Capítulo 8: Mejor que nada.

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Me levanto viendo la cama vacía. Logan había desaparecido como siempre, mi duda más grande es saber que se siente verlo todas las mañanas aún durmiendo, o si quiera una, ver su gesto angelical. Mierda, me hago ilusiones.

—Bien, asume que eres la zorra de la historia —me digo a mí misma.

Camino al sanitario para darme una ducha necesaria. Últimamente no paro de hacerme a la idea de tener una familia, sin importarme quien sea el padre de mis hijos, necesito alguien capaz de quererme a su lado sin ser su juguete sexual. Salgo de la ducha y me coloco mi vestimenta de trabajo. Realmente detesto eso de viajar junto a Logan, y no es él, es el hecho de que tiene más oportunidades de hacerme pensar en toda una vida junto a él. Cosa que no puede ofrecerme.

(...)

Los inversionistas empiezan a vaciar la sala de reuniones, suspiro aliviada, el día de trabajo terminó por hoy. Me giro para ver por la gran ventana las calles, las personas parecen hormigas, mejor dicho puntos insignificantes.

—Buen trabajo, señorita McBride —murmura cercas de mi oído, mandando un estremecimiento por todo mi cuerpo.

Me quedo estática, mierda, no puedo creer que él me haga sentir mil cosas sin siquiera tocarme un pelo. Da un beso sobre mi cuello, aprieto los ojos sintiendo como una carga eléctrica recorre hasta mi sexo.

—Logan... —susurro con los ojos apretados—, no es momento —abro los ojos. Sorprendida por lo que dije.

—¿Eso crees? —se coloca frente a mí, sus ojos tienen ese destello de lujuria que me mata por dentro.

—Estamos en la sala de reuniones, hay cámaras de seguridad, no podemos —murmuro con torpeza, una gran parte de mí anhela salir de aquí sin caer en su trampa.

—Cariño —sonríe acariciándome el cuello—. No tienes idea del poder que tengo en mis manos, soy mucho más de lo que piensas —se acerca peligrosamente a mí. Yo estoy estática.

—Muéstrame el poder que tienes, Henderson —suelto sin pensarlo dos veces, ni siquiera una maldita vez puedo negarme. Detesto siempre ceder.

—Lo haré —juguetea con los dedos por mi cuello hasta llegar a la blusa—. Por que sus deseos —desabrocha el primer botón y luego el segundo con una mano—. Son órdenes para mí —sonríe con satisfacción.

Tengo la boca seca, este hombre hace que pierda la cabeza, este hombre mi más grande anhelo. Sigo quieta, viéndolo a los ojos marrones. Él sigue desabrochando los botones de la blusa, con sus ojos sobre los míos. Cuando termina la quita de mis hombros dejándola caer, yo sigo quieta, dejando que el haga conmigo lo que le plazca.

—Eres hermosa —sonríe—. Así me gusta, que estés quieta —su sonrisa crece.

Mis ganas por besarlo me traicionan, me abalanzo hacia él, besándolo con ferocidad, deseándole. Logan me lleva hasta la gran mesa y me sienta, sigo atacando su boca, dejando que nuestras lenguas luchen por ver quién es la mejor. Desabrocho los botones de su camisa con torpeza sin dejar de besarlo, él juega con mis pechos con el sujetador puesto, lo deseo tanto, de mil maneras.

Muerde con fuerza mi labio, haciéndome gemir sobre su boca. Le quito la camisa dejando al descubierto sus pectorales, jamás podré cansarme de verlos, o de tocarlos, o de besarlos. Con un movimiento deja mis pechos al aire libre, se quita la corbata, y se separa de mi para verme a los ojos. En ellos se refleja su lujuria, y esa lujuria se transmite a mí. Sonríe, algo pasaba por su cabeza, puedo saberlo porque al parecer conozco ese gesto, y es de una idea excitante.

—¿Puedo? —pregunta con esa voz ronca que hace que me moje al instante.

—Sí... —susurro con ansias. Lo único que quiero es que me toque. Que me toque hasta que su tacto me arda en lo más profundo de las entrañas.

Posesivo [Logan Henderson] (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora