Tres.

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Miraba cada detalle del departamento de John, era de paredes blancas y todo era muy lujoso. Esto si es vivir bien, en comparación a mi pequeña celda, esto era un paraíso.

Cierra la boca —escuché a John reír, cerré mi boca y me giré para mirarlo.

—No me digas que hacer —me senté en el sofá y puse mis pies sobre la mesa de centro— Tengo curiosidad de algo, ¿cómo se llega a desactivar el chip que pusieron en mi cuello?

—Solo con mi celular —dejó su celular y otras cosas en el escritorio.

—Ah —asentí lentamente— Otra cosa, quiero que me expliques como quieres que llegue con Dylan si no sé donde se encuentra.

—Bien —se sentó en el sofá frente a mi y juntó sus manos apoyándolas en sus rodillas— Tengo algo tuyo.

¿Algo mío? ¿Qué carajo podría tener de mi? ¿Mi cabeza? —lleve las manos a mi cabeza y comprobé que seguía en su sitio, me mire todo el cuerpo para comprobar si algo me faltaba y no— Sospechoso, ¿tendrá a mi bebé? Me rindo.

¿Qué tienes? —junté mis cejas.

Se metió la mano al bolsillo de su pantalón y saco un celular rosado, lo reconocí al instante— Esto.

—¡Mi celular! —me lance sobre él, quedamos en una posición comprometedora pero no me importó.

Tenía mi celular en mis manos, sentía como mis mejillas dolían de tanto sonreír, lo encendí y escribí un mensaje a Dylan.

"Me escapé, necesito verte."

Al enviarlo, los mensajes comenzaron a llegar, abrí mis ojos como platos cuando leí algunos mensajes.

"___ joder, perdóname por eso."

Rodee los ojos, todos eran de hace cinco meses atrás.

"Cariño, te amo tanto, necesito saber como estas."

"MALDICIÓN ¿CÓMO FUISTE TAN ESTUPIDA COMO PARA QUE TE METAN A LA CÁRCEL?"

"Llamadas perdidas de: Bebé (46)"

—Maldito Dylan —lance mi celular hasta el otro sofá— Que se joda –me cruce de brazos.

No te ama, nunca te amó. ¿Te quedó claro con eso? No seas tonta y entrégalo. Sálvate tú misma.

—No puedo —susurré para las voces.

Sentí que alguien se movió a mi lado, John. No lo miré, me quede quieta mirando el celular que se encontraba en el otro sofá y sentí el brazo de John en mis hombros.

—No te pongas así —susurró en mi oído y sentí como mi piel se erizaba— Él no te merece.

Cerré mis ojos sintiendo los labios de John moverse en mi mejilla, si seguía provocándome de esa manera, me terminaría revolcando con él.

Y ¿Dylan? ¿Lo engañaras con John? Él no te lo perdonaría jamás. Serías una puta más.

Tin tin tin.

Abrí mis ojos, ese sonido era de mi celular, un nuevo mensaje había llegado. Me levanté dejando a John con los labios estirados y con una sonrisa fingida en el rostro.

"Nuevo mensaje de: Bebé."

Abrir.

"¿____? ¿Eres tú? Puto infierno, necesito verte. Ven a la casa del bosque, te amo."

"Te amo, te amo, te amo. Pura mierda."

Me giré para ver a John sentado con los codos sobre sus rodillas mirándome con una ceja levantada. Quería una respuesta y como estaba enojada con mi bebé en estos momentos, se la daría.

—Hoy en nuestra casa —susurré lo suficientemente fuerte como para que él escuchara.

—Bien, genial —sonrió— No puedes cometer ningún error o ya sabes lo que te pasara  —torció su boca— Y créeme, tanto como tú, no quiero que te dejen cien años encerrada ahí.

—Lo sé —suspiré— Tengo que irme, necesito verlo.

Si, definitivamente queremos verlo ¿no, ____? Pero oye, eso sonó un poco desesperada, contrólate.

¿Te llevó? —se levantó de su lugar— Puede que te pase algo y n... —lo interrumpí.

—Nada me pasará —acomodé mi bate en mi hombro— Me sé defender sola, querido John.

—Esta bien, solo recuerda que tienes que entregarnos a Dylan antes de que se cumpla una semana —se me acerca llevando sus manos a mis mejillas— Te quiero.

John ha sido un buen amigo, un gran amigo que comencé a seducir para que me sacara de la cárcel, pero lo aprendí a conocer mejor y es una gran persona, terminó enamorado, se le notaba en su mirada cuando hablábamos solos, sus pupilas se dilataban; ya saben lo que dicen, cuando miras a la persona que amas, las pupilas se dilatan. Bueno, eso era lo que le pasaba a John cuando estaba cerca mío. Lo tenia comiendo de la palma de mi mano.

—Yo también te quiero, John —sonreí y le di un pequeño beso en la mejilla.

Comencé a caminar hacía la puerta, estaba tan ansiosa por ver a Dylan, las manos me sudaban y mi corazón latía a mil.

—____ —me giré para ver a John— Cuídate mucho, si llega a pasar algo, llámame. Sabes que conmigo tienes un futuro asegurado, lejos de ese pasado tuyo.

¿Pasado tuyo? Ja, ese pasado se volverá a hacer presente y no sabes lo feliz que estoy porque eso ocurra.

Lo sé —sonreí y cerré la puerta para emprender mi camino hasta Dylan.

*

—Joder, me duelen como el infierno las piernas, necesito hacer ejercicios —me quejé masajeando mis piernas.

No recordaba que quedaba tan lejos de la ciudad, el sol comenzaba a esconderse y yo seguía caminando en medio del bosque. Mis ojos se iluminaron cuando divisé la casa en medio de los árboles, el dolor de mis piernas desapareció y sentía que cada vez me acercaba más rápido.

—¿Bebé? Bebé —dije en susurros, pero en ese momento una silueta se asomó en la puerta de entrada, era Dylan— ¡Dylan, mi amor! —chillé rodeando su cuello con mis brazos.

Dylan puso una de sus manos en mi cintura y la otra en mi cabeza, acercándome más a él. Me separé unos cuantos centímetros para darme el espacio suficiente para juntar mis labios con los de él.

Maldito, maldito y jodido infierno. Maldición, cuanto extrañaba el solo sentir los labios de Dylan. Tenerlo en mis brazos se sentía como estar en el cielo, ¿cielo? Eso es para idiotas. Esto era como tocar el infierno. Dulce, dulce infierno.

Sentía como me caía en sus brazos, Dylan tuvo que aferrarme fuertemente en sus brazos para no dejarme caer al piso.

—¿Me extrañaste, preciosa?

Disaster II • Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora