CAPÍTULO FINAL.

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L A  C O N F E S I Ó N

El árbol no era tan alto. El estúpido Troye no sabía nada. Solo porque era una chica no significaba que yo no pudiera treparlo, también. Se lo mostraría. Para cuando llegue aquí, yo estaré camino a la cima. Así no pensara que las chicas no podemos hacer lo que los chicos hacen. ¡JA! Lo podemos hacer mejor. Porque somos más cool.

Mirando hacia atrás para ver si mamá me miraba desde la ventana de la cocina, lo encuentro todo despejado y me sujeto de rama con la corteza dura. Era caliente y pegajosa. Una vez que tuve ambas manos y piernas firmemente enganchadas a su alrededor, empecé a intentar escalar. Sin siquiera mirar hacia abajo.

Seguí manteniendo mi camino hasta que llegue a la cima. Sin razones para bajar la mirada. Eso podría estropearlo. Una astilla de madera me cortó la mano y grité, retirándola para ver si estoy sangrando. Había una pequeña astilla clavada en mi mano y presioné la palma contra mi boca, utilizando mis dientes para sacármela. Sonriendo con satisfacción una vez la pequeña astilla estuvo entre mis dientes. La saqué fuera y escupí el ofensivo objeto.

Ves, fue tan difícil como para cualquier chico. Troye y su estúpida boca diciendo que yo era débil. ¡Lo que sea! Continué mi subida a la cima. A lo mejor, una vez vea que soy mucho más cool que él porque puedo trepar muy alto, me dejará entrar en su nueva casa del árbol. Ese cartel de "solo chicos" parecía planamente estúpido, de todos modos.

Mamá decía que debía ignorarlos y dejar que los chicos tuvieran su escondite especial, pero yo no podía hacer eso. No era justo cuando yo fui quien tuvo la idea de la casa del árbol en primer lugar. Además, todo lo que Haley quería hacer era que nos maquilláramos y nos pintáramos las uñas. ¿Quién querría perder el tiempo de esa manera? ¡Yo no!

Mi pie se resbalo y me sujeté fuerte intentando no entrar en pánico. Podía hacer esto. Mis manos empezaron a sudar y mi agarre firme se debilitaba. Eso no era bueno. Moví mi brazo, así podría encontrar otra rama en la que sujetarme, pero luego mi otro pie resbaló y me fui en una caída libre de espaldas. Esto iba a doler.

—Oops, te tengo.— dijo una voz familiar y abrí mis ojos para ver a un chico mirándome. Atrapándome.
Extraño.

Sacudiendo mi cabeza, levanté la mirada al árbol del cual acababa de caer e intente recordar de donde conocía a este chico. ¿Me golpee la cabeza y este chico me recogió?

—Uh.— Conteste, todavía confusa.
Estaba cayendo. Luego... este chico me atrapaba y me hablaba.

—¿Qué hacías allí arriba? Está muy alto.

Volví mi mirada hacia él otra vez.

—Uh, yo, uh... ¿me atrapaste?—pregunté incrédula. Él rió, y el verde bebé de sus ojos pareció oscurecerse.

—Sí, ¿Por qué crees que no estás tumbada en el suelo con algunos huesos rotos?

Sacudí mi cabeza y me levanté. Él me bajó fácilmente y otra vez observe cuan familiar me parecía. ¿Iba al colegio con nosotros?

—¿De dónde venias?

Se encogió de hombros: —Andaba por aquí, te vi trepar demasiado alto, y vine por si necesitabas ayuda.

—¿Te conozco?— Le pregunté, notando como en su rostro se formaba una extraña sonrisa.

—Deseo que lo hicieras, pero no. Todavía no.

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