─Edward─
Antes de ir a la cena, Edward pasó a bañarse y a cambiarse al departamento que entre él y su amigo habían comprado.
—Matthew, necesito la habitación. Sal de aquí —ordenó mientras entraba sin avisar.
—¡Oye, Edward! —Se quejó el chico al mismo tiempo en que se levantaba y cubría con su espalda a su novia—. En la entrada hay un letrero. ¿Qué no lo viste? —Le reclamó molesto.
Edward lo miró de reojo y sonrió de manera burlona.
—Tengo algo de prisa y no creo que a ella le importe, además, solo vine por algo de ropa. No me quedaré mucho tiempo. Haz de cuenta que no estoy aquí. —Le dijo buscando dentro del closet a lo que el rubio bufó molesto.
—¿No se supone que deberías estar con Lara?
Edward se detuvo por unos momentos, luego, continuó.
—Se me hizo tarde.
—¿Por qué no me sorprende? —inquirió Matthew con un gemido corto—. Y está vez, ¿quién fue, Amelia o Cecil? —preguntó, pero no tuvo respuesta ya que Edward pasó por su lado directo hacia la bañera.
El chico suspiró y cinco minutos más tarde lo alcanzó.
—Edward. —Lo nombró recargándose bajo el marco de la puerta—. Sé que está de más decirte esto y que ya te lo he dicho un millón de veces pero... Ya deberías aprender a dejar esto. Ya no eres un adolescente que puede acostarse con cualquier chica que te abra las piernas. Eres un adulto y pronto vas a casarte. No es justo que juegues con ellas, al menos no con Lara, ella te ama demasiado. —Le dijo y de pronto este soltó una pequeña carcajada mientras miraba al suelo y meneaba la cabeza—. Bueno, en realidad las tres te aman aunque no como ella.
Mientras Matthew hablaba, Edward estaba quieto, pensando debajo del agua.
—Pero tú, solo te estás divirtiendo sin llegar a ninguna parte más que herirte y a lastimarte a ti mismo. Dime, ¿qué harás cuando en verdad te enamores? Ya sea de Lara o de alguien más.
En eso Edward soltó una gran risotada.
—No seas estúpido Matthew. —Le contestó cerrando el grifo y saliendo de la bañera—. Yo no puedo enamorarme. Sabes que soy un hombre libre y que odio las ataduras.
—Si las odias tanto entonces, ¿por qué vas a casarte? ¿Por qué no cancelas ese estúpido compromiso?
—Ese no es tu asunto.
—Claro que lo es. Eres mi amigo.
—Ya te dije que no es tu asunto.
Matthew entrecerró los ojos en él y lo siguió.
—Es porque te gusta, ¿verdad? Estás enamorado de Lara. Por eso no rompes con ella aun sabiendo que ya no es necesario casarte. —Edward chasqueó los dientes—. Te enamoraste, ¿cierto?
El chico torció una mueca en sus labios, aunque en sus ojos brillo la aceptación.
—En verdad que no te entiendo. Dices que odias las ataduras y que eres un hombre libre pero aun así la amas y vas a casarte, aunque le seas infiel con tu ex novia y con su mejor amiga.
—Y bueno, si es así, ¿qué más te da, Matthew? —Le reprochó mirándolo a la cara—. Ese es mi problema, no el tuyo.
—Ya te dije que también es mi problema porque tanto tú como ella son mis amigos y no quiero verlos sufrir a ninguno de los dos. Ya bastante mal me siento al mentirle a Lara por ti.
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Tratado
Roman d'amourSiendo el segundo hijo de un famoso empresario, Edward Palmer, hace el pequeño sacrificio de casarse con la hija de los Evans en un intento desesperado por salvar la reputación de su familia, no obstante, considera a su prometida una fastidiosa por...
