14 | Soy tuyo

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Luces vivientes y relucientes danzaron frente a mis ojos con un característico resplandor

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Luces vivientes y relucientes danzaron frente a mis ojos con un característico resplandor.

     El color azul vibró en el suelo, lograba reflejos enardecidos por el frío que emanaba por la entrada de la cancha.

     Me concentré en la rebosante oscuridad. Los finos rasgos de Jordán más afilados por el brillo, y el tenue aleteo de la luz acariciaron parcialmente su rostro, aislando la ternura en su perfecta mirada, esta vez parecía diferente; oscura e intensa, reveladora.

     Estaba hecho un lío.

     El aroma de su colonia atravesó mis deseos, y el suspiro que escapó de mis labios se volvió intenso. Me sumergí en sus profundidades. Me sumergí en su alma, tal como llevaba haciéndolo desde que lo conocí.

     Mis sentimientos me hacían delirar, llegué a pensar que me volvían loco.

     Entre los límites de aquellos labios rosados, una sonrisa se levantó cortando la oscuridad de su miedo, eterna y radiante. Mi corazón latió tan vivo, tan lleno. Esperé el momento para romperme y volver a armarme, mis alas disfrazadas de fuerza se partían en dos, mi libertad se condicionaba a él.

     Las cadenas que lo ataban me envolvieron, y el temblor en mis piernas tentó mi alma. Dejé que su miedo me encerrara en la jaula, lo acepté, con la intención de sacarlo en algún momento.

     Sentía la altura correcta, en medio, justo donde el vapor de las nubes rozaba con delicadeza mi rostro y evaporaba mis problemas. Me elevaba, para tirarme después, pero yo sería más inteligente. No estaba dispuesto a permitir que su miedo acabara con los dos.

     En frente la imagen perfecta resaltó traslúcida, aquella mirada buscaba la mía detrás de las sombras disparejas, consecuencia de la escasez de luz. Podía notar la profundidad de sus iris ámbar. Mi pulso comenzó a ascender, directo a los bordes de la cordura, atacando cruelmente mi corazón; ciego y moribundo, esperando su inminente promesa de explosión.

     La sonrisa que decoraba su rostro me alteró, y aleteó como las alas de un colibrí, sin parar arrastró mi razón hacia la perdición.

     —Eres muy guapo —mencionó en un susurro de dulzura y su voz se filtró con lujuria en mis bajos deseos.

     Me encantaba la rapidez con la que me convertía en la persona más feliz de todas.

     —Tú también, y mucho —acepté su elogio, devolviendo el mío―. La primera vez que nos vimos no había notado lo guapo que eras, y ahora, así tan cerca de ti puedo verlo.

     Vi su preciosa y tímida sonrisa, escondiéndose en el velo de la oscuridad.

     Cortó la distancia, seguía analizándome, hipnotizado.

     —Mirándote aquí, me saltaría todos los pasos ―comentó, haciéndome parte de una intensa ola de calor―, y podría pasar directamente a la parte en que te arranco la ropa con mis dientes.

Más allá de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora