Misión 22

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Capítulo editado. Si notas algún error es pura coincidencia :)

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Misión número veintidós:



Caminé hasta la puerta y salí seguida de Caleb. 

     —¿Preparado para el instituto? —golpeé su brazo y él me miró con las cejas alzadas. 

     —No sé por qué me hacen fingir ser un adolescente normal, no creo que ningún niño rico haya planeado violar la ley de un modo tan radicar —refunfuñó.

     Le sonreí y entré a su auto. Una de las ventajas de tenerlo cerca todo el tiempo es que viene con su propio auto. Era como un muñeco y sus accesorios.

     Me miró sonriendo burlonamente.

     —¿Qué? —le pregunté abrochando mi cinturón.

     Encendió el motor y contesto comenzando a avanzar el auto:

     —Sé que la única razón por la que vas es para ver a Ken. 

     Reí de su comentario y rodé los ojos.

     —Estás mal. Investigo a los amigos de Stacey —le señalé con un dedo.

     Llegamos en poco tiempo debido al exceso de velocidad con el que Caleb conducía. Él estacionó en el aparcamiento del instituto y bajamos del auto.

     —Me estoy congelando el trasero —se quejó.

     Me reí y caminamos hacia la entrada principal. Al entrar vi rápidamente a Zoe Inslee y Caleb se acercó a ella antes de que pueda salir corriendo en otra dirección. 

     —Hola —la saludó él.

     Zoe lo miró con el entrecejo fruncido y sonrió a pesar de no conocerlo.

     —Hola.

     —Soy Christopher Coten —se presentó.

     —Zoe Inslee. 

     —¿Eres la hermana de Stacey? —Caleb fingió no saber.

     Zoe asintió con la cabeza y la boca fruncida. Me vio y me sonrió algo forzadamente.

     —Hola —la saludé.

     —Hola Cass —se acercó a mí y me abrazó.

     Le sonreí cuando se alejó un poco y rodeé con mis brazos mi cuerpo.

     —¿Cómo estás? —le pregunté. 

     —¿Cómo voy a estar? —dijo ella algo triste y un poco irónica.

     —Me enteré lo de los padres de Danielle y Aaron —murmuré—, en serio lo siento. 

     Asintió con la cabeza y me acarició el brazo. Caleb me miró sarcástico cuando Zoe se despidió y fue a reunirse con unas chicas a unos metros de nosotros.

     —¿Ahora qué? —le pregunté. 

     —Es obvio que le caes mal —respondió mirándome como si fuera una niña pequeña—. Es más, creo que está celosa de algo tuyo. 

     Me reí a fuertes carcajadas y negué con la cabeza. Le señalé la dirección hacia el salón de historia y caminamos hacia allí.

     —Bien, creo que estás loco. 

     Rodó los ojos y al entrar en el salón saludé a Paige, Matthew y Whitney. Me senté junto al castaño y me sonrió acomodando un brazo en el respaldo de mi silla.

Bridget Craine®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora