─Lara─
Con algo de dolor en sus ojos, Lara consiguió volver a mirar a Edward, su vista aún era borrosa, sin embargo se obligó a sí misma a parpadear un par de veces para así poder divisarlo mejor. Su cabello desparpajado, la preocupación en sus ojos y la excitación de su voz, era él, era Edward quien había llegado a su lado, fue entonces que de pronto todas y cada una de las emociones que ella sentía por él, vinieron a su pecho.
Ella no estaba molesta o enojada pero tampoco estaba feliz u orgullosa. Era una mezcla rara de sentimientos encontrados.
—Edward —murmuró aferrándose a su pecho con desesperación y deseo.
El chico la abrazo muy fuerte, podía sentirla temblar y llorar entre sus manos.
—Edward... Amelia... —repitió ella con lágrimas en los ojos mientras lo miraba.
—Sí, lo sé. —Le dijo al mirar por sobre uno de sus hombros.
Amelia estaba tirada boca abajo en el suelo, tocándose la cabeza y tratando de recuperar su visión y su equilibrio. Edward, de alguna manera había conseguido evadirla luego de que ella le disparara.
—Vamos, tenemos que irnos. —Le dijo a Lara mientras la ayudaba a levantarse.
Ella lo miró por unos instantes, el chico tenía el rostro comprimido en un enorme gesto de dolor.
—¿Hasta cuándo dejarás de hacerte el fuerte? —Le preguntó ella con un tono frío pero a la vez preocupante cuando notó la herida bajo su abdomen.
El hombre apenas si expresó un mohín en sus labios, luego agregó en un tono serio pero arrogante:
—Hasta sacarte de aquí a ti y a mí hijo. —Le respondió mientras la miraba de reojo a lo que ella se sorprendió.
Por unos momentos ambos se quedaron parados, mirándose el uno al otro. Lara no podía creer que él supiera sobre su embarazo, mucho menos Edward podía creer las expresiones que ella tenía en su rostro.
Lara meneó la cabeza y sonrió, por otra parte Edward igualmente casi hizo lo mismo, luego, la afianzó con más fuerza y apoyándose de su cintura caminaron hasta llegar a la puerta.
Ambos estaban por salir cuando de repente Amelia volvió a hablarles a sus espaldas, se veía bastante molesta al mirarlos, apretó sus puños y los maldijo.
Entretanto Lara volteó a mirarla, fuerte, decidida.
—Lara, ¿qué haces? —inquirió Edward mirando sus rasgos.
—Lo que debí haber hecho desde un principio. —Le dijo sin siquiera mirarlo—. Terminar con esto —añadió caminando hacía Amelia.
Esta la miró tajante mientras soltaba una leve carcajada. Ver a Lara comportarse de esa manera le daba risa. La vio acercarse y rio aún más.
—Si crees que terminarás con esto, estas muy equivocada, querida. Yo seré quien lo haga —amenazó apuntándoles de nuevo con la misma arma.
Lara sonrió mientras se detenía y negaba, luego, volvió a mirarla mientras aguantaba el dolor en su pierna.
—Si es así, entonces... ¿Por qué no disparas? —La desafió—. Termina con esto. —Le dijo sin ser consciente de sus palabras, estas, habían fluido de sus labios casi por sí solas.
Amelia entornó los ojos en ella pensativa, le estaba comenzando a irritar aquella actitud pasiva agresiva. La mujer levantó el arma y apuntó firme, directo hacia su pecho. Ya había fallado muchas veces, sin embargo, esta vez no lo haría.
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Tratado
RomanceSiendo el segundo hijo de un famoso empresario, Edward Palmer, hace el pequeño sacrificio de casarse con la hija de los Evans en un intento desesperado por salvar la reputación de su familia, no obstante, considera a su prometida una fastidiosa por...