Carta 2ª

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DE: ISMAEL

PARA: Quien Quiera Leerla 

Hoy me besé con Diana. (Qué bonita forma de empezar una carta, lo sé) Le traía ganas a esa chica desde la semana pasada. Pobrecilla, me pidió que fuéramos novios y como a todas, tuve que rechazarla.

La verdad, ella en sí no me interesa, su físico es lo único bonito que tiene. Es una tonta. Era obvio que no tendría oportunidad alguna conmigo... bueno, al menos ella sería dada de alta el mes que viene y podrá irse y encontrar algún novio guapo.

Hoy también me toca quimio, seguía pensando en esto cuando entró la enfermera.

-Hola, Isma, ¿cómo estás?- me saludó.

-Bien, bien, linda- correspondí.

-¿Estás listo?

-Nací más que listo.

Ella conectó los tubos a mi catéter y al sentir el sabor de los químicos en el cuerpo, me entraron arcadas.

-¿Hasta cuándo crees que se me empiece a caer el cabello?- pregunté, reprimiendo las ganas de vomitar.

-No sabría decirte, puede que ni siquiera se te caiga. Todos reaccionan distinto al tratamiento. 

-Eso espero, no me gustaría perder mi hermosa cabellera.- bromeé, pero en el fondo este hecho sí me daba miedo. Si había algo que me gustaba de mi era mi cabello. Me encanta la forma en que cae sobre mis hombros, tan despeinado que me hace ver como un rockero alocado. Me dolería mucho perderlo.

-No te preocupes, no es un hecho que se te caiga- me sonrió- Saldré a terminar con los demás pacientes, regresaré en un momento.

-De acuerdo.

Sabía que su "regresaré en un momento" significaba "regresaré en dos horas" en realidad.

Traté de ponerme cómodo en la cama y cerré los ojos para no sentir. Mierda, cada vez eran más asquerosas estas cosas.

Alguien entró al cuarto, abrí los ojos de inmediato. Era mi compañera... ¿cómo se llamaba? Quién sabe, pero era ella. Siguió hasta su cama sin mirarme siquiera y comenzó a leer. Nunca le había hablado, para mi me daba igual su presencia, pero por esta vez me le quedé viendo. 

Era linda, no lo había notado antes. Tenía una exuberante cabellera castaña y la piel de un moreno claro, de cuerpo no estaba tan mal, sólo un poco plana. 

-Hola- pronuncié. Ella volteó a verme, sorprendida.

-Hola- me sonrió. "En verdad es bonita" pensé.

-¿Qué lees?

-El Señor de los Anillos- respondió, mostrándome el libro.

-Se ve muy viejo, ¿cuántas veces lo has leído?

-Mmm, no sé- se rió- Unas... ¿treinta?

-¡Treinta! ¡Dios santo!

-Lo sé, es que me gusta demasiado.

-Déjame adivinar... lo lees por Legolas.

-No, ¿por qué dices eso?

-A la mayoría de las chicas les gusta ese elfo güero- respondí, haciendo un recuento mental de todas las fangirls de Legolas que conocía.

-Legolas está bien, pero prefiero a Bardo o a Thorin.

-Vaya, yo también- exclamé. No tenía ni idea de quién era Bardo.

-¡Genial!

-¿Cómo te llamas?

-Laura, ¿y tú?

-Ismael. Mucho gusto.

-Mucho gusto.

¿Y ahora qué? ¿Qué más podía decir? Una chica normal ya se habría lanzado sobre mí desde el momento en que dije hola.

-Cuántos... ¿Cuántos años tienes?- le pregunté.

-16, los cumplí en abril.

-Yo 18, no hay casi nada de diferencia.

Ella no contestó y volvió a concentrarse en su lectura. Un sueño irracional comenzó a apoderarse de mí, no podía mantener los ojos abiertos. 

-Creo que... me voy a dormir, Laurita. Perdón por no seguir con la conversación- bostecé.

-No te preocupes, si necesitas algo, avísame.

-Gracias. ¿Te parece si hablamos al rato?

-Claro, sólo espero que no se te olvide quién soy para ese entonces.

Me quedé perplejo.

-¿Por qué dices eso?

-He visto cómo eres con las otras chicas, las olvidas tan fácil como un niño olvida las fechas en un examen de historia.

-Soy como Dori,- atajé- tengo memoria de corto plazo, pero te juro que a ti no te olvidaré.

-¿Lo prometes?- cuestionó. Sonreí.

-Lo prometo. Pinkie Promise.

Cuando Laura unió mi meñique con el suyo, me dije que esa era una de las pocas promesas que cumpliría de verdad.


FIN DE LA SEGUNDA CARTA 



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