DE: ISMAEL
PARA: QUIEN QUIERA LEERLAQué extraño resulta saber que vas a morir y más extraño aún es sentirte bien, como si aquello fuera mentira o una mala broma que te hizo un médico.
Eso comenzaba a creer yo, que todo había sido solamente una mala broma... al menos hasta ayer.
Era tarde, los demás ya estaban dormidos, incluso yo. Lo recuerdo bien, incluso soñaba. Era un lindo sueño, en él, los cuatro salíamos de aquí; íbamos a una casa de playa en algún lugar donde no había más doctores, ni enfermeras, ni pacientes, solo éramos nosotros y nadie más. El mar era bellísimo, justo como lo recordaba desde la primera vez que lo vi. Todo fue muy real, incluso ahora, después de todo lo qué pasó, creo que puedo escuchar el sonido de las olas.
De pronto, sentí que me caía.
Abrí rápidamente los ojos, aún seguía en mi cama, en el hospital. Mi corazón estaba acelerado, pero en realidad no había pasado nada. Traté de relajarme nuevamente y cerré los ojos, pero después de unos minutos noté que mi corazón seguía acelerado, esto no era normal.
Comencé a preocuparme, lo que propició que mi ritmo cardíaco aumentara aún más. El brazo empezó a dolerme. Maldición, esto no era bueno y yo, en lugar de reaccionar y calmarme, estaba entrando en pánico. Cuando me di cuenta de que el aire no me llegaba a los pulmones y las piernas no me respondían, caí en cuenta de la gravedad de esto.
Me levanté a regañadientes, di unos cuantos pasos y me desplomé sobre la cama de Laura. Ya no pude hacer más.
...
-¿Qué le pasó, doctor?
Era una voz, la voz de Israel. Me sentía muy débil como para abrir los ojos, pero podía sentir que estaba sentado al borde de una cama que no era la mía.
-Israel...- sentí el peso de otra persona en la cama- ambos sabíamos que esto pasaría.
-¿Qué? ¿Qué cosa pasaría?
-Ismael... tuvo un infarto- algo se encogió en mi interior- eso es resultado del estrés postraumático, causado por... bueno, por la realidad a la que está sujeto.
Levanté levemente los párpados y pude ver a un borroso Israel, con la cara enterrada entre las manos, preocupado.
-Se nos acaban las opciones, la quimioterapia ya no es solución, no le servirá de nada. Si queremos seguir retrasando esto, tendremos que mantenerlo en un cuarto aislado y sin ninguna clase de...
-No.
Ambos voltearon hacia mí de pronto.
-Isma... qué... ¿qué dijiste?
-No- volví a repetir con un hilo de voz- no quiero.
-Ismael, tienes metástasis y el síndrome...
-He dicho que no quiero.
Mi hermano y Díaz cruzaron una mirada. Después, Israel me tomó de las manos.
-No quiero perderte, no aún- dijo con la voz entrecortada- Déjame tratar de hacer algo más.
Apreté sus manos con la única fuerza que tenía, le sonreí apenas y negué con la cabeza. Israel contuvo un gemido y hundió el rostro en mi pecho, que rápidamente, se humedeció con sus lágrimas.
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Cartas para Quien Quiera Leerlas
Jugendliteratur¿Quieres llorar? Lee esto. Cuatro amigos, cuatro vidas distintas y cada uno trata de vivirlas a su manera, pero cuando el destino te pone a prueba y las fuerzas te abandonan te das cuenta de que lo único que tienes es a aquellos que te aman. Una h...