Capitulo 19

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Estaba paralizada. De pie allí, mientras los paramédicos trabajaban incansablemente sobre el cuerpo de Troye, el cual no respondía, yo no podía moverme. Mis sollozos y súplicas para que éste despertase sonaban muy lejanas. Nada se sentía real. Era casi como si estuviera observando un hecho fuera de mi cuerpo. Además de mi abuela, nunca experimente perder a un ser querido.

El paramédico inclinado sobre Troye, administrándole la RCP. Preparaba el desfibrilador para reanimar su corazón. Nada más había funcionado. Los ojos de Harry encontraron los míos y pude ver el dolor en aquellas profundidades verdes.

Troye era sencillamente demasiado joven para morir. Él era mi mejor amigo. No cualquier amigo, sino uno que había tenido durante toda mi vida, o al menos durante el tiempo que puedo recordar. Habíamos hecho concursos de comer perritos calientes, y jugando carreras con motos de cros.

Troye fue quien me enseño a montar en monopatín, y yo era quien le ponía hígado de pollo de cebo en su anzuelo siempre que íbamos a pescar. Él odiaba este tipo de cosas. Le daban náuseas. Era una parte de mi vida, y yo no quería dejarlo ir.

—Troye, por favor bebé, por favor, abre los ojos para mí.— Connor sollozó entrecortadamente, mientras ellos colocaban las dos paletas en su pecho de la misma forma en que lo había visto hacer a la gente de Grey's Anatomy.

El pecho de Troye subió y bajó en un rápido movimiento mientras todos parecieron flotar sobre él, rogándole que respondiera. Pero nada. Los vi hacerlo de nuevo, con los mismos resultados. No ocurría nada.

Troye se marchó.

El horror de lo que acababa de presenciar se sintió como una puñalada en el pecho. Habían alejado a Troye de mí. ¿Cómo podía alejar a alguien de mí tan fácilmente?

Caí al suelo cuando los paramédicos anunciaron la hora de la muerte como las 8:02. No me atreví a girarme y ver si Harry seguía allí, presenciando cómo nuestro mundo se venía abajo. En vez de eso, me acerqué a Haley y me uní a ella en la hierba húmeda por el rocío mañanero.

Envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo, me dejé llevar por el dolor. Los paramédicos pensaban que fue un aneurisma cerebral, pero no se sabría con certeza hasta después de la autopsia. Ver el cuerpo de Troye mientras subían la cremallera de la bolsa de plástico en la que se encontraba metido, fue el momento más extraño de toda mi vida. Aunque yo sabía que él ya no estaba allí, entre nosotros.

Contuve el impulso de saltar y correr hacia ellos, y exigir que le dejaran salir de ahí. Él no sería capaz de respirar en esa bolsa. Odiaba los espacios cerrados. Una vez lo había metido en mi armario y cerrado la puerta con llave, y para cuando lo dejé salir le había dado un completo ataque de ansiedad. Y ahora ellos lo encerraban en esa bolsa de plástico, y dentro de poco estaría enterrado. Lo veríamos tumbado en un ataúd y luego lo perderíamos para siempre.

Troye se había ido.

No había hablado ni comido desde que Nina se presento en la escuela, inmediatamente después de recibir la llamada de aviso. No nos levantamos del suelo cuando llegó. Con trabajo, Haley se las arregló para convencer de levantarme y las dos subimos a la parte trasera del Cadillac de Nina hasta mi casa.

Ahora, me encontraba tumbada, hecha una bola, en mi mullida cama con una foto de los dos juntos que él me regaló por el día la amistad el año pasado. Un millón de recuerdos venían a mi mente al recordar el día que nos tomamos esa foto. Ahí se encontraba su sonrisa plasmada. Podía escuchar su melodiosa risa a mi alrededor, sin embargo, sólo eran recuerdos. Él se encontraba muy lejos de aquí.

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