• Conmoción •

31.8K 1.8K 99
                                        

─Edward─ 

Al día siguiente, Edward se encontraba sentado detrás de su escritorio analizando los primeros documentos de ese día en su oficina. Había llegado más temprano de lo normal ya que necesitaba mantener su mente ocupada; quería dejar de pensar en Lara, en su ruptura, en la cancelación de su boda y en lo que dirían de ellos el resto de la semana.

Suspiró cansado, le costaba trabajo concentrarse en todas aquellas estadísticas que llevaba estudiando por más de media hora.

Maldición. Se quejó en un gruñido, lanzando los papeles a un lado, se levantó de su asiento y miró a través de la ventana que estaba a sus espaldas.

La enorme ciudad se levantaba ante sus ojos oscuros, desde esa altura todo le parecía insignificante.

Por un lapso de tiempo permaneció ahí, hasta que a los pocos segundos después de haber guardado sus manos dentro de sus bolsillos escuchó de tras de sí como un nuevo montón de papeles caían sobre su viejo escritorio.

¿Qué es lo que quieres? inquirió molesto, mirando por encima de su hombro a la persona que recién había llegado.

Nada en especial contestó aquel chico de la misma forma en la que le habían hablado. Solo vine a felicitarte. Edward giró sobre sus pies para mirarlo a la cara. Haz roto un nuevo récord en avergonzar a papá. Leonard señaló con la mirada varios de los periódicos que le había traído. Tú y Lara están por todos lados. Le dijo en un tono serio.

Edward divisó una de las planas, en la parte inferior de la portada se encontraban él y ella, era una escena humillante y devastadora, incluso para su propio ego, torció una mueca y dejó de mirar.

Me sorprende ver lo tranquilo que estás con todo esto. El chico de cabellera larga se acercó un poco. Yo en tú lugar estaría molesto.

¡¿Y crees que no lo estoy?! respondió Edward, casi de inmediato. La muy maldita me humillo.

Leonard sonrió en señal de burla.

¿Y qué es lo que esperabas? cuestionó igual que un famoso tirano. ¿Que ella se quedará cruzada de brazos? Le reprendió. No Edward, esto no es algo con lo que una mujer se pueda quedar y... lo que te paso fue idiota. Ya te lo merecías y fue justo. Esa maldita. Le dijo enfatizando la palabra. Supo cómo aniquilar tu ego y matar a tu propio orgullo. Ella jugó muy bien sus cartas, te denigro lo suficiente como para que aceptaras estar enamorado. El chico miró hacia otro lado. Cometiste un error, te involucraste con las personas equivocadas y te metiste con su mejor amiga. Era obvio que tarde o temprano te iban a descubrir comentó mientras se acercaba. ¿Sabes...? Nuestro padre está demasiado molesto contigo, sin embargo... Leonard hizo una pequeña pausa. Me tienes a mí.

En eso, Edward volteo a verlo.

Sé que siempre me has considerado como el favorito de papá, pero te equivocas. No es así, tú lo eres. Tú siempre estuviste a su lado aun cuando mamá no lo estuvo, pero yo... me aleje y lo lamento. Lamento haberme ido y no haber estado ahí para ti cuando más lo necesitabas. Es por eso que ahora, no importa lo que hagas o cuantos errores cometas porque desde ahora y para siempre voy a estar ahí para ti.

El chico miró a su hermano un poco dudoso, era la primera vez que este se abría de esa manera ante él. Edward, jamás imaginó escuchar algo como eso de parte de aquel hombre con el que no se llevaba nada bien.

¿Por qué me estás diciendo esto? preguntó confundido. ¿Qué es lo que pretendes?

No pretendo nada que pueda afectarte. Mis intenciones contigo son buenas. Ya deberías haberlo notado.

¿Y cómo hacerlo si siempre me estás fastidiando?

Ese es el punto. Es lo que siempre hacen los hermanos, se fastidian entre ellos.

¿Y por eso intentaste robarte a mi novia?

Leonard soltó una pequeña risa.

Reconozco que Lara es hermosa, pero ella no es de mi tipo.

Entonces, ¿por qué...?

Porque quería asegurarme de que este matrimonio no fuera una simple farsa. Todo lo hice por una simple razón, quería comprobar lo enamorado que estás y lo mucho que ella te ama y ahora que se la respuesta... Deja esto y salgamos de aquí que aún hay muchas cosas por arreglar. No olvides que mañana te casas.

Ante esas últimas palabras Edward frunció su ceño.

¿Casarme? Se cuestionó así mismo. ¿Acaso te estas burlando de nuevo de mí?

No, claro que no.

¿Entonces...?

Leonard exhaló un poco, luego sonrió.

Edward, ¿crees que ella cancelaría todo en vísperas de su boda? Le preguntó a su vez al ver en el rostro de su hermano cierto desconcierto. Lo que hiciste no estuvo bien, sin embargo, este es un compromiso que nos conviene a todos y el que la recuperes es solo un plus. Después de todo se aman, y el que conserven su matrimonio depende de ustedes dos.

Edward se tornó pensativo, Leonard de alguna forma tenía razón. Lastimar a Lara no había sido bueno, así como tampoco había sido bueno que él se humillara, no obstante, la balanza ya estaba equilibrada.

¿Por qué me estás ayudando? Le detuvo antes de avanzar.

Ya te lo dije, porque eres mi hermano.

Al salir al pasillo ambos chicos pudieron notar al otro lado del corredor a Amelia, quien estaba armando un alboroto masivo sobre su escritorio. Tenía un par de cajas de cartón en donde estaba acomodando algunas de sus cosas personales. La chica blasfemaba sin parar, tenía el rostro enrojecido y parecía estar llorando.

¿Qué ocurre? Fue lo primero que le llegó a la mente a Edward, sin embargo, cuando volteo por la respuesta de Leonard este ya había desaparecido.

Edward miró a la chica desde su sitio, hacerle la misma pregunta a ella sería algo estúpido. Era obvio que ella estaba recogiendo sus cosas, no obstante, se acercó por simple compromiso.

¿Qué es lo que haces?

Amelia levantó la vista y lo miró a través de sus nuevas gafas.

¿Qué crees que es lo que estoy haciendo? Le cuestionó en un tono resentido, a lo que el hombre torció un gesto en su boca. ¿Qué no lo ves? Estoy recogiendo mis cosas, ¡idiota!

En respuesta Edward expresó un pequeño mohín.

Al escucharlo ella arrugó la nariz, la actitud corrosiva de Edward muchas veces la irritaba, sobre todo desde que las cosas entre ellos dos empezaron a ir mal.

Eso veo pero, ¿por qué? ¿Quién te ordeno hacerlo?

Amelia lo diviso de nuevo.

A veces no sé si eres idiota o te haces. Le dijo entre dientes tomando sus cosas para así pasar por su lado.

El chico observo su caminar, Amelia realmente se veía enfadada, jamás él la había visto de esa manera. Sus ojos color marrón detallaban un fuerte resentimiento que brillaba bajo esos dos cristales que pronunciaban sus evidentes pupilas.

La mujer accionó el elevador y esa fue la última vez en que Edward la miró en la empresa de su hermano.

Yo que tú, mejor escondía a Lara bajo las faldas de tu padre comentó Sebastián mientras se acercaba.

¿Y por qué haría eso? Le preguntó este a su lado.

Pues porque fue ella quien la corrió.

TratadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora