No entiendo porque me siento tan nerviosa, hoy lo veré a la cara después de tanto tiempo, él es un hombre al que posiblemente no veré después de que descubra la condición de mi apariencia, ni siquiera puedo entender porqué esa sensación de pesadez, el temblor de mis manos, lo aturdida y lo tonta que me siento.
―Lady Amelia como siempre usted tan hermosa ―Lo miro con los ojos bien abiertos, ¿En qué momento baje la escalera? Lamo mis labios ofreciendo mi mano la cual él besa causando escalofríos a mis cuerpo.
―Mi... ―Aclaro mi garganta ―Milord, me alegra ver que se encuentre usted en perfectas condiciones ―Se queda viendo el atuendo que cubre mi rostro como si estuviera comprobando algo ―Le pido disculpas padre ―Sonrió con inocencia al llamarlo así ―Mi esposo necesita descansar después de tan largo viaje.
Ambos me observan incrédulos, uno más sorprendido que el otro.
―Por supuesto ―El Conde Stone es el primero en hablar ―Después de un largo viaje lo que uno necesita es descansar.
―Sígame Milord, su baño ya lo espera.
Al entrar en la habitación cierro la puerta y me recuesto a ella con alivio, alivio que dura el corto tiempo que le toma al lacayo quitar las armaduras del Marqués.
―Me sorprende tu recibimiento querida ―Expresa, al volverme hacia él lo encuentro de pie en medio de la habitación con los brazos cruzados a la altura de su fuerte pecho ―No creí que me extrañaría tanto.
―No le sorprenda tanto, Milord― Le paso por un lado ignorando el apetito que crece en mi cuerpo al verlo medio desnudo y recordar lo que vivimos juntos la noche de bodas ―Lo hice para no tener que hablar con mi padre.
―Tan sincera como siempre.
―Me temo que si espera usted timidez y obediencia de mí, tendrá que esperar cien años para ello.
―Eche de menos su afilada lengua Milady ―Avanza unos pasos hacia mí después de quitar su camisa, el lacayo salió hace un momento después de ayudarlo a quitar su pesada armadura, la mía por suerte sigue bajo la cama ―Y su vivo cuerpo.
Abro los ojos exageradamente al ver la intensión de su acercamiento.
―Estoy en esos días Milord ―Me apresuro a mentir por temor a lo que sé encontrará si busca, algo que por supuesto lo ahuyentará para siempre de mi vida ―No deseo ser tocada, tome su baño con tranquilidad, me aseguraré de que suban algo para merendar ―Casi que corro hacia la puerta, pero como aquella noche él la cierra con su mano y me pone entre la pared y su cuerpo.
―Intentas huir de tu esposo cuando sabes que no tienes que temer.
―Le recuerdo que este matrimonio no es real.
Sonríe de medio lado secando mi boca en el acto, algo turbada aparto la mirada pero él posa su mano en mi mentón con suavidad para que lo vea a los ojos.
―Es tan real como el fuego que desperté en tu cuerpo la noche de nuestra boda.
El calor sube desde mi pecho hasta instalarse en mi rostro, sé que tengo roja hasta las orejas.
―Sus comentarios siempre tan poco apropiado.
―Lo seria si lo dijese a una joven inocente ―Besa la piel de mi clavícula expuesta ―Una dulce inocente.
―¿Qué le hace pensar que una noche en mi cama me hace indecente, Milord?―Acaricia mi clavícula con la yema de su dedo indice de su mano derecha ―Le suplico que conserve su distancia, no querrá usted que lo enfrente de nuevo como aquella noche.
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La hija del Conde: Cuando el corazón ama no hay desición que valga.
RomanceLady Amelia Clarendon, una dama de la nobleza Inglesa, hermosa, inteligente, decidida, testaruda y con un carácter fuerte, resignada a un matrimonio en el cuál esta lejos de ser feliz. Yendo en contra de lo que...