Mi cuñado reacciona después de unos segundos, mira sobre el muro y luego a mí varias veces.
―Es él ―Confirma lo que dijo el oficial. Subo la mirada del suelo algo mareada por los últimos eventos, muerto y ahora no muerto, respiro profundo asomándome para ver con mis propios ojos al falso difundo. El alivio me invade al verlo, tan firme, sano y vivo montando su enorme semental viendo la situación en sí con el ceño fruncido.
―Deseo que se me explique el porqué me reciben con tanta guardia ―Ve al alto oficial, cuando posa su mirada en mí me agacho en seguida por lo que caigo al suelo sin poder evitarlo.
―Estúpida armadura ―Resoplo mal humorada para luego soltar una carcajada poco apropiada para la situación, sin embargo la sensación de alivio es tanta que poco me importa que los demás crean que estoy loca ―Lord Torres mande por el Conde Stone en seguida.
Éste asiente y da la orden de inmediato.
―Creo que debería... ya sabes ―Señala la armadura que tengo puesta ―No creo...
―Esperemos a ver qué sucede y dependiendo de la situación decidiré qué hacer.
―Marqués ¡Qué agradable saber que está usted bien! ―Saluda mi padre al ver al nombrado ―Se nos informó hace unos momentos que usted había fallecido.
―Ciertamente falso Milord, no tengo planeado dejar viuda a mi esposa con tan corto tiempo de matrimonio ―Mi padre y él ríen a carcajadas ―Dígame, ¿A qué debo tan poco cordial recibimiento?
―Hemos sido informados de una posible invasión por tropas Francesas, allá ―Señala a la distancia donde se encuentra aparcados los Franceses ―El oficial a mando fue quien nos informó de su supuesto fallecimiento.
―Permitirme interceder Milord, me temo que hay un mal entendido.
―Eso mismo pienso yo, Su Gracia. pero creo que son ordenes de su Rey.
―El trato indica que mi esposa y su familia estarán exentos de cualquier ataque Milord, debería saberlo usted bien.
Escucho a los caballos alejarse, quiere decir que él intercederá en esto.
―Debes cambiarte, ya no requiero tu presencia.
―Aún no termina ―Miro hacia arriba al Conde de Stone ―No olvide que son guerreros de Francia.
―¿Ofendes al Marqués?
―Protejo a mis hermanas.
―De eso me ocupo yo, ¡Abran las puer...! ―Lo silencio enseguida al terminar de ponerme de pie y apuntar mi espada a su cuello, todos sus arqueros cerca se apresuran a apuntarme con sus flechas.
―¡Alguien abre esas puertas ―Me apresuro a decir ignorando la amenaza ―Y con gusto cortare las manos de quien cumpla tal orden!
―¿Has perdido la razón? ―Pregunta él fuera de sí ―¡¡¿Te atreves a amenazarme en mi propia casa?!
―Si tengo que encerrarlo en un calabozo para protegerlo de sí mismo, le aseguro que lo haré.
―¡Amelia! Soy tu padre ¿Que...? ―Los soldados cerca se observan entre sí al escucharlo.
―Dejó claro que no lo era, recuérdelo, por cierto Conde mi nombre es Alec, también debe recordarlo ―Esta reacción será cuchillo para mi cuello cuando todo termine. Sé que si abrimos las puertas estaremos en desventaja y con mis hermanas, mi madre y tantas mujeres y niños aquí no pienso arriesgarme, mi ya no padre puede castigarme después por tal conducta, ahora solo pienso en salvar a mi familia, es lo único que realmente me importa en todo esto ―Procure no hacer nada estúpido mientras todo se aclara, en lo que se solucione podrá usted hacer lo que desee conmigo ―Lo empujo con poca sutileza enfrentándolo con firmeza para que entienda que no me doblegaré a sus deseos, él es el Conde, pero muy a su pesar soy su hija, actualmente una piedra en su zapato.
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La hija del Conde: Cuando el corazón ama no hay desición que valga.
RomanceLady Amelia Clarendon, una dama de la nobleza Inglesa, hermosa, inteligente, decidida, testaruda y con un carácter fuerte, resignada a un matrimonio en el cuál esta lejos de ser feliz. Yendo en contra de lo que...