ABISMO

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Por favor, que esté en mi habitación, por favor que esté en mi habitación. Cantaba en mi cabeza mientras caminaba hacia arriba pasando el cuarto de Nina donde la oí escribir con fuerza en su computadora. Entré y casi suelto un suspiro de alivio al ver a un muy divertido Harry descansando cómodamente en mi cama.

—Te dije que estaría aquí ¿Por qué dudas de mí?— Me encogí de hombros y pensé en el hecho de que no había estado conmigo en todo el día.— No seré capaz de dormir esta noche. Querrías... ¿querrías escaparte después de que tu tia vaya a la cama y venir a pasear conmigo? Quiero salir, pero no quiero estar solo.

Eran cinco minutos después de las once cuando salí por mi ventana y bajé por la escalera de incendios. Harry esperaba abajo, asi podia saltar hacia él. La escalera no llegaba hasta el suelo.

Me sonrojé, pensando en el hecho de que sólo me había probado vestidos de color rosa pálido. La forma en que me había sentido cuando le gustó el rosa pálido en mí se fue repitiendo en mi mente y no podía pensar en cualquier otro color para probarme. 

—Krishna estará vestida de rojo.— dijo con sencillez y un súbito estallido de celos me sobresaltó. 

¡Maldita sea! ¿Por qué me importa? ¿Y porqué tiene que decirme lo que llevaría puesto? Krishna era la última persona en la tierra de la que yo quería oír hablar. Conseguir una cerradura para mis emociones sería muy bueno ahora.

—Eso es genial. Estoy segura de que estará impresionante.— Me las arreglé para decirlo con sólo una pequeña cantidad de veneno goteando mis palabras.

—Odio el color rojo, casi tanto como el pelo rubio.— dijo con un tono divertido. 

Empecé a responder, pero me contuve. No le creía, pero ¿Cuál era el punto de decirle? No era como si no pudiera verlos, a él y a Krishna, juntos, todo el día, todos los días. Era como si constantemente apuntaba con un puño a través de mi estómago cada vez que la tocaba o le susurraba al oído.

Me volví, de espaldas a él, y me acerqué a la Harley aparcada dispuesta a subirme. Era mejor que pensar en Krishna en un vestido rojo con las manos de Harry por todos lados. Harry agarró mi brazo tirándome hacia él.

—Ella no significa nada para mí. —La voz de Harry envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Alice.— dijo, con urgencia, contra mi oreja. —Vamos.— Susurró, luego cogio mi mano. Corrimos por la entrada hasta su mitocicleta. 

Nunca en mi vida me había escapado. Pero hacerlo por Harry parecía ser la ocasión apropiada. Descubrí que podria hacer cualquier cosa que él me pidiera. 

Harry me ayudo a subir antes de arrancar y ponerme contra su espalda. Mantuvo las luces apagadas hasta que salimos y nos alejamos de mi casa. Me miró.

—Gracias. 

La luna brillaba en el vacio de sus ojos, un vacío con el que era demasiado familiar. Ese sentimiento no se iría pronto. Incluso cuando empezará a relajarse, habría días donde se despertaría y le golpearía de nuevo con mucha fuerza. Harry giró la mano y enlazo sus dedos con los míos. 

Esta conexion entre nosotros significaba mas para mi que para él, pero no importaba. Al menos podía experimentarlo. Condujimos más de treinta minutos sin hablar. No tenia ni idea de a donde ibamos, pero mientras estuviera con él, no me importaba. Sabía que habíamos dejado atrás Santa Mónica. Si seguíamos este camino, estariamos en Los Ángeles pronto. 

—Quiero mostrarte algo.— dijo Harry mientras bajaba la velocidad y se alejaba de la autopista. 

Condujimos unos kilómetros hasta que bajo la velocidad y giró de nuevo. La carretera era estrecha y se hallaba sin pavimentar. Corría entre árboles altos, y era espeluznante por la noche. Cuando pasamos los árboles, terminamos en un abismo que daba a una pequeña ciudad con alguna luces encendidas. 

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