía gran cariño.

—¿Duncan? —mis ojos se iluminaron al verlo al frente mío, parado firmemente como siempre estaba, tan elegante, tan serio, tan Duncan.

—Hola, señorita —una pequeña sonrisa se formó en sus labios, sabía que en el fondo de su corazón, quería abrazarme tanto como yo a él, pero él no dejaría de lado su formalidad ya que estaba presente su jefe.

—Oh, Duncan, estás aquí —corrí los pocos metros que nos separaban y me abalancé a sus brazos— Gracias por estar aquí, te extrañe tanto.

—___ el señor D esta presente, compórtate —susurro en mi oído sin rodearme con sus brazos, solo se quedó ahí, quieto sin mover un solo músculo.

—Al diablo, abrázame —reí al escucharlo nervioso.

—Adelante —escuché la voz de Dylan y al fin, Duncan rodeo sus brazos en mi cintura. Cerré mis ojos con una gran y sincera sonrisa en mis labios, me sentía completamente feliz.

Me separé de Duncan y lo tomé de su mano acercándolo a los chicos, Dylan y John. Me miraron con su cara de no entender mi reacción y posicione a Duncan al lado de ellos.

—Gracias, gracias, gracias —me abalancé hacia ellos y estirando mis brazos, los abrace a los tres— Tengo a mis tres chicos favoritos conmigo, a mi amado —mire a Dylan, él me respondió con una sonrisa—, y a mis dos grandes amigos —mire a Duncan y John que me transmitían su cariño a travez de sus miradas.

—Disculpe señorita, pero ¿puedo interrumpir este momento? —habló Duncan y le asentí con la cabeza aprobando su petición, éste se giro para mirar a Dylan— Señor, ¿alguna orden para terminar con el puerco de Mike?

—Si —lo interrumpí firme, si hace unos minutos estaba temblando de miedo y débil, ahora estaba mas fuerte que nunca— Quiero que lo tortures lentamente, quiero que sufra y ruegue por su vida. Pero al final, quiero que muera. ¿Entendido?

—Entendido, señorita —una sonrisa maquiavélica se formo en sus labios. Hoy sacaría el lado mas perturbador de Duncan.

—Quiero vestirme y luego, quiero ver con mis propios ojos como torturas a ese hijo de perra.

—Seguro —asintió Duncan y se dirigió a John— ¿Vamos a fuera? Hay que dejar a la señorita para que se vista tranquila.

—Ayúdame a levantar a este imbecil —dijo agachándose para levantar con dificultad a Mike que estaba inconsciente en el suelo, recibió rápidamente la ayuda de Duncan y se marcharon dejándome completamente sola con Dylan.

Suspiré y trate de agacharme para recoger mi ropa que estaba tirada en todas partes de la habitación pero Dylan se apresuró y las recogió por mi, me senté en silencio en el borde de la cama aún con la sabana enrollada en mi cuerpo. Dylan se arrodilló en el suelo para pasar por mis piernas mis bragas rosas junto a mi pequeño pantalón, me levanté de la cama y subió la ropa acomodándola perfectamente, me senté nuevamente sacando la sabana que cubría mi cuerpo y Dylan tomó mi sostén colocándolo en mi pecho.

—¿Dónde están tus botas? —susurró.

—Atrás de ti —dije elevando mi cabeza y me puse la polera.

Dylan tomó las botas que estaban a su espalda, levanto un poco mi pierna para colocar la bota en mi pie y deslizó el cierre hacía arriba, repitió el procedimiento con el otro pie, cuando terminó, me tomó de la mano y me pare junto a él.

—¿Vamos a pasar un grato momento? —me sonrió maliciosamente Dylan con un apretón de mano.

—Vamos mi bebé —sonreí dejando un beso en su mejilla.

Caminamos hacía fuera de la pequeña casa en la que me tenia escondida Mike y ahí pude ver con claridad como John le daba un golpe en la mejilla a Mike y Duncan lanzaba un balde de agua sobre el rostro de Mike. El maldito comenzó a escupir pero ya estaba consciente.

—¿Sentemonos? —dijo Dylan mientras se sentaba en una silla de madera que creía que de rompería en cualquier momento, pero si me senté a su lado.

Me acomodé a su lado aferrando mi mano junto a la de Dylan y observe silenciosamente la escena que pasaba frente a nuestros ojos.

John amarró las muñecas de Mike en el tronco de un árbol y lo mismo hizo con sus pies, dejándolo en una posición recta. Duncan tomo un balde de metal y algo rechinaba dentro, John rompió la camisa negra de Mike dejando su torso al descubierto y Duncan puso el balde boca abajo sobre el estomago de Mike.

—¡Saca esas ratas, maldición! —gruñó Mike al borde de las lagrimas.

—Esto te lo tienes bien merecido —dijo John lanzando una patada en la cara de Mike.

Luego John tomó un soplete y lo encendió sobre el balde, calentando el metal y los gritos de Mike se podían escuchar a kilómetros. ¿Qué había dentro?

—Las ratas te comerán los órganos buscando una salida —sonrió Duncan.

¿Ratas? Nunca se me habría ocurrido una idea tan brillante.

La sangre comenzó a deslizarse por el torso de Mike y entendí que las ratas estaban comenzando a hacer su trabajo. Mike se retorcía del dolor y Duncan sacó un cuchillo que guardaba en su pantalón y se agachó para observar mejor la cara de Mike, pasó el cuchillo dejando marcas en las que rápidamente salía la sangre. John dejo el soplete y tomó la mano de Mike.

—¿Te gustó lo que hiciste? ¡¿Te gustó?! —gritó furioso— Esto te gustará más.

Y quebró cada uno de sus dedos, Duncan por su parte siguió con el cuchillo pero esta vez en sus orejas, las corto y se las mostró a Mike que apenas mantenía los ojos abiertos pero estaba segura que aún estaba con vida.

—Mátenlo rápido, ya me aburrí y quiero irme a mi casa —los interrumpí.

Asintieron y John sacó su pistola y le dio tres disparos en el corazón.

—Quiero que quemen esta basura, que no quede ni rastro de él —dijo Duncan a los hombres de Dylan que estaban llegando en una camioneta negra— Hagan bien su trabajo.

—Si, señor —respondió.

Me levanté de la silla junto a Dylan y caminamos a la camioneta de John, supuse que era de él ya que se subió al volante, Dylan me abrió la puerta trasera y me ayudo a subir, se sentó a mi lado y Duncan en el copiloto.

Nadie dijo nada en todo el camino hasta que llegamos a nuestra casa, Dylan me ayudo a bajar cuidadosamente ya que aún estaba con algo de dolor, todos estábamos abajo y supe que esta era la despedida.

—Mi pequeña, es momento de irme —habló John.

—¿Irte? Pero ¿a dónde? —la tristeza se apoderó de mi.

—A otro estado —miró a Dylan— Ese fue nuestro trato.

—¿Qué trato? —le pregunté a Dylan con las cejas juntas.

—Hablamos de negocios y quedamos en que él se irá a otro estado a seguir con sus negocios, yo me quedare en este estado para seguir lo mío —respondió.

—¿Te volveré a ver? —hice un pequeño puchero con mis labios mirando a John.

—Claro que me veras otra vez , preciosa —sonrió y abrió sus brazos y rápidamente le respondí con un fuerte abrazo.

—Te quiero mucho —susurré en su oído—, no te olvides de mi.

—Claro que no me olvidaré de ti —frotó suavemente mi espalda— Te quiero mucho más, bonita.

Disaster II • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora