Capítulo 16

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El comedor era una gran habitación con cinco largas mesas en las que se sentaban diez personas en cada una. Un buffet al estilo cafetería se encontraba ubicado donde las enfermeras llenaban los platos de los pacientes. Esta era la única habitación con ventanales grandes. Básicamente todo el muro sur se encontraba cubierto por ventanales enmarcados con vista a la playa.

Le di las gracias a la enfermera que me entregó la bandeja de color rojo brillante llena de macarrones con queso que parecían bastante comestibles, tiras de pollo asado, una ensalada César, judías verdes, un panecillo de trigo grande, y una pequeña porción de algún tipo de crema que ya sabía que no probaría.

Las mesas más cercanas a las ventanas parecían ser las más populares, ya que se encontraban completamente llenas, y algunos pacientes discutían sobre lugares específicos. Decidí sentarme en una de las mesas lejos de las ventanas. No quería tener que lidiar con problemas si me sentaba en el asiento codiciado de alguien.

Tomé una taza de plástico llena de té helado y me dirigí hacia la última fila de mesas.

—Probablemente quieras ir a buscar algo de esa azúcar. El té no tiene nada de dulce, y así es simplemente desagradable.— Una chica con el pelo fibroso de color marrón, y grandes ojos marrones, se quedó allí de pie con el ceño fruncido hacia la taza en mi mano.

Sus dientes parecían sobresalir un poco y tenía la nariz cubierta de pecas. Me recordó a alguien que podrías encontrarte en alguna granja de por allí.

—Oh, eh, gracias, pero yo no tomo azúcar en mi té helado.— Le expliqué y, frunció la nariz.

—Entonces debes ser de Florida. No entiendo porque continúan actuando como si fueran del norte. Ustedes están más al sur de lo que estamos en Mississippi, y nosotros sabemos que el té helado necesita azúcar.

Me costó entender su acento, pero le sonreí y me giré hacia la mesa que había elegido, pero me di cuenta de que ahora habían otros dos ocupantes: la chica con el grueso cabello marrón que había cerrado la puerta y se había encerrado adentro luego de haberme visto, y Violet. Vacilé y me pregunté si tal vez debería ir a sentarme en otra mesa, cuando Violet me lanzó una sonrisa desafiante. Me imaginé que era mejor seguir con mi plan.

Violet esperaba que me fuera a otro sitio, y no quería que pensara que me daba miedo. Me sorprendía un poco que estuviese sentada con la chica hiperactiva. Violet no parecía la clase de persona que le agradaría a alguien nerviosa y llena de miedo.

—No estarás pensando en sentarte con esas dos, ¿verdad?— La chica de vaquera me preguntó. Me encogí de hombros.

—No veo por qué no. Se echó a reír.—Porque Violet es una loca, por eso. Es una completa Looney Toons, te lo digo.— Me mordí para evitar sonreír por el hecho de que este lugar era para enfermos mentales. ¿Acaso no todos eran un poco Looney Toons en este lugar?

—Um, gracias, pero ya conocí a Violet y no parece tan mal.— La chica  junto a mí se me quedó mirando, como estudiándome cuidadosamente.

—No eres esquizofrénica, ¿cierto? Porque tengo que saberlo. No me siento cómoda alrededor de los esquizofrénicos.— Miré a Violet y me pregunté si era eso lo que ella era. ¿Tenía esquizofrenia? Negué con la cabeza.

—No, tengo trastorno de estrés postraumático.

Ella sonrió. —Ah, bueno, puedo lidiar con eso. Son fáciles de manejar. Yo soy bipolar. Mamá me trajo por haberme intentado matar.

Me puse rígida, mirando a esta amigable persona con aspecto agrícola de niña inocente, preguntándome cómo alguien como ella podría intentar acabar con su vida.

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