Concentración de moteros

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Laura no podía apartar la vista de Carlos mientras conducía en dirección a su destino.

Llevaban saliendo desde febrero, aunque Laura había procurado que el resto del grupo no supiera esta circunstancia. Lo conoció en una disco de algún pueblo perdido de la provincia de Zamora, donde trabajábamos un sábado por la noche del frío mes. Todo había ocurrido cuando tras salir Laura del baño, se asomó a la puerta del local con la intención de localizarnos, dando por supuesto que estaríamos en la misma echando un cigarro durante el descanso.

En lugar de eso, se encontró con un rostro masculino de veintitantos años, al cual le preguntó por nosotras, informándola este de que ignoraba nuestro paradero, decidiendo Laura permanecer en la puerta esperando nuestro retorno. Prolongándose la espera, el bueno de Carlos la ofreció la chaqueta que vestía con el ánimo de paliar el frío reinante, teniendo en cuenta que nuestra amiga había salido del local con la misma ropa que vestía en su interior – Un top y un pequeño short – corriendo el riesgo de perecer victima de una hipotermia mientras esperaba.

Así entablaron conversación. A nuestro retorno y vuelta al trabajo, Laura se despidió del generoso caballero andante, aprovechando el próximo descanso para pasar otro rato juntos, acabando la noche con el intercambio de sonrisas y teléfonos, y la esperanza de reencontrarse en futuras ocasiones.

Laura pensaba en la suerte que había tenido. Carlos era auxiliar de enfermería en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora, en el cual llevaba trabajando dos años ocupando una plaza interina, con el ánimo de que algún día se convirtiera en fija. Guapo, con ojos marrones y pelo castaño cuidado, simpático, atlético, educado...lo cierto es que hacían una buena pareja. Y lo que era más importante: no le importaba en absoluto la ocupación de Laura, así como que esta fuera madre soltera, con la carga añadida que significaba aportar una criatura a una relación.

En abril le había presentado en sociedad, o sea, se lo había presentado a su hija Estefanía, así como al resto del grupo, dando la primera el visto bueno a la relación de su madre, con una sonrisa y el ofrecimiento de su manita al que aspiraba a ser la primera relación estable de su madre en mucho tiempo, y mostrando las segundas societarias diferentes opiniones sobre el pretendiente. Me explico: Arantxa mostró su habitual indiferencia respecto al candidato, Laura Dos arqueo una ceja, indicando sus objeciones, las cuales guardó en privado para la primera ocasión tuviera para comentar las mismas con la interesada, y yo...pues a mí me pareció un muchacho perfecto para mi amiga. Lo cierto es que tras acabar de trabajar y dirigirnos a un pub cercano a tomar unas copas todos juntos como habitualmente hacíamos, estuve hablando con Carlos, pareciéndome la persona perfecta y que mejor encajaba con Laura, de todas las personas que hasta el día de la fecha había visto aproximarse a esta, con unas u otras intenciones.

- ¿Qué te ha parecido?- me preguntó Laura, en cuanto tuvo oportunidad de abordarme en solitario.

- Perfecto. Hacéis buena pareja. Me parece perfecto para ti – contesté.

Laura me dio un pequeño abrazo, murmurando un "gracias" en mi oído, para volver a continuación junto a su amado.

Y siguieron adelante. Como bien suponía, un día cualquiera, Laura Dos tomo aparte a Laura, para intercambiar opiniones e indicarla los pros y los contras que podía tener en su relación, ganando por mucho los contras a los pros en la conversación, lo cual, aunque no hiciera que ambas perdieran su amistad, si que empezó a notarse al cabo de la conversación, como se había vuelto mas tirante.

Y ahora, para mas inri, allí iban los tres, viajando en el Dacia de Laura conducido por Carlos.

Viajaban por la CL 602, disfrutando a través de las ventanillas del coche del perfume que desprendían los pinos en un día primaveral. Aunque Carlos se había empeñado en llevarlas en su coche hasta la cercana población de Cuellar, donde iban a trabajar las dos ese viernes por la noche, Laura se había negado en redondo, considerando con muy buen parecer, que dado que el viaje era por motivo laboral, debían de realizarlo en el coche de una de ambas, como se hacia habitualmente, descartando el amable ofrecimiento. Aun así, había consentido que Carlos desempeñara la función de chofer a la que se había ofrecido.

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