Once.

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—¿Qué haces tú aquí? —dije con mis dientes apretados, si seguía manteniéndolos así de apretados, quedaría sin dientes y no me vería nada cool.

—Tanto tiempo, ___ —sonrió mostrando todos sus dientes, maldita perra— ¿Llevarás ese vestido? Dámelo para registrarlo.

¿Qué se lo dé? Es estupida, lo quiere ver solo para comprarse el mismo y así meterse a la cama de Dylan.

—Exijo otra cajera —cruce mis brazos sobre mi pecho y la fulminé con la mirada para mirar a Duncan que me miraba con algo de confusión.

Se acercó a mí con esa expresión tan seria que siempre tenía, pero sus ojos demostraban lo contrarío, me decían que me tranquilizara. Me quitó el vestido que tenía en mis manos y se giró hacía la caja, le pasó el vestido a Allison y una risa burlona apareció en sus labios. Duncan al darse cuenta se giró nuevamente hacía mi y paso sus grandes manos por mis brazos, me sonrió cálidamente lo cual me hizo sonreír también.

—Tranquila que ya nos iremos de aquí para ver otras tiendas mejores.

Asentí con la cabeza, Duncan sacó un fajo de billetes de su billetera y se los entregó a Allison, ella le paso el vestido en una bolsa rosada muy llamativa que tenía el nombre de la tienda estampado en ella.

—Gracias —dijo Duncan con su rostro tan frío que a mi me daba algo de risa.

—De nada, vuelvan pronto —dijo Allison con la misma sonrisa burlona plasmada en sus labios.

—Como te gustaría —bufé y caminé rápidamente fuera de la tienda para marcharme lo antes posible, sabía que Duncan seguiría mis pasos rápidamente al verme alejar de él. Tenia mis manos en puños, la rabia era grande.

¿Como puede esa zorra estar trabajando aquí y que aún no la encuentren para meterla en el maldito centro psiquiátrico? Oh, pero yo podría arreglar eso.

La sonrisa traviesa que tanto me caracterizaba en los momentos en que se me ocurría algo malo que hacer, apareció en mis labios.

—¿Estás bien? —preguntó Duncan llegando a mi lado con la bolsa en su mano izquierda.

—Perfectamente —le sonreí— Se me ocurrió una gran idea de como deshacerme de ella.

—¿Qué idea? —Duncan entrecerró sus ojos esperando mi loca respuesta.

—Es algo muy simple —hice un movimiento con mi mano derecha restándole mayor importancia— Quiero que me prestes tu teléfono para hacer una llamada.

—¿A quién llamaras? —levantó su ceja izquierda.

—Ya lo veras, ahora dame tu teléfono —hice un puchero con mis labios y poniendo una mueca de pena, claro que funcionaría así.

Duncan dudó por unos segundos pero rápidamente accedió a entregarme el teléfono, le recibí y la pantalla ya estaba listo para hacer la llamada. No sé porqué ni como pero aún recordaba el numero del centro psiquiátrico. Apreté llamar y lleve el teléfono a mi oído esperando que alguien respondiera.

—Buenos días, habla con el centro psiquiátrico de Midway City ¿le puedo ayudar en algo? —contestó una mujer.

—Sé donde puede encontrar a Allison, la chica que escapó hace unos meses.

—¿Allison? —levantó su tono de voz— Por favor, dígame donde encontrarla.

—Venga al centro comercial —la sonrisa traviesa no desaparecía de mi rostro, al decirle el nombre de la tienda, corte rápidamente.

Oh Allison, no fue buena idea que te metieras con mi hombre.

*

Me acosté en el largo sofá rojo de terciopelo que tenia Dylan en el amplió living, estaba cansada de tantas tiendas que habíamos recorrido con Duncan, al llegar a la casa, él se fue a no sé donde para hacer su trabajo.

Me saqué las botas con tacón que traía y las tire al suelo, junto a las tantas bolsas que había comprado. Cerré mis ojos recordando a Allison vestida de azul, esa falda y blusa que le quedaban a la perfección. Pero nada dura para siempre, los médicos y la policía ya deberían estar camino al centro comercial para poder atraparla y encerrarla una vez más.

—Ya llegaste —la voz de Dylan en la habitación me hizo abrir los ojos y mirarlo, estaba parado a unos cuantos metros de distancia, tenia unos pantalones negros y estaba sin camisa, dejando ver todo su torso desnudo. Oh diablos.

Si, ¿me extrañaste? —me senté en el sofá y le di nuevamente una mirada descarada mordiendo mi labio.

—Ya te lo he dicho, saca una foto que durará más tiempo —sonrió y tomó una chaqueta roja como la sangre, se la puso pero aún se le veía el pecho desnudo— Y respondiendo a tu pregunta, si. Te extrañe, preciosa.

Una gran sonrisa se formó en mis labios y me levanté para abrazarlo por el cuello y juntar nuestros labios en un exquisito beso. Los besos de Dylan hacían que me temblaran las piernas, que la respiración se me detuviera, que el corazón me latiera a mil y esas malditas mariposas en el estomago. Cualquiera diría que parezco una adolescente que cree que conoció al amor de su vida y todo durara para siempre. Pero tienen algo de razón, me siento como una adolescente enamorada, pero lo nuestro durara para siempre. Siempre.

—¿Quieres comer algo? —preguntó con su voz agitada al momento de separarnos.

—A ti —respondí con picardía.

—Oh, a mi me dieron unas ganas de comerte completa —mojo sus labios con una sonrisa.

—Mi gatito salvaje —pase mis manos por su pecho desnudo— No tienes idea de como me vuelves loca

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—Mi gatito salvaje —pase mis manos por su pecho desnudo— No tienes idea de como me vuelves loca.

—¿Gatito? —soltó una risa— Estas loca por mi —se acercó a morder mis labios—, y yo estoy loco por ti.

No se dijo más, me tomó de las caderas levantándome del suelo para caminar al largo sofá y ponerme en el. Los besos subieron rápidamente de nivel y mi ropa desapareció en segundos. Las manos de Dylan recorrían mi cuerpo como si jamás me hubiera visto desnuda, eso me encantaba de él. Siempre era como la primera vez, pero mucho mejor que la anterior.

—Hazme tuya, señor D —apreté mis piernas aferrándome de sus caderas.

—Oh, claro que te haré mía.

Disaster II • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora