Diez.

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—¿Me dirás ahora en que negocio estas metido? —hablé acomodándome en el sofá y apoyando mis pies sobre la mesa de centro.

Dylan me miró y volvió su mirada a unos papeles que tenía sobre la mesa. —Venta de drogas, trafico de armas y un pequeño bar en el centro de la ciudad.

Mis ojos casi se salieron de su lugar. ¿Todo eso logró tener en el poco tiempo en que estuve encerrada?

—¿Y cuando pensabas contarme todo eso? —me pare del sofá y camine hasta llegar a su lado, ni siquiera se inmutó en responderme así que golpee la mesa en donde tenía los papeles— ¿O es que no me lo contarías?

Dylan levanto su mirada neutra para mirarme directo a los ojos, por un segundo sentí miedo pero el enojo era mucho más, nuevamente bajo la mirada ignorándome.

—Increíble —me alejé de la mesa— Ahora haces todo el trabajo solo y no me cuentas absolutamente nada.

¿Estaba enojada? Claro que sí. Se supone que somos un equipo, y él ahora hace las cosas sin decirme ni avisarme de nada.

—¿Acaso quieres ayudarme a hacer mis propios negocios? —preguntó sin desviar la vista de sus papeles.

—Eso se supone que hacen los equipos ¿no? —lleve mis manos a mis caderas.

—Si, pero tengo personas que hacen el trabajo por mi —una sonrisa se formó en sus labios—, no tengo que ensuciarme las manos ni correr el riesgo que me atrapen. ¿Lo entiendes ahora?

Ahora me sentía avergonzada por la actitud que había tomado con Dylan, él solo lo hacía para su seguridad, y claro, también la mía. Así estaríamos a salvo ambos, y juntos.

—Oh, lo siento tanto mi señor D —hice un puchero con mi labio y me acerqué nuevamente a él para abrazarlo fuertemente— Nunca jamás volveré a dudar de ti, entiendo que lo haces por nuestro bien.

Una risa se escapó de sus labios y me hizo sonreír, me alejé y deposité un pequeño beso en sus labios.

¿Si lo odiaba? Claro que no, lo amo, lo amo, lo amo. Es tan hermoso y adorable, y lo más importante: se preocupa por mi.

Preciosa, ¿quieres ir a comprarte ropa o algo? —levantó sus cejas mirándome— Ya sabes, ahora que tengo dinero puedo consentirte en lo que quieras.

—¿De compras? —una gran sonrisa se formo en mis labios, me lance otra vez a los brazos de Dylan para abrazarlo y él puso sus manos en mi cintura— Muchas gracias mi amor.

*

¿Recuerdan a los hombres que estaban con Dylan por la mañana? ¿Los cuatros hombres vestidos completamente de negro? Bueno, el más joven trabaja personalmente con Dylan y lo mandó para ayudarme en las compras y ser mi "guardaespaldas". No me enojé ni nada por el estilo, el chico me agradó desde el primer momento en que lo vi.

—No seas tan serio —cruce mis brazos sobre mi pecho—, esta bien que sea tu trabajo ser así de serio, pero ahora te pido que seas más simpático y por favor, —lo hice detenerse con mis manos y se giró a mirarme, apreté suavemente sus mejillas— Sonríe, hazlo por mi.

Puso sus ojos en blanco y una pequeña sonrisa se formo en sus labios, tenia cara de bebé y era adorable, a pesar de estar cada segundo, minuto y hora completamente serio.

—Y bien —seguí caminando— ¿Cómo te llamas?

—Moore —dijo firme.

—Pregunté tu nombre —rodee los ojos.

—¿Mi nombre? —noté como juntaba sus cejas un poco confundido, dudo unos segundos y suspiró— Me llamo Duncan.

—¿Duncan? —le sonreí— Que lindo tu nombre. Yo me llamo ___ —jugué y le estreche mi mano—, un placer conocerte.

Disaster II • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora