DE: OLIVIA
PARA: QUIEN QUIERA LEERLANavidad ya se fue, agradezco haberla podido pasar con mi mamá, en casa. Ahora me siento más fuerte para volver y enfrentar la primera quimioterapia. Además, estoy contenta porque volveré a ver a Joan, Ismael y Laura.
Es la segunda ves que voy de casa hacia el hospital, pero, a diferencia de la primera, no me siento tan miserable, tan asustada. Mis amigos están ahí. Creo que aquí me he sentido más querida que cuando estaba fuera y mis compañeros de clase me ignoraban.
Es irónico. El hospital me ha enseñado más cosas que la escuela y aunque no se estudia para hacer amigos, aquí aprendí a hacerlos.
Cuando cruzo por la puerta, sonrío. Joan ha venido a recibirme, Ismael se encuentra un poco más atrás, sosteniendo un oso de felpa con gorro de Santa Claus. Creo que me he vuelto a sonrojar.
-Hola- saluda Joan, haciendo el flequillo de su cabello hacia un lado y sonriéndome.
Lo abrazo y él me corresponde. Mamá se queda detrás de mí, sé que ella también está sonriendo.
-Hola... Olivia- exclama Ismael, aproximándose a mi, yo me quedo estática- Joan dijo que te gustaría- me tiende el osito- Claro, lo compré yo, con mi dinero, pero él me ayudó a escogerlo. Pero lo compré yo.
-Pero cuenta como regalo de ambos- lo corrige Joan.
-Es lindo- dije riéndome y abracé al osito fuertemente- ¿Dónde está Laura?- pregunté.
-Esperándote en el cuarto- mes puse en tensión rápidamente.
-¿Por qué? ¿Qué le pasó?
-Tuvo unos cuantos problemillas, pero ya está bien, descuida- respondió Ismael- ¿Tú estás lista?
La quimioterapia, por un momento la había olvidado.
-Sí, eso creo.
-Hoy estás de suerte, Oli,- Ismael y Joan intercambiaron una mirada cómplice- Resulta que coincidimos los tres con el tratamiento.
Enmudecí de pronto.
-Oh, chicos...
-¿Lo ves? Nunca te voy a dejar sola- dijo Joan, sonriendo.
Ahora le creo.
Después de que me despedí de mamá nuevamente, los tres nos encaminamos a la habitación. Sentí que Ismael me miraba, pero no como yo quisiera que lo hiciera, sino, más bien lo hacía como si quisiera decirme algo.
Cuando llegamos lo primero que vi fue a Laura. Me quedé congelada en la entrada, ella estaba recostada en la cama, con el oxígeno y un tubo de suero conectados... se había cortado el cabello, ahora estaba igual o más corto que el mío.
-Olivia...- me saludó, sonriendo.
-Laura,- dije y fui a sentarme a su lado- ¿Cómo estás?
-Bien... tranquila, solo fue un sustito.
Estiré una mano hacia su cabello y lo acaricié, se sentía muy delgado y débil, sin embargo, sonreí y le dije:-Te queda muy bien.
-Hola, chicos- el Doctor Díaz apareció en el umbral de la puerta con una linda doctora a su lado.
-Hola, Sarah- saludó Joan.
-Joan, que gusto verte, igual a ti, Laura. Me alegra que te estés recuperando.
-Gracias.
-¿Están listos?- preguntó Díaz. Tragué saliva, todos voltearon a verme.
-Lo estoy.
Estábamos sentados todos uno al lado del otro, yo no quise ver cuando me insertaron esa aguja, ni sentir cuando ese líquido espeso me recorrió, pero era inevitable. Levanté la vista hacia el techo y de pronto, alguien me tomó de la mano.
-No veas al techo, te marearás- dijo Joan- Mírame a mí- sonrió- Esto pasará rápido.
No pasó rápido, fueron las seis horas más largas de mi vida... y todas las pasé aferrada a la mano de Joan.
Me siento horrible, pero no importa. Ellos han pasado por esto mucho más veces que yo y siguen siendo fuertes, aún son capaces de sonreír y bromear mientras la quimio ataca... y yo no tengo por qué ser la excepción.
FIN DE LA CARTA VEINTEAVA.
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Cartas para Quien Quiera Leerlas
Подростковая литература¿Quieres llorar? Lee esto. Cuatro amigos, cuatro vidas distintas y cada uno trata de vivirlas a su manera, pero cuando el destino te pone a prueba y las fuerzas te abandonan te das cuenta de que lo único que tienes es a aquellos que te aman. Una h...