Misión 26

2.7K 221 5
                                    

Capítulo editado. Si notas algún error es pura coincidencia :)

---

Misión número veintiséis:



Escuché los zapatos de Mary en el pasillo y luego la vi entrar por la puerta a la habitación donde me encontraba.

    Habían pasado dos horas luego de que Caleb se largara y un espía especializado en interrogación se encontraba haciendo a lo que se dedicaba con Taylor.

    —¿Cómo estás? —me preguntó Mary, sirviéndose café y sentándose a mi lado—. Hace mucho que estás aquí sentada.

    —Lo sé —cerré los ojos un segundo y asentí con la cabeza levemente—. Solo quiero que todo acabe.

    Ella me sonrió y bebió un poco de su taza de café.

    —Caleb me contó sobre Matthew Blair —comentó con una sonrisa.

    Abrí todo lo que podía los ojos a causa del cansancio y la miré avergonzada.

    —¿Estás enojada? —pregunté. Ella negó con la cabeza.

    —En una misión también me enamoré, fue hace mucho tiempo —habló mirando a la ventana que daba el cuarto de Thomas, acostado sobre una camilla—. Él no era un espía y una vez que terminó la misión no lo volví a ver jamás.

    Le sonreí cuando echó los ojos en mí y bebí de mi café. 

    Sopesé lo que ella me estaba contando. Perdió a su primer amor a causa de la agencia.

    —¿Me arrepiento? —se preguntó a ella misma—. Todos los días —rió.

    Le sonreí compasivamente y Mary tomó un mechón de mi cabello rubio, peinándolo hacia atrás con una mirada añorada.

    —Bridget, deja la CIA —propuso—. Caleb se encargará de la misión y tú podrás estar con Matthew.

    La miré a los ojos, sorprendida de lo que había dicho. Pestañeé repetidamente y me tapé la cara con las manos.

    —¿Cómo dices? —pregunté atónita.

    He vivido dentro de este edificio por diecisiete años, crecí entre estas paredes. No conozco nada del mundo exterior salvo lo poco que vi en la misión Inslee. No creo estar preparada para el mundo real, estudiar verdaderamente: ir a la universidad; casarse; formar una familia. 

    No creía estar preparada, pero acepté.

    Me puse de pie y abracé a Mary, una mujer a la que quería como una madre, a la que admiraba y a la que, en cierto punto de mi vida, inspiré a ser. 

    Ahora no inspiraba a ser nadie. Inspiraba a ser mí misma.

    Corrí por las calles y conseguí un taxi. Me subí y dicté la dirección de Matthew. Me importaba un comino lo que Diana fuera a decir: ¿espía? No, no lo era. Ya no más.

    Toqué el timbre con desesperación y esperé a que alguien abra la puerta. Me encontré con el castaño, quien al verme reprimió una sonrisa, seguramente recordando que estaba enojado conmigo.

    Me puse en puntas de pie y lo abracé. Él me devolvió el abrazo enterrando su rostro en mi cabello.

    —Lo siento —murmuré en su oído—. Lo siento por todo, ya no habrá más mentiras.

    Él no respondió y me mantuvo entre sus brazos un minuto más.

    —¿Lo prometes? —preguntó aferrándose a cada palabra.

    —Lo prometo.

    Me separé lo suficiente para acercarme a sus labios y besarlo.

    —¿Quieres ir al baile de la nieve conmigo? —le pregunté. Él rió tomando mi mano para llevarme dentro de la casa y sentarnos en el sofá de la sala de estar—. ¿Qué es tan divertido?

    —Yo debería preguntarte eso —respondió.

    —Los tiempos cambiaron, señor anticuado —me mofé sonriéndole—. Las mujeres conducen, votan y sí, invitan a los bailes.

    Matthew estalló en carcajadas y besó mis labios.

    —Iré al baile contigo.

     Mordí mi labio y me dejé caer en el respaldo del sofá. Cerré los ojos, realmente tenía sueño. 

Peiné mi cabello como pude y tomé otro sorbo de café

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Peiné mi cabello como pude y tomé otro sorbo de café. 

    Mi primer fin de semana como adolescente normal había sido perfecto; el sábado había estado todo el día con Matthew y el domingo consolando a Gloria. Bueno, no tan perfecto, pero lo era para mí.

    La noticia de Aaron y Marcob Doe se había extendido inevitablemente por la televisión y el internet y en una conferencia de prensa Mary había detallado que el regreso de Stacey Inslee a su hogar sería muy pronto. Estaba satisfecha por haber hecho una parte de la misión. 

    Había sido mi primera y la última, y lo mejor que había sacado de ella era Matthew Blair; mi cita para el baile y mi reciente primer novio.

    Entré a Buckley con el café en mano y una leve sonrisa en el rostro. Vi a Matthew acercarse por el pasillo y entrelacé los dedos con él. Caminamos hasta el salón de ciencias, donde nos sentamos detrás de Paige y Diana, ambas con la cabeza baja y la primera secándose los ojos con un pañuelo.

    Me sentí terrible por estar feliz. Era confuso, pero había ignorado la noticia de Aaron todo el fin de semana y ahora todos parecían estar recordándomela. 

    —Hola —murmuré, Paige me sonrió levemente y Diana no se molestó en voltear—. ¿Cómo estás? —le pregunté.

    —Bien —mintió, obviamente no lo estaba.

    Whitney apareció en el salón, con el brazo de Brad rodeando su cintura. Ambos tenían la mirada triste y sentida. 

    —Hola —ambos saludaron a su debida vez y se sentaron detrás de Matthew y de mí.

    Les sonreí y me volví para ver a Matthew, quien tenía la mirada perdida en nuestras manos entrelazadas sobre mi regazo. 

    No parecía un buen momento para hablar.

    No parecía un buen momento para hablar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bridget Craine®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora