Me levante medio mareada, ella recogió mi cabello en su mano, arrastrándome por la casa, hasta llegar al sótano.
- Desgraciada, hija del demonio, que hacías en la calle, eres una maldita con suerte y te comportas así ...
- Madre no hecho nad... -una tras otra cachetada, me arrastró hasta una pared con dos cadenas a cada lado.
- Ven acá estúpida -me llevo del pelo hasta atar mis manos a cada lado, la vi caminar hacia la cabina del dolor, saco el látigo, y lo trajo hasta mi. Rasgo mi ropa hasta dejarme en interior
- Vamos haber si de una vez aprendes a comportarte, te has vuelto una malcriada total.... -sentí aquel primer latigazo tocar mi piel, haciendo salir de mi garganta un grito de dolor
- NO, por favor .... -ella no paró 1, 2, 3, 4, 5... Ya había perdido la cuenta, el dolor era insoportable, mi piel emanaba sangre hasta no mas, lloraba desconsolada, hasta que por fin parecía que todo había acabado, camino hasta el botiquín de primeros auxilios y trajo un tarro con líquido adentro, lo abrió y al derramar lo en mi espalda, sentí que veía al diablo
- Nooooo, ahhhh, -llore desconsolada hasta que mis párpados se cerraron, lo último que escuche fue.
- Eres igual que ella.
Era una habitación bonita, llena de juegos de bebé, peluches en la pared, muchos juguetes de niña. Había una cuna. Me acerque y en ella había una bebé peli castaña, ojos claros, muy hermosa. Escuche que alguien venia hacia la habitación así que me oculte detrás de la puerta
- Hola princesa hermosa -era una mujer muy parecida a la niña, era muy hermosa, la cargo y la arrullo en sus brazos, vi como se acercaba a la puerta, la abrió buscó una mantita que colgaba de la pared, no me vio parecía que yo era invisible, así que salí y observe más de cerca. En ese momento llego un hombre pelo negro, ojos verdes, se veía fuerte y saludable.
- Aquí están mis dos princesas -le dio un beso a la mujer y cargo a la niña en sus brazos, todo era tan lindo. Una familia perfecta la cual yo nunca tuve ni tendré, soy demasiado insignificante.
Abrí mis ojos lentamente, me dolía todo, esa bestia me había vuelto una nada, estaba destrozada tanto físicamente como por dentro, no valía nada, mi espalda ardía y dolía insoportablemente, por lo menos ya estaba desamarrada, así que camine para abrir la puerta pero está estaba con llave. Así que toque.
- Toma hay esta la comida, no sales hasta que yo diga -me tiro un plato con pan y un huevo, me senté en aquel viejo colchón, ya era de noche por que el reflejo de la luz de la luna que entraba por la ventana, estaba descubierta así que busque una manta vieja, me cubrí y me acosté de lado porque el dolor en la espalda era insoportable, a mi mente vino el recuerdo de aquel sueños que hace un rato había tenido, era muy bonito, era como en esos cuentos de hadas en los cuales las hadas madrinas contaban una historia y mientras todo sucedida nadie notaba su presencia, pues en ese sueño yo fui la hada madrina.
Por mas que intentaba dormir no podía, ¿por que Virginia era así? ¿por que había dicho, que era como ella? ¿quien era "ella"? ¿como dormir cuando tu mente no se calla?. Con todas estas preguntas al fin había logrado lo que quería.
Ahh... Hay estaba ella con su cara maléfica, creyéndose mucha cosa por que podía hacer conmigo lo que quisiera.
- Levanta te querida Megan, hay muchas cosas que hacer -me miraba ella con burla, me levante y camine con ella hasta llegar a mi habitación.
- lo que sucedió ayer es una pequeña muestra de lo que puede pasar. -con eso se marcho sin decir nada más, me metí a la ducha, sentir como el agua caía en mi cuerpo ya no era tan agradable, ahora era doloroso, salí y me vestí con la tela mas suave que existía, luego baje
- Mañana tendré que ir al colegio y llevar una excusa, que tu me harás, por el hecho de que no fui hoy
- No te preocupes por eso, ya pedí una semana de incapacidad, así que me vas ayudar una semana a mi, y entregas los trabajos, cuando vuelvas.
- Si, esta bien -me gustaba mas estar en el colegio que en esta "casa" por lo menos ahí me distraía un poco, haciendo todos los oficios que me ponía Virginia, me dolía todo, así que pare un rato a tomar algo de aire, cuando la pantalla de mi celular se encendió. Andrés, así que decidí no responder, no quería mas problemas con esa señora, aveces sentía ganas de denunciarla pero tenia miedo, miedo de que todo saliera mal.
1 Semana Después
-Señorita Smitt, ¿esta usted atenta a la clase? -de verdad no, toda la clase me había pasado distraída pensando-
- Si, claro señor
- ¿Entonces me puede decir de que estamos hablando? -me arriesgare y diré lo que alcance a escuchar, antes de ser absorbida por mi mente
- estábamos hablando el Átomo y los electrones, neutrones, protones, que el átomo es algo muy pequeño e invisible.
- muy bien señorita
- ¿enserio? Si, osea gracias -si hubieran visto mi cara de asombro al decir que sí. Algo callo justamente en mi puesto, era un papelito, lo abrí
- Hola pequeña, llevo muchos días sin saber nada de ti. ¿que ha pasado? ¿estas bien? -tome una hojita y respondí su mensaje
- He tenido unos inconvenientes, pero estoy bien. Bye -voltee para luego verlo a él con una hermosa sonrisa, se la devolví amablemente. Luego de que pasara Todas las clases distraída, ya era hora de marcharme para mi "casa" al salir vi que Andrés me andana buscando por los casilleros así que me apresure, no quería encontrarme con él.
Llegue a mi "casa" donde entre y vi todo tranquilo algo poco común en este lugar, así que sin mas subí a mi habitación y me acosté...
Ahí estaba ella la mujer de la habitación, me observaba desde lejos, sonrió y se fue acercando lentamente a mi, al llegar frente a mi, me tendió la mano, así que le di la mía en ella puso un pergamino cerrado, la mire confundida y esta dijo...
- pronto lo sabrás, pronto pequeña.
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Maldita Inocencia -Valentina Quintero-
Любовные романыMegan Smitt una joven de 17 años, cursando 4 año de bachillerato. Una chica callada, Con muchos problemas familiares, para ella la vida es una rutina sin sentido Pero todo va a cambiar cuando llegue a su vida Aleksander Balmaceda Un hombre trauma...