• Complicidad •

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─Samuel─

Samuel, necesito que me hagas un pequeño favor. ¿Crees que podrás? Le susurraron a su oído en un tono meloso.

El chico torció el gesto satisfecho, a él lo único que le importaba era que lo complacieran de cualquier forma, no importaba si ella lo complacía con dinero o con sexo, para él era lo mismo.

Claro contestó ladino. Por ti hago lo que quieras. Le respondió desabotonando su blusa con su boca, a lo que ella reflejó en su rostro una sonrisa burlona.

Eso me gusta bisbiseó ella mientras se restregaba entre las piernas de su hermano al sentir lo portentoso que este era.

Un par de horas después, Amelia ya se había quedado dormida mientras que Samuel se quedó pensando en la cama. Pestañeó un par de veces y miró al techo, estudiando los planes que ambos habían preparado.

Lara pronunció su nombre en un suspiro.

Aquella chica le gustaba, siempre le gusto desde la primera vez en que la vio.

(******)

Samuel se encontraba sentado frente al gran escritorio de Leonard, comiendo una manzana. Este, estaba de visita en la empresa de los Palmer, se había enterado de que su mejor amigo había adquirido la empresa de su padre.

Ambos jóvenes estaban platicando sobre el futuro de la corporación, fue entonces cuando de pronto apareció Edward en la oficina, este, lo miró por el rabillo del ojo como despreciándolo mientras lo barría de pies a cabeza, luego, hizo ese típico monosílabo de todos los Palmer.

Hmp expresó Edward dejando de mirarlo.

«Maldito engreído», pensó Samuel mientras torcía un gesto frío en su boca y observaba a Leonard sonreírle a su hermano de una forma amistosa. Deberías enseñarle un par de modales a ese mocoso masculló molesto una vez que Edward se retiró. No es propio de tu familia que alguien como él me subestime.

Leonard lo miró sin ninguna expresión en su rostro, luego, sonrió y añadió.

Discúlpalo. Edward está un poco estresado. Casarse no es algo que esté dentro de sus prioridades.

Como sea refutó quisquilloso. De todas maneras tú hermano no me agrada. Le dijo caminando a sus espaldas.

Una vez que salieron de la oficina, Samuel quedó impresionado. Frente a él una hermosa mujer de cabellos y orbes claros lo enganchó. Ella lo miró por breves segundos y luego, lo ignoró.

¿Quién es ella? Le preguntó a Leonard una vez que ella se alejó.

¿Quién, Lara? inquirió este a su vez con una gran sonrisa mientras la miraba a uno de sus costados. Es la prometida de Edward.

(******)

Esa había sido la primera y última vez que Samuel la miró porque después de ese día, ella se casó.

Lara repitió una vez más en sus labios. ¿Qué voy a hacer contigo? Se preguntó mientras se removía en la cama algo incómodo.

Le fastidiaba un poco el hecho de hacer lo que Amelia le había pedido, era cierto que a él le gustaba esa chica pero ella ahora era la esposa del hermano de su mejor amigo, sin embargo, seguía detestando a aquel hombre pretencioso.

TratadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora