"Seven"

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Allí estábamos las cuatro. Viendo por primera vez lo que empezaría a ser a partir de ese momento uno de nuestros lugares habituales de trabajo, por que, si no lo he dicho antes, como consecuencia de la afluencia de turistas durante la época estival, la competencia que teníamos en nuestro trabajo, se desplazaba hacia destinos mas prósperos, tanto en las zonas de costa como en la capital, por lo que Laura Dos, tras muchas cavilaciones y quebraderos de cabeza, decidió que nuestros teatros de operaciones, se trasladaran a la zona sur del país desde donde, en caso de tener alguna oferta, podríamos trasladarnos a las zonas de costa para cumplir con nuestros contratos, teniendo de por medio el atractivo turístico de Sevilla, que si bien, no se trataba de un Madrid, Barcelona, Valencia o Ibiza, no dejaba de tenerlo.

Como decía, sacamos las maletas con nuestro atrezzo del pequeño maletero del Dacia de Laura, y como cuatro mosqueteros listas para entrar en combate, cruzamos la carretera en dirección a nuestro destino. Yo observaba a Laura – para ser sincera, las tres observábamos a Laura – tratando de percibir algún signo de miedo en ella, que la hiciera cambiar de opinión.

Laura Dos encabezaba la comitiva, seguida de Arantxa. Tras esta iba nuestra benjamina y cerrando la marcha, como si mi función fuera impedir que la nueva componente del grupo cambiara de idea y saliera huyendo, andaba yo, examinando el entorno y escuchando el estridente ruido de las chicharras ante el tórrido verano.

Laura Dos aporreo la puerta de chapa, que hacía las veces de puerta principal del local, en varias ocasiones, y al no recibir respuesta, tras indicarnos que permaneciéramos en el lugar, procedió a inspeccionar el perímetro del local, sintiendo nuevamente sus golpes, en lo que nos pareció que podía ser alguna puerta lateral de local por la que se accediera al almacén del mismo.

Apareció nuevamente por la esquina inversa a la que había partido, llevando la palma de su mano derecha manchada de color rojo a causa del polvo de la pintura de las puertas que había andando aporreando.

- Mierda – dijo – aquí no hay nadie. No se por que este gilipollas nos dijo que estuviéramos a las siete.

Tras deshacer el camino andado, nos introdujimos en el restaurante frente al cual habíamos aparcado el vehículo, recibiéndonos con una ráfaga de frescor proveniente de dos ventiladores del techo cuyas hélices no tenían nada que envidiar a las de un helicóptero y un anticuado aparato de aire acondicionado, que mas que frío, lo que repartía era un sonido martilleante por todo el interior del local.

Tras pedirnos unos refrescos y sentarnos en unas sillas, Laura Dos extrajo su móvil, marcando un número de la agenda escuchando, tras varios tonos de llamada, la voz de un hombre al que al parecer acababan de arrancar de los brazos de Morfeo.

-Luís – dijo Laura Dos – Dijiste que estuviéramos a las siete, que nos estarías esperando ¿Se puede saber donde coño te has metido?

Escuchamos una voz confusa que trataba de poner alguna excusa por su retraso, aunque por su tono de voz era mas que evidente la causa del mismo.

- Me da igual – dijo esta – si a las siete y cuarto no estas aquí, nos vamos y pierdes el adelanto. Tienes quince minutos – tras lo cual, nuestra amiga cortó la conversación, dejando al otro interlocutor con la palabra en la boca.

Pasados veinte minutos, y cuando en nuestros vasos no quedaban prácticamente nada mas que los hielos, escuchamos el brusco frenazo de un coche en el exterior, volviendo las cuatro la cabeza en dirección al lugar de su proveniencia, viendo como había estacionado entre una nube de polvo, un Renault Laguna, algo así como un coupé de dos puertas con alerón y llantas de aleación. Vamos, un coche muy cani, del cual se bajó un personaje de unos cuarenta años, con unos pantalones de pitillo, zapatillas de deporte, una camisa azul con el cuello blanco, en la cual la sobraban todos los botones por que no llevaba ninguno en su correspondiente ojal, y con un pelo negro que seria capaz de sobrevivir con su peinado hacia atrás en el mas recio tornado de Florida, por la ingente cantidad de gomina que llevaba.

Gogo girlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora