Capítulo 2. El dibujo.

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Mis piernas dolían por la fuerza en la que me encontraba corriendo por todos los pasillos del colegio, estaba llegando tarde a la clase de educación física, quién la daba el entrenador Finstock, quién además de ser el entrenador del equipo de futbol, era profesor en la clase de economía, es bastante excéntrico, tanto en su comportamiento como físicamente.

Su pelo está siempre alborotado y su oficina siempre desorganizada. Es bastante exigente como entrenador, siempre presionando al equipo y es bastante agresivo casi siempre.

La presión de mi pecho se niega a desaparecer al pensar el en tortuoso castigo que me pondrá por el retraso. Dejó que mis pies corran por su propia cuenta hasta que algo o más bien alguien choca contra mí en un fuerte estruendo. Levanto la vista y me encuentro con esos penetrantes ojos verdes.

—Fíjate por donde caminas.— gruñe con una voz furiosa mientras trata de recoger las pertenencias que prácticamente salieron volando al aire.

Pongo los ojos en blanco con fastidio ante la durez de su comentario. Al contrario de él, le ayudó a recoger los papeles del suelo. Mi vista repara inmediatamente en un dibujo. Era el de ayer.

Éste simula a una chica cayendo en un abismo mientras que en la parte superior, una mano con ramas alrededor trata de atraparla. Es impresionante. La variedad de los contrastes, la difuminación y la precisión con la que marca el lápiz sobre el papel.

—Dame eso.— Me quita el dibujo de las manos y lo coloca en su mochila.

—¿Tu dibujaste eso?— le pregunto, incapaz de ocultar el tono de sorpresa en mi voz.

Harry no tiene nada el aspecto que imaginaba que tendría alguien para dibujar algo así.

—Sí, ¿por?— Replica y da un paso hacia mi. El espacio que nos separa es de un metro y, cuando intento alejarme de él, mi espalda golpea el casillero—.¿Tanto te sorprende, Cook?

—No me llames Cook.

Me tiene acorralada.

—Es tu apellido, ¿no?— Sonríe con malicia.

Suspiro y me doy la vuelta, con lo que quedo a cara de los casilleros. Necesitaba apartarlo de mi vista para no darle una cachetada. Intentó imaginarme qué aspecto tendría sin todos esos tatuajes y piercings. Incluso con ellos, resulta bastante atractivo, pero su agria personalidad lo eclipsa todo.

—¡Deja de mirarme!— Dobla una esquina y desaparece del pasillo antes que yo pueda siquiera pensar en una respuesta.

El deporte no era uno de mis fuertes, la actividad física era algo que no estaba entre mis facultades de hacer con facilidad u orgullo. Así como no era un secreto que yo era la peor en la clase.

El entrenador Finstock no paraba de gritarme y hacer sonar aquel quejoso silbato para que corriera con más velocidad y no fuera la última una vez más, pero apenas llevaba dos vueltas de cinco alrededor de trescientos metros y yo ya estaba proclamando por todo el oxígeno del mundo. No podía seguir.

Rendida, me detuve jadeando y apoyé mis manos sobre las rodillas. Estaba claro que el entrenador Finstock me volvería a gritar. Con los ojos entrecerrados debido a la luz del sol, dirigí mi vista hacía aquel hombre, pero ya no estaba.

—Hola, Alice, el Sr. Yorkley dijo que tenía que venir para hablar contigo.— El sonido de la voz del mismísimo Nathan Gale pareció sacarme de mi desmayo momentáneo. Si el señor Yorkley lo envió, es que él necesitaba algún tipo de ayuda académica. Sin embargo no me sentía segura de querer ayudar, ni tenía la intención de hacerle esto fácil.

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